«¿Inteligencia artificial en el aula? La calculadora tampoco gustaba»
Destaca que es una herramienta muy útil que «puede ayudar muchísimo a los profesores para optimizar sus recursos»
«Soy un defensor y un enamorado de la Inteligencia Artificial, pero reconozco que no es perfecta y que en muchos casos hay que cogerla con pinzas», afirma Juan Francisco Álvarez, Doctor en Tecnología Educativa y con muchos años a sus espaldas dando clases. Álvarez ofreció recientemente una charla sobre la aplicación de la IA en el ámbito académico en un taller organizado por la Universidad de Mondragon en el campus de Eskoriatza.
– ¿Llegaremos a ver a los robots sustituir a los profesores?
– No, no... no lo creo (risas). La Inteligencia Artificial está creciendo a un ritmo vertiginoso desde su explosión en 2022, pero mi sensación es que nunca va a poder ocupar el papel de un profesor.
– ¿Por qué?
– Porque le falta humanidad. Piense en un niño que entra triste a clase, porque ha perdido un familiar, porque se han reído de él... Eso una maestra lo sabe detectar y se da cuenta de que ese día tal vez deba dar la clase de un modo distinto. La IA es un avance de la tecnología increíble, pero aún carece de alma humana.
– ¿Cómo se puede aplicar la Inteligencia Artificial en el ámbito educativo?
– Le voy a poner un ejemplo. Yo doy clases a jóvenes que estudian para ser profesores, así que vamos a pensar en un ejercicio en el que los alumnos tienen que idear una situación de aprendizaje.
«Al ritmo al que están apareciendo las aplicaciones de la IA vamos a dilapidar muchos recursos»
– Continúe.
– Cuando lo hagan, usaremos una de las tantas aplicaciones existentes de IA para pedirle que critiquen ese modelo creado por los estudiantes, para que ellos sepan dónde están los errores. O, también, podemos pedirle lo contrario, que sea la herramienta la que piense en esas situaciones de aprendizaje y que sean los estudiantes los que la analicen y busquen posibles aspectos de mejora, por ejemplo.
– ¿Y puede enseñar a un niño de 13 años a hacer ecuaciones de segundo grado?
– Sí. Bueno, para ser más preciso, puede ayudar en el proceso. Lo voy a explicar de un modo simple. Yo ya sé que la IA me puede dar en un segundo la respuesta de una operación compleja, pero tenemos que pensar en cómo darle la vuelta a eso.
– Ya veo por dónde va...
– Sí. Podemos plantear al alumnado que resuelva una serie de operaciones y, en vez de salir a la pizarra a resolverlas, utilizaremos la IA para que lo haga ella. Eso es una opción. La otra, por ejemplo, podría ser que en lugar de dar la respuesta vaya exponiendo los pasos de la ecuación, uno a uno. Así puedo decirles a los alumnos que hagan ese primer paso y que con la IA vean si van bien... o no. Yo llevo dando clases desde hace muchos años y créame cuando le digo que he invertido miles de horas corrigiendo ejercicios de Matemáticas. Todo se basa en optimizar al máximo los recursos de los que disponemos.
«Esta herramienta aún carece de alma humana, por eso no puede reemplazar el papel del profesor en el aula»
– ¿Cree, entonces, que la comunidad educativa debe explotar este recurso?
– Sí, lo creo, pero sin convertirlo en algo insostenible. La IA es una herramienta que si se utiliza con conocimiento puede ayudar muchísimo a la hora de optimizar recursos, diseñar actividades, reducir tiempos de corrección, etc.
– Con todo, este escenario de tecnologización de las aulas no es algo inédito, ¿verdad?
– No, en efecto, no lo es. Antes de la IA llegaron la imprenta, las televisiones, las calculadoras, los ordenadores, la realidad aumentada... Avances tecnológicos ante los que muchos profesores se mostraron reticentes por temor a que sus alumnos no aprendieran de forma correcta.
– ¿Cuál es el papel del docente en este proceso?
– Uno protagónico. Pero me gustaría que en los próximos años no se repitiera el mismo error que hemos cometido en las últimas décadas con la tecnología en las clases.
– ¿A qué se refiere?
– La entrada de las tecnologías de información y comunicación (TIC) supuso un reto mayúsculo para la comunidad educativa que, a mi modo de ver, no se ejecutó de la manera adecuada.
– ¿Por qué?
– Por el aspecto de la formación del profesorado en estas nuevas herramientas. Aquí hay un error de planteamiento, que es el de la obligatoriedad de esas sesiones de formación, cuando en realidad debería ser un interés generado por el contagio, no por la imposición. Desde las administraciones deben incentivar a los docentes, que estén realmente motivados para querer entender y manejar a la perfección esta herramienta. De verdad, se debe pensar en el potencial de la IA como un instrumento que va a mejorar la calidad de la experiencia en el aprendizaje.
«Hay que tener cuidado con la información que aportamos a la máquina, para evitar que se produzcan sesgos»
– (...)
– La IA no deja de ser una máquina y, como tal, lo más importante es saber cómo funciona y por qué hace lo que puede hacer. Al final las aplicaciones que seleccionemos las vamos a entrenar con la información que les demos, y cuanta más le proporcionemos más potente será. Esta tecnología es capaz de procesar cientos de páginas en milésimas de segundo.
– ¿Y no existe un riesgo de que haya sesgos?
– Sí. Por ello hay que darle la mayor información posible, para evitar que se produzcan sesgos de cualquier índole. Por poner un ejemplo, si yo a la máquina le digo que solo existe gente alta y esbelta, ella por sí misma no va a descubrir que hay personas bajitas o menos bellas, así que esa información la va a obviar cuando le preguntemos qué tipos de personas existen en el mundo.
– El fenómeno de la IA explotó, para el gran público, en 2022. ¿No ha sido algo exagerada su irrupción?
– Totalmente. A mí, como conocedor y estudioso de la materia, me preocupa la vertiginosidad con la que está creciendo este campo. Igual lo que estamos hablando usted y yo ahora mañana ya no vale de nada. Si no conseguimos que el crecimiento sea sostenible vamos a dilapidar una cantidad ingente de recursos. Hay que generar menos, pero de más calidad.
– Hay universidades que usan la IA para hacer cribado de alumnos. ¿Es éticamente correcto?
– A mí no me parece bien. De este modo seguro que se van a perder a candidatos increíbles, porque la IA es incapaz de detectar el talento que solo se puede ver en una conversación cara a cara.