«Si nuestros hijos nos ven todo el día pegados al móvil, lo van a imitar»
«Un buen momento para entregar el móvil podría ser a partir de los 16 años. Antes de esa edad considero que sería peligroso», advierte
La relación de los niños y adolescentes con los teléfonos móviles o los relojes inteligentes trae de cabeza a miles de padres guipuzcoanos. Miren Ros ( ... Eibar, 1975), madre y profesora, es experta en el uso de esta tecnología por parte de los jóvenes y ha hablado en los últimos años con multitud de familias para darles asesoramiento sobre un tema «del que ya se empieza a hablar más en la calle».
- Móviles y adolescentes. ¿Qué es lo que más le preocupa de esta mezcla?
- Lo primero que se me viene a la cabeza es la adicción que puede crear en un joven y, en general, la poca conciencia que existe sobre este asunto entre las familias. No sé si la sociedad es consciente de los peligros que hay detrás de un mal uso de estas tecnologías. Hablo de los smartphones, relojes inteligentes, tablets... Es muy importante que nos paremos a reflexionar cada uno y pensemos en qué uso le damos nosotros mismos al teléfono móvil.
- ¿Dan los padres mal ejemplo a sus hijos con el uso del teléfono móvil?
- Esa es una buena pregunta cuya respuesta la tiene cada padre y cada madre. Esto es tan simple como ser consciente de que nuestros hijos, especialmente en edades más tempranas, observan todo lo que hacemos y les encanta imitarnos. Somos sus ídolos y su ejemplo a seguir, así que si nos ven todo el día pegados al móvil lo van a relacionar con algo bueno y ellos también lo van a querer hacer.
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- Aquí lo importante es que sepamos bien a qué nos enfrentamos. Los teléfonos inteligentes están diseñados para atraer nuestra atención, es así de fácil. Si ya lo han conseguido con millones de adultos en todo el mundo, ¿cómo no lo van a conseguir con unos niños de 11 y 12 años que tienen muchos menos recursos que cualquier mayor? Las pantallas, los sonidos, los colores, las luces... Todo está perfectamente calculado para que la experiencia enganche al usuario.
«Ahora necesitamos que el Gobierno Vasco se moje, como lo han hecho en otras comunidades autónomas»
- Entonces, ¿qué propone?
- Yo, como madre, me haría esta pregunta: '¿Tengo que estar todo el día tan pendiente del móvil?'. Y la respuesta sería: 'Seguramente, no'. Hay que identificar cuáles son los momentos en los que sí hay que hacer caso al teléfono y en cuáles se puede ignorar. Si estamos con nuestros hijos no estamos con el móvil. Y punto.
- ¿En qué momento decidimos, como sociedad, que era una buena idea darle un móvil a un niño de 11 años?
- En el momento en el que unos padres pensaron que así podrían tener a su hijo controlado, por poner un ejemplo. El problema es cuando se piensa que el smartphone es un juguete, porque no lo es. Es algo que puede llegar a ser muy perjudicial, porque así estamos entorpeciendo el desarrollo cognitivo del joven en cuestión como persona autónoma. Por tener uno de estos aparatos se pierden habilidades que luego las van a necesitar en situaciones de peligro o incomodidad. Estamos volviendo dependientes a niños de 11 años y transmitiéndoles una falsa sensación de seguridad. Hay niños que, ahora, no sabrían cómo dirigirse a un adulto desconocido para pedirle ayuda en caso de necesitarla, porque para eso hay que activar unos mecanismos sociales que no han entrenado.
- ¿Cuál es, según su opinión, la edad idónea para entregar uno de estos dispositivos?
- A partir de los 16 puede ser un buen momento. Ojo, esto no significa que hasta entonces no hayan tenido que ver nada de Instagram, Tik Tok y otras redes sociales. Antes de los 16 años el cerebro de un adolescente está sufriendo cambios muy importantes y es peligroso que use varias horas al día el teléfono o el reloj inteligente. Es que, ¿le damos nosotros un buen uso a esta tecnología? Ahí dejo la pregunta. Tenemos que preocuparnos en hablar con nuestros hijos de estos temas y en explicarles, con sinceridad, qué fallos cometemos nosotros al usar el móvil, si hemos tenido malentendidos en WhatssApp o en redes sociales.
- ¿Hay algo bueno en esta relación entre niños, adolescentes y smartphones?
- Rotundamente, no. Voy a lanzar una pregunta. Hoy en día, ¿saben los adultos encontrar información fiable en Internet? Pues imagínese un chaval de 13 años. El cerebro de estos críos no está preparado para manejar esta tecnología o contrastar la información que se encuentren en redes sociales. Todo eso se adquiere gracias a un aprendizaje vital. Hay que dejar que el cerebro madure mediante un proceso natural.
«Sé de casos de niños que han sufrido ataques de ansiedad cuando les han quitado el teléfono móvil. Eso es muy preocupante»
- En estos últimos años ha hablado con cientos de familias para asesorarles sobre este tema. ¿Qué es lo que más les inquieta?
- Hay dos preocupaciones recurrentes. Una es que les da miedo que sus hijos sean los últimos de la cuadrilla en tener uno de estos móviles. Esto es, el miedo a la marginación, que se quede fuera de los planes. Esa necesidad de pertenencia a un grupo que tenemos... Es algo muy complicado de procesar. Y la otra es la falta de control sobre lo que ven, leen u oyen en sus teléfonos.
- ¿Se exagera cuando se habla de adicción al teléfono?
- No, en absoluto. He conocido casos de niños que sufren fuertes ataques de ansiedad cuando se les despoja del móvil. La pregunta debería ser, ¿somos conscientes de lo que es una adicción? En este caso no hay una sustancia, como puede ser en el de la cocaína, el tabaco o el alcohol, pero sí tiene otras características habituales como la recompensa inmediata, la dopamina, el 'lo quiero ya'...
- ¿Hay esperanza?
- Sí, yo al menos sí la tengo. Creo que es un tema que cada vez tiene más presencia en las calles. Ahora necesitamos que el Gobierno Vasco se moje, como lo han hecho en otras comunidades autónomas. Así como un menor no puede conducir un coche, tampoco debería poder llevar un móvil a clase.
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