Lecciones emocionales de la pandemia

Afrontamos el tramo final del presente curso escolar en mejores condiciones gracias a la implicación, el compromiso y la seriedad que ha demostrado la comunidad educativa en su conjunto. A lo largo de los últimos tres cursos escolares, miles de personas han dado lo mejor de sí para mantener la educación presencial. Este logro, esta lección colectiva, merece nuestro reconocimiento y agradecimiento.

Nuestras alumnas y alumnos nos han dado toda una lección. Al igual que el conjunto de la sociedad, han tenido que afrontar una situación emocional inédita y asumir unas estrictas normas de seguridad, higiene y auto protección. El riesgo sanitario provocado por un virus desconocido ha marcado la pauta y nos hemos visto obligados a adoptar medidas que han afectado directamente al proceso de formación y maduración personal de las y los alumnos, a su forma de vida, relación personal, familiar y social. Las familias tuvieron que asumir un papel aún más activo y su compromiso e implicación ha sido fundamental. Creo que no debemos perder ese vínculo reforzado entre toda la comunidad educativa.

Iniciamos ahora una nueva etapa y hemos incluido la prioridad de la promoción del bienestar emocional en nuestra agenda. Somos conscientes de que alumnas y alumnos necesitan ahora una atención que va más allá de lo estrictamente académico. Debemos avanzar en los procesos de innovación y conectar los contenidos con habilidades socioemocionales: aprender a identificar y diferenciar las emociones; a desarrollar esas competencias emocionales y a gestionarlas. Debemos llevar a la práctica modelos pedagógicos más flexibles y personalizados. La reflexión sobre el nuevo currículo es una oportunidad para aprovechar los espacios de aprendizaje, impulsar en mayor medida la colaboración entre profesorado y alumnado, acercar el aprendizaje formal e informal, curricular y extracurricular. Una oportunidad también para seguir avanzando en otra de las lecciones de esta pandemia, la necesidad de estrechar los lazos de relación con la comunidad.

El profesorado, direcciones de centros, todas y todos los profesionales de la comunidad educativa han estado en todo momento en primera línea de respuesta a la pandemia. Si hemos podido hacer frente a los diferentes escenarios vividos ha sido gracias al compromiso de las y los miles de profesionales de la Educación que han mantenido los centros como espacios seguros ante la Covid. Su labor ha puesto de manifiesto cada día la importancia que la Educación presencial tiene para nuestra vida en comunidad. También en este campo afrontamos un reto emocional, porque tal y como afirma Daniel Goleman, la alfabetización emocional es más urgente que nunca. Nuestro reto es avanzar en la formación del profesorado en nuevas habilidades y conocimientos para afrontar contextos educativos cambiantes y, por supuesto, fortalecer las herramientas digitales al servicio de la pedagogía.

Aprendamos de todo lo vivido durante la pandemia para seguir avanzando en la mejora continua en nuestros centros educativos. Una mejora asentada en la colaboración de toda la comunidad, desde el liderazgo demostrado por los equipos directivos, el compromiso de nuestro profesorado y la participación de las familias. La pandemia nos ha puesto a prueba y son muchas las lecciones aprendidas. Hoy, el valor de la Educación va mucho más allá de impartir una materia, compartir un conocimiento, enseñar este o aquel contenido. Nuestra labor es formar y velar por la trayectoria vital de cada alumna y alumno.