Educación

Un 3,1% de los alumnos vascos de Primaria tiene altas capacidades

El departamento vasco de Educación realizó pruebas para detectar altas capacidades a 40.410 estudiantes de 1º y 6º de Primaria (6 y 12 años). La estrategia para la identificación, detección y respuesta educativa para este tipo de alumnado se extiende además a 1º de la ESO (13 años). El objetivo es una vez identificado «ofrecer una respuesta lo más adecuada y de manera temprana», según la viceconsejera de Educación, Begoña Pedrosa, a estos alumnos que requieren de una necesidad educativa específica. «Se trata de proporcionar el máximo acceso al aprendizaje y favorecer el desarrollo emocional del alumnado así como desarrollar su potencial y su competencias», explicó Pedrosa.

La estrategia de detección de altas capacidades consta de tres fases. La primera se realiza en las aulas con el tutor y la ayuda del profesorado consultor u orientador. En este primer cribado un 16,7% de los alumnos pasó a la segunda fase, la de detección específica donde se realizan observaciones directas, cuestionarios específicos, pruebas de detección y entrevistas con las familias. Con la información obtenida se determina un perfil individual, que en caso de ser compatible con altas capacidades intelectuales, se pasa a la tercera, y última fase, la evaluación psicopedagógica que concluye con la respuesta educativa a cada estudiantes con alta capacidad intelectual.

A lo largo del proceso se cuenta con la colaboración de un equipo de personal investigador experto en altas capacidades de la Universidad de Deusto. Tras la evaluación psicopedagógica, el siguiente paso es el del asesoramiento y orientación en la respuesta educativa que queda recogida en el Plan de actuación personalizado en el que se definen los objetivos que se pretender alcanzar, qué cambios se generarán en el currículum con enriquecimientos aleatorios, programaciones flexibles o aceleración.

Los estudiantes con altas capacidades intelectuales no se ajustan a una única tipología de alumnado, lo que «obliga a superar mitos instalados en la comunidad educativa, tales como que no necesitan ayuda, que es fácil de detectar o triunfa académicamente», manifestó Pedrosa. «Existe el riesgo de que un porcentaje importante de este alumnado no solo viva de manera negativa su vida escolar, sino que incluso fracase», indicó Pedrosa. Además «los roles de género y otras variables» dificultan la detección de las niñas «que tienden a no mostrar potencialidades, y a conformarse ocultando su capacidad».