Más de 7.000 trabajadores han certificado su profesión con la experiencia laboral en Euskadi

¿Formación o experiencia? ¿Práctica sobre el terreno o conocimientos teóricos? ¿Qué garantiza en mayor medida la capacidad para desempeñar determinado trabajo? O, más interesante aún, ¿qué es lo que piden las empresas? Las horas de experimentación aportan destreza y saber hacer, pero no documentos oficiales. Un título de FP, en cambio, sí lleva aparejado un soporte con el cual presentarse al mercado laboral, sin que ello signifique necesariamente pericia o garantía ante determinada tarea.

Para no desdeñar la vía de la experiencia y visibilizar toda esa práxis acumulada, es decir, para hacer que valga igualmente para demostrar unas cualidades, el Gobierno Vasco desarrolla un programa de acreditación de competencias profesionales. De esta manera, trabajadores que llevan años desempeñando unas funciones sin tener los estudios correspondientes pueden obtener, gracias a su experiencia, certificaciones y títulos de FP que otros han obtenido en un centro educativo tras cursar una serie de asignaturas.

Este planteamiento ha acercado a la ventanilla de la Administración a muchos trabajadores sin titulación oficial. Desde que en diciembre de 2021 se implantó en Euskadi el «procedimiento para la evaluación y acreditación de las competencias profesionales adquiridas por la experiencia laboral o vías no formales de formación», 7.000 personas han dado el paso de presentar su bagaje laboral para que se les reconozca oficialmente su capacitación.

Todos estos trabajadores han acreditado 35.000 unidades de competencia, esas píldoras formativas que componen un grado de Formación Profesional. Por tanto, no se trata de que la práctica equivalga automáticamente a un título, pero sí a parte del mismo. Los propios evaluadores del programa indican al participante la formación complementaria que debería cursar para obtener ese título oficicial de FP.

Por citar un ejemplo práctico, el ciclo de grado superior 'Técnico Superior en Construcciones Metálicas' consta de cuatro certificados de profesionalidad y un total de trece unidades competenciales, tales como 'definir productos de calderería' (150 horas), 'realizar cálculos y planes de prueba en calderería y estructuras metálicas' (180 horas), 'diseñar esquemas de tubería industrial' (150 horas) u 'organizar la fabricación y ejecución de los procesos de unión y montaje de construcciones metálicas' (210 horas). En función de cuántas de esas capacidades podrá acreditar un trabajador con experiencia, le restará más o menos para obtener el título oficial.

El programa se ajusta a esos fontaneros, albañiles, pintores, electricistas, cocineros, administrativos y trabajadores de otros muchos gremios que se sumergieron en el mundo laboral antes que en los estudios, la mayoría por necesidad o proximidad del negocio familiar. Sus aptitudes no constan de manera oficial en ningún lado y, sin embargo, tienen su valor. Con la posibilidad de certificar esas competencias, los participantes pueden aspirar a puestos de trabajo en los que hace falta una titulación oficial o incluso lograr ascender en la empresa.

Existen unos requisitos. Quien quiera traducir en un documento la capacidad adquirida con la experiencia debe justificar al menos 3 años con un mínimo de 2.000 horas trabajadas en total en los últimos 15 años transcurridos antes de la presentación de la solicitud. Para las unidades de competencia de nivel I (básica), se requerirán 2 años de experiencia laboral con un mínimo de 1.200 horas trabajadas en total. En función de la cualificación a la que se opte, habrá que ser asimismo mayor de 18 o de 20 años. Además, hay que acreditar nacionalidad española, ciudadanía de la Unión Europea o, en su defecto, autorización de residencia y/o trabajo en vigor en España.

Fuentes del departamento de Educación explican que la filosofía del programa consiste en «reconocer las habilidades y conocimientos que los trabajadores han ido adquiriendo tanto en su empleo como en los cursos realizados, sin necesidad de tener estudios previos ni hacer exámenes».

Y es que este programa permite asimismo obtener certificados por la formación realizada. En este caso, se deben justificar al menos 300 horas en los últimos 10 años transcurridos antes de la presentación de la solicitud. Para las unidades de competencia de nivel I, se requerirán al menos 200 horas. En los casos en los que los módulos formativos asociados a la unidad de competencia que se pretende acreditar contemplen una duración inferior, se deberán acreditar las horas establecidas en dichos módulos.

El interesado en acreditar su profesión a partir de su experiencia lo puede hacer bien de manera presencial en los centros integrados de FP de la red vasca o bien rellenando el formulario que está disponible en el sitio web del departamento vasco de Educación (www.euskadi.eus), en el que simplemente debe introducir sus datos personales y la familia profesional a la que pertenece.

El Instituto Vasco de Aprendizajes Futuros está siendo el encargado de gestionar las peticiones y coordinar a los centros de FP. Revela que «ha llamado mucha gente y han llegado muchas solicitudes». La campaña mediática del pasado otoño y las facilidades concedidas –ya no hay que pagar, ni hacer curso de formación de manera obligatoria– han convencido a muchos autónomos y empleados en pequeñas empresas familiares a dar el paso.

El procedimiento se configura además ahora como un servicio que ha de ser prestado de forma permanente, a diferencia del sistema anterior, en el que la evaluación y acreditación de las competencias profesionales se sujetaba a convocatorias puntuales, en las que se limitaban tanto las unidades de competencia a evaluar y acreditar como el número de participantes. Por eso, es previsible que la cifra de 7.000 trabajadores crezca en los próximos meses.