Farah Ben Ali: «Estoy decidida a lograr mi sueño: la moda»
El servicio doméstico le permitió regularizar su situación, pero nole ha hecho olvidar su vocación de modista y diseñadora. «Me siento bilbaína», asegura
itsaso álvarez
Bilbao
Jueves, 30 de enero 2020, 16:22
«Soy Farah de Marruecos. Soy modista y diseñadora. Cuando terminé mi carrera hice mis prácticas y trabajé para una empresa alemana tres años. ... Después di clases de modista dos años más. Luego me quedé sin trabajo y la situación era muy difícil. Mi padre estaba enfermo de diabetes y parkinson, no tenía jubilación y su tratamiento era muy caro. Mi madre también necesitaba cuidar su salud. Por eso decidí salir de mi país». Farah llegó hace catorce años a Bilbao y dice que se siente «bilbaína» y «orgullosa» de la que considera su ciudad. Farah ha contado su historia muchas veces en los últimos años, de viva voz y por escrito. Acude a la entrevista con cuaderno y bolígrafo. Viste abrigo negro y una camisa que ha hecho ella misma y lleva abalorios artesanales bereberes, la etnia de la que procede. «Anoto todo», se disculpa esta mujer que habla castellano, francés, alemán, árabe y amazigh, la lengua bereber.
Los datos
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Farah Ben Ali tiene 49 años y nació en Nador, a 15 kilómetros de Melilla. Ha trabajado una década como interna para una familia vizcaína y ahora es empleada doméstica externa. En Bilbao tiene a una hermana.
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Estudió para ser modista y diseñadora en Tánger Ha trabajado como tal en Marruecos y Alemania.
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El 11,2% de la población de origen extranjero que hay en Euskadi (24.822 personas) proviene de Marruecos, según datos de Ikuspegi, el Observatorio vasco de la Inmigración
Arranca a leer. «Me vine con una mochila muy cargada, con un sueño, poder trabajar en lo que me gusta, la moda, pero antes tuve que centrarme en regularizar mi situación y trabajé durante muchos años con una familia cuidando a dos personas ancianas. Una familia respetuosa y preocupada por la situación social y por ayudar a personas que lo necesitan. Me empadronaron y buscaron información con abogados para hacerme los papeles. En cuanto pudieron me hicieron la oferta de trabajo. Mis condiciones salariales y jornada de trabajo se respetaban de acuerdo a la ley. Me trataron siempre como una más de la familia y valoraron incluso mis aportaciones culturales. ¡Les encanta el cuscús y el tajín! También les preocupaba que yo no pudiese ver a mi familia. Mi padre falleció mientras yo estaba aquí trabajando, por suerte tenía los papeles y pude viajar a pasar el duelo con los míos».
Farah cuenta que profesa la religión musulmana y que no lleva velo. Y que casi desde que llegó se puso en contacto con varias asociaciones de acogida a inmigrantes, para establecer lazos con otras personas en su misma o parecida situación. En algunas de ellas participó incluso como voluntaria. Destaca por encima de todas 'Torre de Babel', con sede en la Fundación Ellacuría.
«Estoy muy integrada»
«Somos un grupo de mujeres migradas que por obligación trabajamos en servicio doméstico. Intercambiamos ideas, nos apoyamos mutuamente, reivindicamos nuestros derechos como personas migradas y como ciudadanas de Bilbao y participamos en actividades socioculturales y reivindicativas». En Marruecos, explica Farah, es habitual «intercambiar visitas, por eso aquí no he querido encerrarme en casa, y la acogida de otras mujeres ha sido un regalo para mí». Se da la circunstancia de que todas las del grupo son «latinas». «He aprendido mucho de sus países y al mismo tiempo estoy muy integrada con mujeres de aquí», indica.
«En mi país es habitual intercambiar visitas. Por eso aquí no he querido encerrarme en casa»
Farah está sumida en estos momentos en otro viaje, construir su propia marca de moda, Farah. «Con paciencia, el proceso es complicado». Ya ha hecho sus pinitos. Recientemente ha tenido ocasión de presentar una colección en el Hotel Carlton de Bilbao fundamentada en el caftán, una túnica de colores muy alegres muy tradicional en Marruecos que se caracteriza por sus mangas anchas y que se puede realizar en diversos tejidos y ser corta o larga hasta los pies, además de ser combinada con accesorios modernos. Los caftanes se hacen a mano y a medida, algunos pueden llegar a estar bordados en oro. «Las mujeres vascas están abandonando el gris y el negro y se atreven cada día con más colores en su atuendo», indica Farah. Cree por ello que este es el momento oportuno para irrumpir.
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