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Un empleado de Txagorritxu introduce a un paciente en un ala de la sexta planta, zona cero del contagio en Álava. DV

La crisis de Txagorritxu obliga a reorganizar sus servicios para evitar el colapso

Llaman a médicos y enfermeros de libranza y a personal de Santiago para suplir a decenas de compañeros aislados en sus domicilios

DAVID GONZÁLEZ y SAIOA ECHEAZARRA

Domingo, 1 de marzo 2020, 07:35

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El peor escenario posible. La confirmación de dos casos de contagio del coronavirus en Vitoria, un par de médicas internistas de Txagorritxu, ha desencadenado una crisis en el hospital. Tras la certificación de ambos positivos –en la tarde del viernes y la mañana de ayer–, decenas de doctores, enfermeros y auxiliares que tuvieron contacto con las infectadas fueron enviados a sus hogares como medida de precaución. Todos pasarán una cuarentena –de unos quince días– con el veto de pisar la calle.

Semejante pérdida de efectivos amenazaba con el colapso del principal centro hospitalario de la provincia, precisamente el designado por el departamento vasco de Salud como primera línea de defensa ante cualquier caso de coronavirus. Por eso, Osakidetza convocó de urgencia a profesionales de libranza, así como a personal destinado en Santiago, el otro hospital vitoriano de la red pública, desde la misma tarde-noche del viernes, cuando se anunció la aparición de la paciente cero. Ayer se produjeron nuevas llamadas de 'reclutamiento' forzoso.

Un botón. La práctica totalidad de los integrantes de la unidad de Medicina Interna, la zona cero del contagio y localizada en la sexta planta, han sido relevados y aislados en sus respectivas viviendas. A todos se les han tomado muestras que, en los próximos días, dictaminarán si sufren contagio o no. El proceso de verificación dura cerca de cuatro horas. También confinado en su casa, el responsable de la unidad, fue de los primeros en someterse a este análisis. Dio negativo.

Siete pacientes han sido aislados en la sexta planta del principal hospital de Álava

Prevención

Con la reorganización de los recursos se busca no alterar la actividad y las operaciones programadas

Los perjuicios

El laboratorio tiene capacidad para realizar «una treintena de diagnósticos al día»

ANÁLISIS A LOS EXPUESTOS

«Nadie nos ha dicho nada»

La reorganización de buena parte de los servicios del centro, así como las diversas reuniones de crisis celebradas en las últimas horas pasaron desapercibidas a en los pasillos de las ocho plantas del edificio, que cuenta con cerca de 480 camas, y donde ayer reinaba una aparente calma. «Nadie nos ha dicho nada. Todo lo que sabemos es por lo que hemos leído en la prensa», refería en el vestíbulo principal Estíbaliz, de visita mañanera a un familiar. En la puerta de entrada principal, el único dispositivo de gel para las manos apenas contenía producto desinfectante a mediodía.

Seis plantas por encima, en el epicentro del contagio, algunas enfermeras se cubrían el rostro con mascarillas. Otras las portaban como improvisados colgantes. «No parece que sea para tanto», se decían en alto varios visitantes sentados en un banco junto a un familiar. Media docena de camas sin dueño se apilaban en el pasillo central. Las habían sacado de las habitaciones para alojar a un único paciente por estancia. A medida que pasaban las horas, su número fue en aumento.

Y es que, poco después del mediodía, un ala de esta planta polivalente se cerró para alojar a siete enfermos, ya ingresados por otras dolencias, que tuvieron contacto con las dos médicas ahora infectadas del neovirus llegado desde China. La paciente cero, presumiblemente contagiada tras un viaje a Málaga, pasó consulta al menos durante cinco días antes de ser diagnosticada. Se desconcozca aún el número exacto de personas expuestas.

En la cuarta planta, un fornido vigilante de seguridad custodiaba el acceso al área convertida en el gabinete de crisis. Desde allí se han confirmados los dos casos alaveses. Ha sido como una segunda casa para la consejera de Sanidad, Nekane Murga, quien ayer protagonizó dos apariciones públicas para hacer un llamamiento a la calma.

La reubicación de los efectivos sanitarios también se ha gestado en esta sala, en la que ayer no paraba de entrar y salir gente. «Garantizar la agenda de intervenciones quirúrgicas es básico. Aparte, el propósito de estos cambios internos es el de intentar minimizar los perjuicios por la cuarentena aplicada al personal expuesto», deslizaron fuentes internas de Osakidetza.

«Solo nos dejan asomarnos a la puerta para ver a los familiares»

En la sexta planta de Txagorritxu, donde se aisló a varios pacientes por posible contagio del coronavirus, los escasos familiares que aguardaban en la zona de espera pudieron visitar a los ingresados, aunque con algunas precauciones y acompañados por personal sanitario. «Solo me han dejado verle desde la puerta de la habitación y poniéndome mascarilla. No dejan acercarte», contaba una mujer, cuya hermana estaba entre las personas confinadas. «Las enfermeras que entran van con el traje de protección», describía. En realidad, su familiar llevaba ingresada desde hacía días por otra dolencia, pero pasó a aislamiento por haber sido una de las pacientes que estuvo en contacto con la primera doctora infectada en el centro alavés.

A algunos de los recluidos, explicó la misma mujer, «ya les han hecho las analíticas y han dado negativo, según me acaba de informar un sanitario. Están todos bien. Ahora hay otro grupo de pacientes a los que les van a hacer pruebas».

Una joven aguardaba junto a una niña pequeña en la sala de espera de la misma planta: «Tenemos al abuelo en la zona de aislamiento», explicó hasta que una enfermera les indicó que mejor salieran a las escaleras. Su familiar también estaba hospitalizado por otra dolencia y el confinamiento obedece a un contacto con las médicas infectadas.

Con las mascarillas

En Urgencias, donde se suponen que podrían aparecer posibles contagiados, las mascarillas brillaban por su ausencia a la mañana. Ningún facultativo las llevaba. «Pusieron hace un par de días unas mascarillas para que las cogieran de una en una y la gente se las llevó en un periquete», deslizó un trabajador del hospital.

Este panorama varió por la tarde. Todo el personal de cara al público se protegía con este preciado objeto. En Vitoria solo un puñado de farmacias cuenta con existencias. Lo mismo sucede con los geles desinfectantes.

La tranquilidad aparente solo se rasgó cuando restaban unos pocos minutos para las 18.00 horas. «Póngase la mascarilla», ordenó una enfermera a una mujer, cuya madre se encontraba pendiente de ser tratada. «Nos tratan como a apestados. Llevamos ya media hora aquí. ¿Quiere que mi madre se muera?», replicó la segunda. «No se puede entrar a la sala de espera», recibió como respuesta. Cuando aparecieron vigilantes de seguridad, el termómetro volvió a bajar.

Detalles del sábado en el hospital

Toma de muestras de saliva entre el personal sanitario

Personal sanitario de Txagorritxu tomó muestras a lo largo de ayer a compañeros en situación de riesgo por su contacto con las dos médicas infectadas por el coronavirus. La operación se realizó en un par de tandas.Hubo una a primera hora de la mañana. Mientras que la segunda tuvo lugar a la tarde. Cada evidencia fue trasladada a la octava planta, una zona acotada al público y que aloja el laboratorio de epidemiología. Según fuentes internas del centro, «los resultados de todos los análisis tardarán varios días en conocerse».

Fin de semana con menor actividad

El fin de semana hace que la incidencia de la alerta sanitaria en el funcionamiento de Txagorritxu quede distorsionada. En las jornadas de sábado y domingo, el hospital siempre registra un grado de actividad bastante menor. La prueba de fuego de los cambios de turnos y relevos entre el personal sanitario empezará mañana, cuando el centro recobre la normalidad de las consultas, operaciones e ingresos. También depende de otros factores, como la posibilidad no descartada de que surjan nuevos positivos.

Mascarillas cerradas bajo llave ante las 'desapariciones'

Las mascarillas se han convertido en objeto codiciado incluso dentro de las dependencias hospitalarias. En unidades con acceso limitado, los empleados encargados de estos suministros las guardan en carros bajo llave después de que en estos días hayan bajado sus existencias. La medida resulta algo chocante ya que son los propios especialistas los que insisten en que estas protecciones sólo se prescriben a los infectados. Ayer, la Ertzaintza les cedió mascarillas que se guardaban en la cercana comisaría de la calle Portal de Foronda.

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