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La industria de la ciencia y la investigación en Euskadi continúa consolidándose año a año. A pesar de la tormenta que se avecina desde los ... Estados Unidos por las erráticas políticas en materia científica del gobierno de Donald Trump, que están coartando «la libertad» de miles de profesionales, «el País Vasco puede salir adelante porque Europa y Asia son también muy potentes en estos sectores», sostiene Fernando Cossío (San Martín de Villafufre, Cantabria, 1960), director de Ikerbasque, la Fundación Vasca para la Ciencia. «La industria de la ciencia en Euskadi ha dado un gran salto en la última década», se felicita.
- Donald Trump está en boca de muchos miembros de la comunidad científica. ¿En Euskadi también?
- Sí, claro. No somos ajenos a lo que pasa en Estados Unidos. Es catastrófico que esta falta de libertad para explorar, para pensar y para criticar venga de un país como este.
- La controvertida política arancelaria de la administración Trump amenaza con encarecer las exportaciones de todos los productos, incluidos los relacionados con la ciencia y la investigación. ¿Esta crisis puede afectar al País Vasco?
- Puede haber incidencias, sí. Hay instrumentación científica en laboratorios vascos que procede de Estados Unidos, pero también de otros países como Japón, Alemania o Reino Unido. Es complicado calibrar el alcance de esta crisis global, así que siempre habrá que tener en cuenta el ámbito en el que se mueva cada equipo de científicos e investigadores.
- ¿A usted le va a afectar?
- Nosotros, por ejemplo, tenemos un laboratorio en el que la mayor parte del material lo compramos en Reino Unido, Alemania y Suiza. Hace años que no compramos nada en Estados Unidos, pero en otros laboratorios puede que suceda al revés.
- Cuando hablamos de ciencia y exportación de Estados Unidos, ¿de qué tipo de materiales estamos hablando?
- Históricamente, lo que han solido exportar son equipos sofisticados de microscopía, espectroscopía, espectrometría, etc. Quiero resaltar que en estos ámbitos la industria europea es también muy competitiva.
- ¿Pretende lanzar un mensaje tranquilizador?
- Sí. Lo que quiero decir es que en la mayoría de los casos siempre va a haber una alternativa de garantías que se pueda comprar en Europa o en Japón. De hecho, en algunos casos son las primeras opciones por encima de la vía americana.
- ¿Cree que la industria científica vasca está preparada para soportar esta tormenta desatada por Trump?
- Mi certeza es que estamos preparados para minimizar los daños. Insisto en que, mirando a Europa y a Asia, se puede sobrevivir en estos sectores industriales sin una relación comercial con los Estados Unidos. No es algo general, ni crítico, pero sí que puede haber laboratorios que se vean más afectados por esta tensión comercial a nivel global.
- Hay una profunda preocupación entre los científicos por las controvertidas políticas de Trump. ¿Qué está pasando?
- Mire, la ciencia va mucho más allá de equipamientos, instrumentos o laboratorios. Trasciende todo eso. La ciencia son valores, y desde el punto de vista de esos mismos valores, todo lo que está haciendo el gobierno de Donald Trump es una muy mala noticia. Están coartando la libertad para explorar, para pensar, para criticar modelos ya existentes y mejorarlos o sustituirlos por otros nuevos... Es horrible.
- ¿Cuáles son los campos de investigación que se pueden ver más afectados?
- Muchos, muchos. Por ejemplo, hablo de fenómenos de química atmosférica, de simulación de procesos vinculados al clima, de desarrollos de vacunas, o de desarrollos de procesos biológicos relacionados con la evolución darwinista cuyas investigaciones quedan en entredicho. Es todo tan absurdo que es imposible saber cuál va a ser el siguiente movimiento.
- (...)
- Repito, esto es una muy mala noticia para la ciencia, porque necesitamos esa libertad para poder respirar. Es catastrófico.
- ¿Más viniendo de una potencia mundial como los Estados Unidos?
- Bueno, aquí se da una circunstacia curiosa, porque siempre ha sido un país lleno de contradicciones.
- ¿En qué sentido?
- En la investigación científica que tiene que ver con la evolución de las especies, incluida la humana, por ejemplo. Mucha gente sabe que en algunos estados hay problemas para poder enseñar las teorías de la evolución en los colegios. Pero, claro, es un país tan grande que estos microdesastres eran absorbidos por el sistema general.
- ¿Siente que ahora están más expuestos a los ojos del mundo?
- Sí, sin duda. Con esta administración tan fanática y tan anti-científica, esta situación se va a agravar.
- Por si fuera poco todo lo que está pasando, ahora Trump reta y amenaza a un gigante académico como la Universidad de Harvard. ¿Puede esta tensión afectar al prestigio de las instituciones universitarias americanas?
- Claro. Es una mala noticia sobre otra. Yo, que he estado investigando en Los Ángeles y que he recomendado a antiguos estudiantes de doctorados ir a centros americanos, me lo voy a pensar ahora dos veces antes de volver a aconsejar a nadie que vaya a los Estados Unidos.
- ¿Le da miedo?
- Es que pienso en posibles deportaciones y... No sé, antes, este tipo de situaciones uno se las esperaba de países como Irán o Rusia. Ahora, los Estados Unidos podrían entrar en esta lamentable división.
- ¿Hay movimientos para traer a los científicos vascos que están allí de vuelta?
- Es cierto que, dadas las circunstancias, ese retorno de algunos investigadores vascos que emigraron a Estados Unidos puede estar ahora más cerca. Veremos. Nosotros ya teníamos un programa de atracción y repatriación de talento, el Basque Fellows. Esta es una herramienta ideal para una situación como la actual, por eso ya estamos planificando las primeras sesiones informativas para hacerles saber que pueden continuar sus carreras aquí, en Euskadi.
- ¿Cuándo van a ser esas sesiones?
- Pronto, en mayo.
- Volvamos y crucemos el charco. ¿Está satisfecho con el papel que desempeña Euskadi en el ámbito de la investigación?
- Razonablemente, sí. El triunfalismo nunca es bueno y hay aspectos en los que, sin duda, podemos mejorar, pero también quiero reconocer que nuestra situación es buena y ha mejorado de modo significativo en la última década.
- En estos años de progreso, ¿qué papel desempeñan las universidades vascas?
- Uno fundamental. Están haciendo un gran esfuerzo, especialmente la más grande, la UPV/EHU, pero no me olvido de los centros tecnológicos o de los Bercs (Basque Excellence Research Centre). Vamos a ir a más en los próximos años.
- ¿Cuáles son los retos del futuro para la ciencia vasca?
- Tenemos que seguir aumentando nuestra capacidad y nuestro impacto, aunque repito que creo que la situación es buena. Pero siempre podemos ir a más en campos como la medicina o las investigaciones biomédicas en el ámbito clínico. Es interesante también el polilingüismo, porque Euskadi, dadas sus circunstancias, es un laboratorio natural. Aquí se pueden hacer muchos estudios sobre este tema.
- La mujer sigue sin tener un rol importante en la ciencia. ¿Qué van a hacer para revertir la situación?
- Nosotros en nuestra plantilla tenemos dos tercios de hombres y un tercio de mujeres. Hicimos recientemente una propuesta a Bruselas centrada en la captación de investigadoras jóvenes, porque cuando están en esa etapa de la vida les resulta más sencillo adaptarse a la situación altamente competitiva de las carreras científicas. En áreas como la biomedicina sí hay igualdad y el porcentaje de becas ERC (European Research Council), que son la Champions de la investigación, nos dice que casi la mitad son mujeres. Hay que seguir equilibrando el sistema, pero creo que vamos en la buena dirección.
Ikerbasque fue capaz de atraer en el año 2024 un total de 47 millones de euros en materia de inversión para sus distintos proyectos. «Ese dinero no te lo regalan, hay que ganárselo», reivindica Fernando Cossío, el director de la agencia. La Fundación Vasca para la Ciencia consiguió dos millones más que en 2023.
- Son muchos millones, ¿no?
- Sí, es una cantidad considerable. Además, son fondos competitivos; es decir, no está escrito en ninguna parte que nos los tengan que dar. Hay que ganárselos, solamente se conceden en función de la calidad de las solicitudes recibidas. Eso quiere decir que nuestros proyectos compiten muy bien a nivel europeo.
- En la plantilla de Ikerbasque hay 402 profesionales procedentes de 35 países diferentes. ¿Qué aporta esa interculturalidad?
- Una capacidad fortísima de colaboración. Trabajar en red, aumentar el número de contactos, los consorcios... Son muchas ventajas, incluso también en el tema de la lingüística, donde se combina en ocasiones el castellano, el euskera y el inglés. Esta interculturalidad nos hace más competitivos.
- Ikerbasque cuenta con científicos que llegan de universidades de prestigio mundial como el MIT, Harvard u Oxford. ¿Qué le dice eso?
- Que estamos en el radar internacional. Le voy a contar una anécdota para ilustrar esta idea. Hace tiempo yo acudí a un congreso y se me acercó un Premio Nobel. Me dijo que se iba a retirar pronto y que tenía a varios alumnos posdoctorales a los que pensaba que, tal vez, debería recomendar ir a Ikerbasque. Me habló en concreto de uno de ellos y me preguntó si yo creía que era un buen candidato. Finalmente, esa persona vino aquí y consiguió la plaza Ikerbasque. Esta es una experiencia reveladora que habla de lo bien que está Euskadi en I+D+I.
- Europa también ha premiado en varias ocasiones las iniciativas de Ikerbasque para la atracción de talento. ¿Cómo lo hacen?
- Tenemos investigadores de mucha calidad y unas infraestructuras muy buenas.
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