Muere un piloto pamplonés al caer con su avioneta en una calle de Noáin

Según testigos, «hizo extraños» en el aire, descendió y acabó al final de la calle, alejada del núcleo urbano de Noáin, donde chocó contra un coche aparcado y empezó a arder.

El accidente ocurrió a las seis y veinte de la tarde de este jueves. El piloto, muy experimentado, regresaba de Sabadell, adonde había volado el martes para realizar labores de mantenimiento de un avión bimotor de su propiedad. Era el único ocupante.

Cuando ya se acercaba al aeropuerto de Noáin, comunicó a la torre de control de que uno de los dos motores le había fallado, por lo que iba a realizar un aterrizaje de emergencia. Se activaron entonces todos los protocolos de seguridad del aeródromo.

La avioneta cayó en el paseo de la Estación, junto a las vías del tren, donde hay cuatro viviendas. Según testigos, se escucharon ruidos de frenada antes de que la aeronave golpeara con una de sus alas en un coche aparcado y acabara en una pequeña cuneta, donde el aparato se incendió. El piloto falleció en el acto.

El primero en acudir al lugar fue un bombero del aeropuerto, que apagó la avioneta con una manguera de los vecinos. También confirmó que el piloto había fallecido.

La caída del tendido eléctrico sobre el coche dificultó las labores de extinción del fuego, hasta que los técnicos de Iberdrola cortaron el suministro. La Guardia Civil investiga lo ocurrido.

El último accidente aéreo mortal en Navarra tuvo lugar el 19 de mayo de 2016. Tres personas fallecieron al estrellarse una avioneta en el centro de la localidad navarra de Arbizu. Las víctimas fueron dos hombre y una mujer que procedían de Portugal y que se dirigían a Francia.

Puy Ayensa, vecina del paseo de la Estación, se disponía a abrir la puerta de su casa para coger su coche e ir a Pamplona de 'Juevintxo' cuando escuchó un ruido muy raro, «como de un frenazo muy grande». Al abrir la puerta, su coche estaba movido, otro vehículo envuelto en humo y el fuego ya había prendido por el campo que está situado frente a su casa, el comienzo de una ladera que acaba en Noáin. Entonces no lo sabía, pero una avioneta se había estrellado en su calle. «Me he puesto histérica y he empezado a gritar. Estaba sola en casa y me he encerrado porque empezaban unas explosiones tremendas».

Todavía con el susto en el cuerpo, y a pocos metros de su coche, que ardía tras el cordón policial, esta mujer de unos 45 años intentaba no pensar en qué habría ocurrido si no se hubiera dejado las llaves del coche en casa.

Eran en torno a las seis y veinte de la tarde. Salió de casa y fue hacia el coche, un BMW. Pero entonces reparó en que no había cogido las llaves. Volvió a su casa, tomó las llaves y regresó hacia la calle. Pero cuando iba a abrir la puerta escuchó un ruido «como de un frenazo muy grande, un ruido raro, no sabía si era un tren que descarrilaba. He salido corriendo y estaba todo en llamas, y de la avioneta salía mucho humo. Su vehículo entonces no estaba en llamas. «Solo tenía la ventanilla rota y estaba movido. Me he salvado por segundos».

Rápidamente apareció un bombero del aeropuerto, que saltó la pared hasta la casa del vecino y tomó una manguera con la que apagó las llamas de la avioneta. A las ocho de la tarde, con su coche todavía ardiendo, no sabía si iba a poder pasar la noche en su casa.