Un total de 185 personas velan actualmente cada noche por la seguridad durante los fuegos artificiales
El Ayuntamiento de San Sebastián elevó en 1986 las medidas preventivas, que se han ido mejorando con zonas cerradas más amplias y más medios y personal durante los fuegos
El accidente de aquel 14 de agosto de 1985 llevó al Ayuntamiento de San Sebastián a diseñar un plan de seguridad para los fuegos artificiales más estricto que el que se había mantenido en vigor, con pequeñas variaciones «durante 80 años», según explicó el alcalde de entonces, Ramón Labayen. Aquel protocolo ha conocido diversas modificaciones hasta elaborar el actual, que contempla un perímetro cerrado más amplio y más medios y personal para garantizar la máxima seguridad, por la que cada día velan 185 personas, entre las 21.00 y las 00.00 horas.
El equipo desplegado para velar por el evento más multitudinario de la Semana Grande, con más de 50.000 espectadores cada día según la organización, está formado por Ertzaintza, 26 guardias municipales –otros 64 desplegados por el resto de la ciudad–, 33 agentes de Movilidad, 17 miembros de DYA, 10 de Cruz Roja, 8 bomberos, 3 técnicos de protección civil, 9 brigadillas de limpieza, 6 en la limpieza de fuegos, 31 trabajadores de Sureuskadi, 2 electricistas, 3 personas en megafonía, personal de Donostia Festak... Con sus vehículos, embarcaciones, drones... Según explicaron ayer el subinspector de Protección Civil, Jon Uranga y el oficial de la Guardia Municipal Juan Carlos Lazcano.
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Cada noche se establece una zona de seguridad alrededor del recinto desde el que se lanza el material pirotécnico, que oscila entre los 156 metros y los 214 metros en el caso del mar, hacia donde deben ir dirigidos los artificios más potentes. A las 21.00 se desaloja la zona del Náutico, que es baldeada con agua, al igual que el ayuntamiento. A las 21.30 se empieza a cerrar el perímetro con un total de 130 vallas repartidas en 11 puntos, y se riega su interior. Para las 22.30 ya no se podrá entrar en esta zona, que estará completamente desalojada, incluidos sus 19 locales de hostelería. Tras los fuegos, se vuelve a baldear el área y con un dron se vigilan tejados y árboles para evitar rescoldos.