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Iris Cejudo, propietaria del café Kantoi, abre el toldo de su establecimiento, que el Ayuntamiento ha ordenado retirar de la fachada. UNANUE

«Sin el toldo seremos invisibles»

Comerciantes y hosteleros de la Parte Vieja rechazan la orden municipal de retirar estos elementos. Apuestan por consensuar un modelo que cumpla las exigencias estéticas y de seguridad que se establezcan en la futura normativa y contenten a los vecinos denunciantes

JORGE F. MENDIOLA

SAN SEBASTIÁN.

Sábado, 10 de febrero 2018, 09:43

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El terremoto que para hosteleros y comerciantes de la Parte Vieja ha supuesto la orden del Ayuntamiento de retirar los toldos anclados a las fachadas vivió ayer réplicas a pie de calle. El debate y la polémica están calientes en el barrio, no en vano la decisión del departamento de Urbanismo tiene consecuencias más allá de lo estético.

Así lo advierten desde los sectores afectados, cada cual con sus propios argumentos. Para los hosteleros, la existencia de un toldo representa la diferencia entre ofrecer un espacio cubierto a los clientes fumadores o no poder hacerlo. Para muchos comerciantes, el parasol también es media vida, no solo porque les permite proteger el género expuesto en el exterior sino por la estrechez de algunos escaparates.

«Sin el toldo seremos invisibles», asegura la responsable de una tienda que prefiere preservar el anonimato. Por su ubicación, entre bares y sin actividad comercial alrededor, la lona con el nombre del local es el principal reclamo para atraer a potenciales compradores.

«Para nosotros es inviable cumplir esta orden. Nos perjudica muchísimo. El toldo es vital para este negocio y supongo que para la mayoría, porque al final el toldo se pone por algo. Además, este año no está siendo demasiado boyante. Se está notando desde finales de verano una caída de la afluencia de público y, por tanto, de las ventas», subraya.

Aunque eligieron un color similar al de la piedra arenisca del edificio para que el impacto visual fuera mínimo, su toldo también está fuera de la normativa, que prohíbe la «construcción de otros cuerpos volados o avanzados tales como marquesinas, retablos o toldos», según se recoge en el artículo 69 del Plan Especial de Rehabilitación de la Parte Vieja. Esta comerciante considera que «hay cosas mucho más feas en la calle, como los expositores y tenderetes» que acostumbran a utilizar algunos establecimientos. «Antes que los toldos, que apenas ocupan espacio, hay mucho que barrer en el barrio».

En la esquina de Mayor y Fermín Calbetón, Iris Cejudo, propietaria del café Kantoi, muestra su «total desacuerdo» con la decisión de Urbanismo. Explica que cuando ella se hizo cargo del negocio los toldos ya estaban instalados. «Han pasado más de siete años y aquí no ha venido nadie a decirme nada». Hasta ahora, que la carta del Ayuntamiento ha llegado a sus manos: «Todo esto me huele a que simplemente es una forma más de recaudar», concluye.

Cejudo recuerda que con la ley antitabaco en vigor, los fumadores seguirán saliendo a la calle a consumir, por lo que el toldo resulta fundamental para completar los servicios del establecimiento. Y pide que no paguen justos por pecadores. «Es verdad que algunos se pasan y extienden los toldos hasta la mitad de la calle. Nosotros solo lo abrimos un metro cuando llueve, para que la gente salga, se tome el café y fume. Y el de Fermín Calbetón casi no lo usamos, así que no creo que molesten».

En este sentido, Raquel Luis del Río, dueña de La Pelitxata, en la calle Narrika, dice no entender «por qué Urbanismo concede de pronto tanta importancia a los toldos sin antes solucionar otros problemas, como el hecho de que la Parte Vieja se haya convertido en un bazar por el reiterado incumplimiento de todas las ordenanzas» sobre ocupación de la vía pública.

El lunes, reunión en Ijentea

Ayer fue un día de reuniones y encuentros en el barrio, tanto dentro como fuera del círculo de las asociaciones vecinales y sectoriales, que son las interlocutoras directas con los responsables municipales. Para el lunes se ha fijado una cita en el Ayuntamiento y el martes algunas de ellas informarán a sus asociados de la situación y los avances que se hayan podido producir.

Uno de los retos sobre la mesa de negociaciones es «buscar una salida consensuada» -avanzó el concejal de Hostelería y Comercio, Ernesto Gasco-, para lo que los afectados apuestan por definir un modelo de toldo igual para todos los establecimientos y que cumpla las condiciones estéticas y de seguridad que se establezcan en el Plan Especial de Rehabilitación de la Parte Vieja. «Quedaría bonito: un toldo que unifique el paisaje», señala un hostelero de 31 de Agosto que tampoco quiere revelar su nombre. «No se puede aplicar una normativa obsoleta que no está adaptada a la realidad de hoy», añade como crítica al gobierno municipal.

La homogeneidad que reflejan las opiniones de comerciantes y hosteleros no es tal en el discurso de los residentes. Hay que recordar que la orden del consistorio de retirar los toldos se ha dictado tras reiteradas denuncias vecinales y un apercibimiento del Ararteko por el incumplimiento de las normas vigentes. Hay incluso quien fuera de micrófono habla de «presiones personales» al delegado de Urbanismo por parte de los denunciantes.

«Los toldos no me molestan, siempre y cuando quede espacio suficiente para que pase una ambulancia. Porque aquí vivimos muchas personas mayores», opina María, de la calle San Jerónimo. Un sentir mayoritario.

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