La trastienda de la fiesta
«No sé ni cuántos churros vendo al día»La Aste Nagusia termina pero la churrería Arturo sigue estos días vendiendo sus manjares a quienes caigan en la tentación
Martin Sansinenea
Domingo, 20 de agosto 2023, 07:06
La Aste Nagusia ha tocado a su fin pero la churrería Arturo seguirá estos días preparando manjares para quienes pasen delante de su puesto ... y se queden engatusados con el aroma de los churros recién hechos. «No sé ni cuántos churros podemos vender al día», afirma orgulloso Arturo Manchado, segunda generación de una saga de churreros.
A las tres de la tarde, Arturo abre su churrería para comenzar a preparar todo. La masa para los churros, el aceite para freírlos, o el chocolate para untarlos son algunas de las cosas que se hacen antes de abrir. Un proceso que este churrero conoce, y muy bien. «Nací debajo del mostrador, mis padres comenzaron con este negocio hace ochenta años, y después de mí ha venido mi hijo a coger las riendas de la churrería», destaca.
Tres generaciones que han ido de fiesta en fiesta preparando este típico manjar. A pesar de haber sido parte de las festividades, Arturo asegura que «durante estos últimos años nos hemos quedado en la Plaza de Easo, pero antes nos movíamos por todas las fiestas de la zona».
Sin embargo, su puesto durante la Semana Grande se ubica en frente de la biblioteca Koldo Mitxelena. Además, su horario durante las fiestas es distinto al habitual. «Durante esta semana comenzamos a las 16.00 de la tarde y cerramos sobre la 1.00», afirma. Un horario que se suele extender una hora más para recoger y dejar todo limpio para la próxima jornada.
No obstante, Arturo subraya que «hay otros lugares de la ciudad que tienen más ambiente, y en esos sitios nos hemos solido quedar hasta las 4.00». Esto se debe en gran medida a las personas que se mueven por lugares como el centro o la Parte Vieja. En esas zonas están «quienes salen de fiesta y durante la noche compran unos churros para coger más fuerzas».
Relevo generacional
Sin embargo, la trayectoria que tiene esta churrería hace que a pesar de su ubicación siempre tenga clientes. «Usamos unos 20 kilos de harina y 25 litros de agua todos los días para hacer la masa de todos los churros que vendemos», afirma. La clientela en Semana Grande sube y, además de su hijo Arturo, les echa una mano Maite, una amiga de toda la vida que además de ser empleada «es como si fuese una más de la familia, siempre ha estado con nosotros».
Aunque sea una profesión a la que se ha dedicado con entusiasmo, Arturo asegura que en la Aste Nagusia viene «simplemente a echar un capote a mi hijo» . A sus 65 años, tiene otros cometidos, como dedicarse «a realizar trámites y gestionar todo lo relacionado con la churrería». Eso sí, hace un llamamiento a «mantener este tipo de negocios familiares ya que son los que llevan aquí toda la vida y los que por desgracia se están perdiendo».
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