«Hay que pitar un poco menos y tener más paciencia»
La calle de la memoria ·
Advertían a los guardias de circulación que «resulta ya un tanto pesado y molesto tanto pitido»MIKEL G. GURPEGUI
Martes, 13 de febrero 2018, 06:28
Piii, piiiii! ¡Broooum! La calle de la Memoria se nos ha llenado hoy de ruidos. Estamos hace 65 años y en San Sebastián resuenan pitidos ... y truenos.
DV, sección 'Saski-naski', 13-II-1953: «Había pasado un poco la furia con que los guardias de la circulación se entregaban a dar pitidos. Y conste que no somos enemigos de que se ordene la circulación, ni del sistema de las rayas amarillas. Pero todo ello con un poco de medida y con la ponderación necesaria».
«Resulta ya un tanto pesado y molesto tanto pitido como vuelve a escucharse, y tanto molestar a los peatones y no peatones. Hay que pitar un poco menos y tener un poco más de paciencia para tratar a los violadores de las zonas ictéricas con los mejores modos posibles. Y sobre todo cuando se trata de gente humilde que comete la infracción por desconocimiento».
Anda que llamar «zonas ictéricas» a las marcadas por rayas amarillas... En fin, alejémonos de los silbatos de los guardias, que no nos dejan escuchar... los truenos.
DV, sección 'Ecos de Sociedad', 13-II-1953: «Llevamos unas noches de 'tamborrada' que me sonrío de la de San Sebastián. Cuando más profundamente dormimos, nos despiertan con gran sobresalto unos truenos que, junto con el viento, hacen temblar a los edificios y a sus moradores. Por si esto fuera poco, van acompañados de fuerte granizada y aguaceros que golpean las ventanas con terrible fuerza y estrépito, indignados de que mientras ellos son lanzados al ataque, nosotros estemos bajo techado».
«¡Ah, si ellos lograran entrar en nuestros aposentos! Mejor será no imaginarlo. Muchas veces he pensado que estas grandes tronadas las organiza Santa Bárbara (...) y que tiene sobrado fundamento para hacerlo. Nadie se acuerda de ella hasta que truena, y como artillero que soy, me parece muy bien que, cuando así le plazca, haga invocar su nombre a quienes la tienen relegada al olvido...».
Otro ruido, este no repetitivo sino producido sólo una vez, lo encontramos en el Centro, donde en febrero de 1953 tuvo lugar un comentado choque entre dos trolebuses.
DV, noticia, 13-II-1953: «Ayer, a las nueve y media de la mañana, en la calle de Legazpi, en la zona de parada destinada a los trolebuses, se hallaba el de servicio de Amara número 12, cuando recibió un fuerte golpe por la parte posterior, ocasionado por el trolebús número 11, del servicio de Venta Berri, conducido por Angel Jiménez».
«A consecuencia del choque resultaron heridos María Esnal y Josefa Salvatierra, que fueron asistidas en la Casa de Socorro, y Concepción Liria y Juan Cruz Ayestarán, que se trasladaron a sus domicilios sin recibir asistencia facultativa en el citado centro. La Autoridad interviene en el hecho».
Mientras interviene la «Autoridad» con mayúscula, nos vamos con sonidos más agradables, que el 13 de febrero de 1953 tocaba concierto de la Asociación de Cultura Musical en el Victoria Eugenia, con Doménico Ceccarossi a la trompa, la pianista Annarosa Tadei y la Orquesta de Cámara del Conservatorio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión