Ciudadanos | Max Junwoo Bai y Ayoon Inés Cho
«Pasamos días de incertidumbre por si la clientela dejaba de venir»La pareja de surcoreanos ha abierto el bar BUL en la calle Carquizano
Esta es la historia de un sueño cumplido. Hace once años, Max y Ayoon Inés, un joven matrimonio surcoreano, abandonaron su país natal para mudarse a Donostia. Un reportaje emitido en la televisión sobre la ciudad y sus pintxos fue el detonante de su cambio de vida. Max, entonces actor y modelo, anhelaba descubrir los secretos de la cocina vasca y abrir su propio negocio hostelero. Ayoon Inés no dudó en embarcarse en la aventura cinco días después de dar el 'sí, quiero' ante el altar. Desde hace dos semanas regentan el bar BUL, en Carquizano, 9, donde se hallaba el Mesón Bidea Berri.
– ¡Felicidades! Ustedes dos son la prueba de que los sueños pueden hacerse realidad.
– ¡Sí! Gracias. Desde que llegamos a San Sebastián, teníamos claro que queríamos abrir nuestro propio establecimiento. Los dos últimos años nos hemos centrado en buscar el local ideal. Pero cuando el local nos gustaba, no encajaba en el presupuesto, y cuando encontrábamos uno que sí se ajustaba, parecía que la reforma costaría demasiado. Pasamos dos años muy frustrantes.
«Llevamos más de diez años viviendo aquí y sentimos que Donostia es como nuestro segundo hogar»
– Afortunadamente, esa búsqueda dio sus frutos...
– Era, de verdad, un momento desesperado en el que pensábamos que teníamos que coger cualquier sitio. Entonces, a través del profesor de cocina Josetxo Lizarreta, –lo conoció en la escuela de cocina Luis Irizar, donde Max estudió–, supimos que un matrimonio mayor que había llevado un bar en el mismo lugar durante 24 años se iba a jubilar. Tuvimos la suerte de conocer personalmente al dueño con la mediación del profesor y compartir un buen momento con él. ¡Josetxin es nuestro ángel guardián! Nos ayudó muchísimo.
– Y así tomaron el relevo de Antonio Carrillo y su mujer, Sacramento Pérez, al frente del Bidea Berri.
– Los antiguos dueños se jubilaron el 31 de agosto tras una hermosa fiesta de despedida. Sin tiempo para emocionarnos, nos han pasado muchas cosas de golpe. Aún nos queda mucho camino por las obras, pero en poco tiempo, apenas cinco días, hicimos lo máximo que pudimos.
– ¿Cuándo abrieron?
– El 5 de septiembre. Ya han pasado dos semanas.
– Han rebautizado el bar como BUL. ¿De dónde viene ese nombre?
– Significa fuego en coreano. Fue idea de Max, –responde Ayoon–. Él se ocupa de la cocina y yo, del interiorismo. Soy muy fan de los colores. Cualquiera que haya visto mis cuadros lo notará enseguida. Sin embargo, a Max le gusta tanto el negro, que quise ambientar el local con una paleta en blanco y negro, sin colores. Preparé plantas negras de papel, diseñé la carta y los cuadros murales. También los menús, escritos a mano sobre papel hanji (tradicional coreano). Me encargo de todo lo visual fuera de la cocina. Pensé que me harían falta diez manos. A Max le pasa igual.
– ¿Qué acogida ha tenido su negocio en los pocos días que lleva en marcha?
– Llevamos más de diez años viviendo aquí y sentimos que Donostia es como nuestro segundo hogar, pero al fin y al cabo seguimos siendo forasteros y las personas que no nos conocen bien no saben cuánto amamos esta ciudad... Así que pasamos días de incertidumbre pensando en si los clientes habituales dejarían de venir. Qué preocupación...
– ¿Y qué ha ocurrido?
– ¡Han seguido viniendo! Queremos expresar nuestro agradecimiento a los clientes por interesarse y disfrutar de una cocina que quizá les resulte diferente. Como muchos de ellos son habituales de toda la vida, seguimos manteniendo gran parte del menú anterior. Pero, poco a poco, vamos definiendo nuestro propio estilo, procurando siempre conservar la esencia de los sabores vascos y, al mismo tiempo, ofreciendo la oportunidad de descubrir los sabores de Corea.
– ¿Cuáles son sus especialidades de origen coreano?
– Tenemos tres platos típicos del BUL por ahora. El primero es, sin duda, el perrito coreano.
– ¿Perrito coreano? ¿En qué consiste?
– Es un perrito caliente típico coreano, pero el nuestro es una fusión vasco-coreana: crujiente por fuera y con txistorra por dentro. Lo servimos con una salsa coreana de gochujang (ligeramente picante y dulce) y mayonesa de mostaza. Usamos una masa parecida a la de los buñuelos, rebozamos la txistorra con queso y la freímos con panko. ¡Una combinación sabrosa y diferente!
– No suena nada mal...
– Y si te gusta la salsa del perrito coreano, tienes que probar el picantón. Es pollo joven a la brasa que servimos con la misma salsa. Es un auténtico sabor de Corea. Allí se come con cerveza.
– ¿Y el tercer plato típico?
– Las costillas de cerdo fritas. Las servimos bañadas en una salsa de soja dulce y salada. También es un verdadero sabor coreano, y la reacción de los clientes está siendo excelente. Nos alegramos mucho de que les gusten.
– ¿Por qué se decantaron por el barrio de Gros?
– Por el ambiente. Nos gusta mucho Gros. Hay mucha vida en las calle. Están llenas de gente de aquí, más que de turistas.