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Cambio de planes en la Bretxa. La Sociedad de Fomento, actual gestora del ámbito, ha decidido suspender el contrato para construir la nueva marquesina de ... las baserritarras para reubicarlas junto al resto de asentadores en el futuro mercado, en la planta baja del edificio Pescadería. Con este movimiento se busca mejorar sus condiciones, despejar más la plaza y aprovechar unos puestos que se había reservado en el interior la anterior concesionaria y que permanecían vacantes.
La decisión de Fomento, dirigido por la concejala socialista Ane Oyarbide, se ha trasladado ya a las caseras de la Bretxa y se ha compartido con el socio del gobierno municipal, el PNV. La sorpresa era evidente ayer en el mercado porque la obra para construir la nueva marquesina ya se había adjudicado con un presupuesto de 686.000 euros. El lado opuesto de la plaza, donde se pensaba trasladar a las baserritarras, estaba ya vallado para ejecutar la nueva protección que tendrían las vendedoras.
El motivo de esta decisión se encuentra en que Fomento se ha dado cuenta al comenzar a redactar el proyecto del nuevo mercado que el anterior concesionario (Baika) había reservado «4 o 5 puestos que estaban vacantes y que se pueden aprovechar», junto a otros espacios libres, para trasladar a las 12 baserritarras ahora en activo.
Ane Oyarbide
Concejala responsable de Fomento
Fomento tendrá que indemnizar al adjudicatario del contrato para ejecutar la marquesina con un 6% del presupuesto de la obra, «unos 50.000 euros», pero se ahorrará el resto de la cantidad que se había pensado gastar. La motivación para este cambio de decisión no es económica, según explica Oyarbide. «A las caseras se les van a mantener las ventajosas condiciones económicas actuales, pero reubicadas dentro del mercado en mejores condiciones, protegidas de las inclemencias meteorológicas, lo que va a permitir despejar definitivamente la plaza y rehabilitar totalmente la fachada trasera del edificio Arkoak, además se evitarán estrangulamientos en la entrada de este edificio y en el acceso a la plaza desde Aldamar. La decisión será buena para el conjunto del mercado, solo le vemos ventajas, aunque las baserritarras se hayan mostrado recelosas al cambio», indicó la responsable de Fomento.
La recolocación de las caseras dentro del futuro mercado, en la planta baja del edificio Pescadería, se realizará sin modificar el reparto de puestos pactado con los asentadores por el anterior concesionario y que Fomento se ha comprometido a respetar. Según ha podido saber DV, la zona pensada para las baserritarras en este edificio son unos espacios próximos al acceso que se abrirá por la calle Aldamar. Las caseras no tendrán unos puestos como los de los asentadores pero «lo que iban a tener fuera, lo van a tener dentro, con el mismo espacio y con mejor protección y mejores condiciones». El portavoz de los asentadores, Salvador Aguirre, vio con buenos ojos la medida si no se cambiaban las condiciones pactadas con ellos en el reparto de puestos del futuro mercado.
En definitiva, Fomento prevé para la Bretxa una situación parecida a la del mercado de San Martín, donde las baserritarras tienen sus puestos de venta dentro del edificio del mercado y comparten espacio con el resto de asentadores.
Lo que no podrá evitar esta decisión es un retraso para la reubicación definitiva de las caseras. Si hasta ahora se preveía un traslado este mismo verano, con el cambio se deberá esperar a la apertura del nuevo mercado, en la primavera del año que viene, para su definitiva instalación en la Bretxa.
Las baserritarras de la Bretxa siempre han querido vender en la calle a cielo descubierto, lloviera, nevara o hiciera un sol abrasador. «Estar en la calle les da una visibilidad y una accesibilidad que no tienen dentro y que ayuda a vender», explica un comerciante de la Bretxa, que recuerda cuando en los años 60 algunas tenían puesto dentro pero «preferían estar fuera bajo una simple sombrilla». Hoy su opinión es la misma. Aunque no estaban estusiasmadas con la ubicación bajo la nueva pérgola, que les iba a constreñir el espacio y les colocaba mirando al norte, explican que la perspectiva de entrar al edificio Pescadería «no la queremos para nada». «Preferimos estar en la calle», reiteraron ayer tres de ellas a DV. «¿Después de 6 años en estas jaimas nos vienen ahora con estas? Aquí no estamos mal pero nos entran a robar cada dos por tres».
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