Ciudadanos
«Nací y crecí entre telares, urdimbres, lanas. No podía ser más que... tejedora»Ana Oliver Ruiz O arquitecta. Pues también estudió arquitectura y piensa que hay edificios 'textiles'
Es un lugar interesante. Una zona que incluso tiene un punto de misterio. El taller/escuela/territorio de ensueños, tafetanes, hilaturas, lanas, algodones, linos, varillas, ... marcos de lizo, perchas de madera donde se descubre un teléfono, el 148, de un viejo negocio de telas en Jönkoping, la ciudad sueca sureña donde nació Agnetha Åse Fältskog, miembro de ABBA, se encuentra en el 50 de la Avenida de Navarra. Antes hubo allá una agencia de transportes. No está lejos del taller automovilístico Kepa. Ni de esa bajada a un patio abierto donde aparcan los coches de los vecinos. Está frente al colegio de los Jesuitas. No lejos de un estudio fotográfico.
– Antes de todo lo demás me vas a contar un puñado de historias de amor y amistad,¿verdad? Y de solidaridad. Y de complicidad. Antes de ponernos a hablar de tu proyecto/realidad: Larsson Textil Design. La primera, la de tu abuela. Y la de tu abuelo.
– Sí, en este lugar se entrecruzan muchos sentimientos y emociones. Mi abuela, Torborg, a quien todos llaman aquí Karin, y que ya tiene 93 años, vino de Suecia a Vizcaya; de la ciudad de Jönkoping, situada en la riviera del lago Vättern, a Sopelana y Barrika. Con la idea de trabajar de lo suyo, fisioterapeuta. Al principio se hospedaba en Bilbao, en una pensión. También tenía habitación allá un malagueño, José; había subido al norte por cuestiones de trabajo. Se enamoraron. Se casaron. Se quedaron en Vizcaya. Ahora viven los dos en Suecia. Voy mucho a verlos. En nuestra casa de Barrika siempre hubo un telar. Mi abuela no tenía el arte textil como profesión pero sí como afición. Mi madre Matilde sí estudió Diseño Textil en Suecia. Y al volver creó Larsson Design. Larsson es en realidad mi cuarto apellido. Crecí entre urdidores y tafetanes. Siempre fue mi vida. Cuando iba al colegio me extrañaba que mis compañeras y compañeros no tuvieran un telar en su casa. Y a ellos que yo vistiera ropas hechas por mi madre...
«'We are textil Artists!' gritaba mi madre en el aeropuerto cuando nos abrieron las maletas y descubrieron nuestros hilos y nuestro stelares de cintura de peine rígido»
– Si Larsson es tu cuarto apellido eso significa que tu padre se apellida Ruiz y se llama...
– Javier. Imprescindible en el apoyo total y para todo lo que tenga que ver con la construcción de mis telares, para hacer que las maderas que me regaló José Manuel tuvieran cabida en mi taller. Para imaginar los telares de cintura de peine rígido que mi madre y yo llevamos a todos los sitios y con los que empiezan a tejer quienes vienen a aprender.
– Ya me dirás quién es Jose Manuel pero ¿esos telares de peine rígido son los que dejaron ojipláticos a los oficiales aduaneros de Gotemburgo?
– Los mismos. Tejer es nuestra pasión así que en las horas que suele haber de espera en un aeropuerto los sacamos, nos los atamos a la cintura con cuerdas o cinchas y tejemos. ¿Ves esos ganchos en la pared?
– Si, no creo que sean percheros individuales minimalistas.
– No. Para nada. Sirven para enganchar el telar y que las alumnas practiquen. Y sí, al verlos los aduaneros no daban crédito. Lanas, palos, un pequeño rodillo. Es un instrumento muy antiguo. Las mujeres tejedoras del Cuzco o de México lo utilizan desde épocas muy anteriores a Colón, a la hispánica. Pero eso no podías explicárselo a los guardias. Mi madre solo decía «We ar textil artists». En cuanto a José Manuel...
– ¿Sí?
– Es mi vecino. Vivo en Rodil. Llegó un momento en que tenía tantos telares en casa y tantas alumnas que dormía en el salón. Por eso me decidí a venirme aquí. Por el espacio, por la luz, por los árboles. Porque la gente ve los telares desde la calle y se maravilla. Porque me gustaba mantener la estructura del lugar. A José Manuel le pedí maderas que vi en su terreno. Me las regaló. Ahora es mi proveedor de frutas y hortalizas que me trae de su huerta. Es ya un amigo, un cómplice que vino con su familia a la inauguración. Fue hace muy muy poco.
– En el titular dices que solo podrías ser lo que eres, tejedora. Pero has trabajado en el Zinemaldia 71 en el departamento de entrevistas y te graduaste en Arquitectura en la UPV.
– Me gusta la arquitectura. Las formas, las columnas, el diseño. Es la más humanista de las carreras científicas. Llegué a ella después del boom de los grandes edificios y también tras la gran crisis inmobiliaria. No me sentía extraña en los estudios. Mucha de la arquitectura que me atrae tiene algo de 'textil'. Me interesan los números, las medidas. Pero no me gusta para nada, el mundo en el que hubiese tenido que desarrollar mi profesión así que también estudié diseño textil.
– Telares de pedales, telares verticales... Todo un universo de artesanía. Un mundo cadencioso.
– Otra manera ¿no? de la filosofía Slow... Slow Fashion, Slow Food, Slow Life. Tomarte tu tiempo. Para crear. Para vender. ¿Sabes? No quiero abrir tienda on line. Mis bolsos tienen nombre y personalidad propia (Ronne, Otta, Dala, Lule y Aby). Quienes los compran, también son gente única y yo quiero entregarlos en mano (hay quien los recoge en mi casa de Rodil) o empaquetarlos y llevarlos a Correos para que lleguen a México. En un telar haces cosas que nunca son iguales. Tampoco la gente.
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