Ciudadanos | Eugenia Tenenbaum
«En la máquina del tiempo no iría ni a 'los felices 20' ni al XIX ni al Renacimiento»Vino invitada por Arteliburu21 y el KMK; invitada por Emaús y por TBK
Empezó a publicar contenidos en las redes sociales a los 14 años. Tuvo que elegir nuevo apellido. Tanto como bloguera como en su dedicación de ... divulgadora cultural. Escogió el de una familia regia, los 'Royal Tenenbaums' de la película de Wes Anderson. No. no fue por el personaje de Anjelica Houston sino por el de Margot, interpretado por Irina Gorovaia y Gwyneth Paltrow. Se identificaba con esa criatura tan llena de secretos. Acaba de terminar su grado en Historia del Arte. Con un trabajo final sobre las brujas. Ha publicado dos libros, 'La mirada inquieta' y 'Las mujeres detrás de Picasso', Ha estado en Donostia hasta ayer. Cenó en el Kaskazuri y se tomó un vermouth al atardecer. En el Tánger.
– Bienvenida, bien hallada y buen viaje tengas. Te subiste a Donostia desde Madrid porque...
– Bastantes motivos ya los hemos puesto en un negro más fuerte sobre blanco de periódico al otro lado. Pero venir vine aceptando la invitación de Arteliburu21, esa asociación que ama el libro de artista, el arte de la encuadernación y se preocupa por 'conocer, estudiar, experimentar, producir y difundir las artes y oficios del libro en general'. Di una charla, 'La figura del artista y sus posibilidades en el cambio social'. En el Convento Santa Teresa.
«Habéis hecho de las brujas un símbolo de identidad, porque no sabía lo que eran los gaztetxes y me ha fascinado esa idea de un centro social okupado autogestionado»
– Participaste también en una cena-coloquio en el Kaskazuri y te liaste (a gusto) en el festival Nómada, encuentro entre agentes culturales, sociales y personas en riesgo de exclusión.
– Potente. Mucho. Como esta tierra y como vosotros. Quizás lo idealice de forma romántica pero me atrae vuestra fuerza. He estado en Vitoria, he pasado por Gasteiz. He conocido los gaztetxes. He visto que para vosotros vuestras brujas son ya un símbolo identitario, una realidad política, bien contextualizada. Puede, por el contrario, que nuestras meigas, hayan sido arrinconadas en el folclore, como criaturas que solo existen en las aldeas, trajinando con sus hierbas y sus conjuros.
– No sé qué decirte. Cuando algo se estudia demasiado y se toma como bandera puede convertirse en eso, en algo sobre lo que disertar o filmar. Las vuestras por el contrario, están vivas, existen. Piensa que hay historiadoras que niegan su existencia.
–Acaso tengas razón. sí. Lo que está claro es que la(s) quema(s) de brujas fue un auténtico genocidio. Que no preocupó en demasía. ¿60.000 mujeres menos? Pues bien. No te creas, pasa algo parecido ahora mismo con los feminicidios. Desde Ana Orantes, se contabilizan más asesinatos de mujeres que los cometidos por los terroristas. En Estados Unidos matan a más de 1.800 mujeres al año. En los atentados del 11S murieron 3.000 personas.
– Tampoco es que las cifras mejoren a favor nuestro en los tan admirados países escandinavos.
– No. Y además resulta muy curiosa la fascinación que desde el Sur sentimos por ese Norte que acostumbra a despreciarnos. Y lo digo desde aquí donde sucede que estamos en el Norte del Sur. Parece que todo lo bueno lo sitúamos hacia arriba y lo malo al Sur.
– Y los que viven muy al Norte empiezan a mirar mal a quienes viven algo más abajo. Y llegamos a Francia que nos mira mal a nosotros y a nosotros nos dio por despreciar a Portugal hasta que nos dieron unas cuantas lecciones de revolución y dignidad. Y luego miramos a África.
–Pasa también en el universo de las clases sociales, ¿no crees? Ahora los burgueses se niegan a llamarse así y les parece muy romántico decir que ellos también trabajan. Marta Ortega está orgullosísima de haber empezado doblando camisas en Zara. Muy bonito pero no creo que con un contrato basura. Y va el obrero y desprecia a su compañero de clase que en realidad es quien, con la fuerza que da la unión, puede sacarle de la opresión. Pero no, prefiere admirar al patrón, soñar con parecerse a él sin darse cuenta de cuánto le desagrada él a su amo.
– Al igual que otras historiadoras tan interesantes como tú, dices que la Edad Media no fue tan oscura como nos la venden.
– También digo, porque es así, que las esculturas grecorromanas estaban pintadas, era policromas. No, la Edad Media no fue un agujero negro. Ni siquiera para nosotras. Lo que no tuvimos fue Renacimiento. Si los viajes en el tiempo fueran posibles, no me metáis ni en el siglo XVI, ni en el XIX. Cuando sentimos nostalgia del pasado que no vivimos nos imaginamos en él con nuestro estatus de ahora, nuestros derechos y privilegios pero la mayoría formaríamos parte de la plebe, de los que se morían de hambre, de los menesterosos, de las mujeres encerradas, muertas en el parto. Si caso, me gustaría saltar a la era victoriana para atisbar el mundo de aquellas protofeministas, de aquellas socialistas utópicas, de aquella, por ejemplo, Mary Wollostonecraft. Pero creo que como mujer y lesbiana vivo en el mejor de los tiempos. Junto a una juventud preciosa y en lucha.
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