Ciudadanos
Los López, Donostia- el mundo-Donostia: «Eres libre. Decides que entras a Mongolia, cruzas Rusia o bajas a Grecia»Paola González, Hernán López, Lúa, Liam y Lena Donostia-el mundo-Donostia
Hubo un tiempo en que 'Los López' (argentinos de Mar de Plata) vendían cremas. En Mallorca. Luego lo hicieron en Donostia, en la Bretxa. Se tomaron unas vaciones. Largas. Se fueron a Costa Rica y allí pensaron que ¿por qué no? Podían seguir rodando. Por el mundo, por el mundo todo. Regresaron y se hicieron con ese pedazo de furgoneta diesel sin turbo, considerada ya vehículo histórico. La puso en marcha Sebastián, su mecánico oficial, con taller (Rolcars) en Escolta Real, y, con el depósito lleno, en 2017 salieron los cinco de viaje. De viaje sin fin. 100.000 kilómetros después han regresado. Pero no, por ahora, con la intención de quedarse aquí para siempre. Han venido a presentar su libro ('El mundo a mis pies', escrito por Lúa), a tomarse un txakoli y un pintxo. Empezarán a viajar hacia el sur y luego acaso embarquen para Sudamérica.
– Hablemos del libro entre sorbo y sorbo de mate. Muchos amigos en su diseño, Lucy, Mercedes, Pablo...
– Es un buen libro. Divertido. Lleno de color. De dibujos. De aventuras. Bilingüe castellano-inglés. Una edición de 'Los López X el mundo'. Acabamos de dar un salto a Bilbao para recoger directamente unos cuantos, muchos, ejemplares directamente de la imprenta. Vamos a venderlo por todos los rincones. Vamos a dar charlas en todos esos encuentros de caravanas que hay por aquí y por allá. Después de tomarnos el txakoli, la gilda y el helado (tres motivos más por los que los Lopez volvemos a Donostia) reemprendermos la ruta, hacia Valencia, hacia el Sur. Soñando con que el libro sea, aparte de lo maravilloso que nos ha resultado sacarlo adelante, una de las fuentes de financiación de nuestro salto hacia Sudamérica.
«La furgoneta es un vehículo histórico, sí. Pero no rehuimos la tecnología. No solo nos facilita el trazado de las rutas sino que es imprescindible, mediante las aplicaciones de tradución, para comunicarnos en Ulan Bator o en Estambul»
– ¿Os vais para allá?
– Eso queremos. Por un lado, porque nuestra vuelta al mundo está por la mitad. Hemos ido hacia el Este del globo terráqueo y nos falta fijar el rumbo hacia el Oeste. Segundo, pero importantísimo, porque hace unos nueve años que no vemos a nuestra familia argentina. Tercero, porque nuestros hijjos, que conocen Nepal y Serbia no han estado en Mar de Plata.
– ¿Iríais en avión? Y si la respuesta es afirmativa, ¿qué hacéis con la autocaravana?
– En esas dudas y complicaciones estamos. La autocaravana ha de ser transportada por mar.
– ¡Soberbio! Vosotros cinco podríais hacer el viaje en el mismo carguero. Como los grandes aventureros de antes. Leyendo a Conrad, viendo ballenas y peces voladores...
– Sería uno de los capítulos cumbre de nuestra vuelta al mundo pero parece que esos barcos mercantes, esos cargueros,no admiten pasajeros. Y en caso de admitirlos sería un joven mochilero que se pagase el pasaje ayudando en la cocina o en otra tareas. Pero no una familia de cinco con tres niños. Hemos oído que acaso, tal vez, encontremos un barco en Italia pero es incierto. Nos da pena. Sería muy bonito. Y también entra en juego la plata. Cinco billetes de avión transoceánicos son muy caros.
– Pongamos el cuentakilómetros a cero pues ya nos hemos catapultado hacia el futuro. Queriendo ir hacia el Este, os fuisteis desde aquí a Portugal...
– Ningún reloj, ningún rutómetro, ningún patrocinador (ni teníamos ni lo buscamos) nos obligaba a cumplir ni horarios ni destinos. Portugal estaba ahí, no lo conocíamos y además, yendo allá, cuando saliéramos toda Europa nos quedaría al Oriente. Europa significó mucha, mucha carretera, Francia, Hamburgo, Serbia, Bulgaria, Grecia. Pasamos a Turquía. Entramos en Irán, Pakistán.
– ¿Todo bien? Seguro que vuestras embajadas os desaconsejarían ciertos destinos.
– Por supuesto que lo hacían, pero la gente es buena allá a donde vayas si tú entras en su país con honestidad.Cada vez que llegábamos a un lugar de lengua y costumbres distintas poníamos en nuestra caravana carteles explicativos en el idioma local explicando quiénes y qué eramos. En Irán...
– ¿Sí?
– Hay muchos problemas para conseguir diesel, combustible reservado casi exclusivamente para los camioneros. Nos ayudaron a llenar nuestra Hymer, no sabes con qué amabilidad. En Rusia, a donde entramos por Barnaúl, lindando con Kazajistan, gente que hablaba español se ofrecía para hacer de intérpretes a lo largo de nuestro recorrido por lo que sería la Rusia más profunda hasta llegar a Europa. Había guerras, conflictos pero en el cara a cara los humanos somos eso, gente que necesita de y ayuda a otra gente.
– Fuisteis a Laos. Y a Singapur. Casi dos polos opuestos, ¿no?
– Y tanto. Singapur es una ciudad tecnológica, Laos un lugar que parece anclado cien años atrás. Cada tierra y sus habitantes son un mundo. Camboya, Nepal...
– ¿Ninguna intención de asentaros en algún lugar?
– Quizás cuando nosotros nos hagamos mayores y Lúa, Liam y Lena vayan a la Universidad. Tal vez tener un terrenito al que volver por un tiempo; un poco de tierra, algo nuestro. Puede que en Asturias...