El locutorio que guarda las sillas de playa
Un establecimiento de telecomunicaciones cercano a la playa de La Concha se ha convertido en una atractiva alternativa para los usuarios que este año no tienen toldo
Decenas de donostiarras se sienten extraños por segundo verano consecutivo sin el servicio de toldos en las playas de San Sebastián. «Si me siento en el suelo luego no me levanto», es el sentir de muchos usuarios de los arenales para los que además cargar a diario con la silla en el autobús les resula incómodo.
Por ello una treintena de usuarios de la playa de La Concha han encontrado su tabla de salvación a esta contrariedad en el locutorio Pukara ubicado en calle Zubieta 1. El establecimiento de telecomunicaciones se ha reconvertido en consigna para sillas y sombrillas por una cuantía de 20 euros al mes. «Este año tenemos 30 clientes que utilizan este servicio. Los meses más potentes son julio y agosto y cada hamaca está numerada para que no existan confusión entre usuarios porque muchas de ellas suelen ser del mismo modelo y color», señala Edison, propietario del locutorio Pukara.
«Dejo mi silla aquí desde el verano pasado cuando no pusieron los toldos. No quiero ir cargada desde Amara Viejo. No me compensa», explica Miren Fresnero, que acude a la playa todos los días en compañía de su nieto Mikel. «Sólo dejamos de hacer este plan cuando llueve. Si está el día gris también venimos, así que nos compensa guardar la silla y el champero en el locutorio», cuenta la abuela del niño mientras arrastra su carro en el que porta todos sus enseres. «Siempre nos sentamos a la altura del hotel Niza, a pesar de que este año tampoco haya servicio de toldo que incluye el uso de tres sillas. Todo el mundo se sienta por la misma zona. Un vecino de toldo fue quien me habló de este servicio», relata Miren mientras posa su silla en el arenal y se dispone a dar crema a su nieto.
El locutorio se convierte en una parada obligada media mañana para las más de treinta personas que guardan su silla en este establecimiento cercano al arenal así que el ajetreo es constante. «Utilizo este servicio porque no hay toldos. Ya no tengo edad para sentarme en el suelo y luego levantarme con dignidad», destaca Beatriz, vecina de la calle Prim del centro de Donostia. «Me enteré de esta opción por el 'boca a boca'. Me resulta muy cómodo dejar los aperos de playa guardados en el locutorio y no cargar con ellos desde casa», explica Emeri, vecina del barrio de Egia mientras abandona el local rumbo a la playa de La Concha.
«El auge de las videollamadas y las llamadas gratuitas a través de whatsapp han provocado que cada vez menos gente utilice los locutorios para contactar con sus familiares residentes en el extranjero», explica Edison Chico, ecuatoriano que lleva afincado en Euskadi desde hace veinte años y que regenta el locutorio Pukara desde hace catorce años. En esta coyuntura de transformación digital, este empresario optó hace varios años por diversificar su negocio. Entre otras medidas con la transformación en consigna de una antigua sala de ordenadores conectados a internet. «Entre la pandemia y las obras del metro que tenemos en frente he tenido que tirar de imaginación para no tener que cerrar», destaca este padre de cuatro hijos.
Los usuarios consultados tienen claro que cuando se vuelvan a instalar los toldos optarán por utilizar este servicio. Pero es previsible que otros muchos continúen utilizando la consigna del locutorio atraídos por el precio y la comodidad.