Llegan las carabelas portuguesas a San Sebastián con el hallazgo de varios ejemplares en la playa de la Zurriola
Una bandera alerta de la presencia de estos organismos, aunque hasta el momento no se ha registrado ninguna picadura a bañistas en la zona
J. F.
San Sebastián
Jueves, 24 de julio 2025
Ya está aquí, puntual como cada mes de julio de los últimos años, la carabela portuguesa. Este jueves se han visto los primeros ejemplares en San Sebastián, en concreto en la playa de la Zurriola, tal y como recoge la fotografía difundida por el consistorio donostiarra. Tal y como se preveía debido a la presencia de carabelas portuguesas en las últimas horas en arenales de Asturias y Galicia, finalmente se han dejado ver en la costa guipuzcoana. Los servicios municipales han colgado en la playa de Gros la bandera que alerta de la presencia de medusas para que los usuarios tomen las debidas precauciones y eviten los peligrosos tentaculos de estos organismos.
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El Ayuntamiento de San Sebastián también informa que de momento no se han registrado casos de picaduras, si bien recomiendan precaución. Tampoco ha hecho falta avisar a los bañantes del resto de playas de la capital guipuzcoana ya que no se han avistado ejemplares allí.
Los expertos de Azti ya habían avisado de presencia de carabelas portuguesas hace 10 días, aún en aguas lejanas a nuestros arenales, aunque en las últimas horas ya se han acercado a playas gallegas y asturianas, desde las que sí se han reportado diversos avisos de picaduras. «Normalmente si hay un primer goteo suelen llegar más y las temperaturas cálidas facilitan la reproducción, de las medusas en general», avisaba hace unos días Asier Nieto, de este centro científico. Como casi cada verano desde 2008, ya están en la costa guipuzcoana.
También la Diputación Foral de Bizkaia ha alertado este jueves de la detección de varios ejemplares en el arenal de Bakio, donde ha ondeado la bandera roja durante toda la jornada. También se han avistado medusas de esta especie en los arenales de Laga y La Arena a lo largo de la tarde. En principio, se han producido dos picaduras de carácter leve en Bakio.
El fenómeno no es exclusivo de Euskadi. Hace solo unos días, se registraron los primeros avistamientos en las costas de Galicia y Asturias..
Picadura y contacto peligroso
A menudo confundida con una medusa, la carabela portuguesa es en realidad un organismo colonial, un «superorganismo» compuesto por varios individuos especializados que trabajan de forma coordinada. Su característica más visible es un flotador lleno de gas o vela de entre 15 y 30 centímetros que le permite desplazarse impulsada por el viento y las corrientes marinas. Bajo el agua, posee tentáculos que pueden alcanzar hasta 50 metros de longitud, aunque normalmente miden unos 10 metros. Estos tentáculos están equipados con nematocistos, células urticantes capaces de inocular un potente neurotóxico.
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La carabela portuguesa es un carnívoro, que utiliza sus tentáculos venenosos provistos de cnidocitos para atrapar y paralizar a pequeñas presas acuáticas como peces y plancton, las cuales son luego introducidas en la boca hasta la cavidad gastrovascular para su digestión. A pesar de su llamativo aspecto, su belleza esconde un riesgo considerable, especialmente para niños, personas alérgicas o con problemas respiratorios previos, ya que la curiosidad de los bañistas a menudo aumenta el riesgo de contacto accidental. El contacto con estos tentáculos puede provocar dolor intenso, hinchazón e irritación cutánea, y en casos excepcionales, reacciones graves como dificultades respiratorias o incluso paradas cardíacas. El veneno de la carabela portuguesa tiene efectos neurotóxicos, citotóxicos y cardiotóxicos en el ser humano, pudiendo llegar a causar la muerte en casos menos frecuentes que los producidos por la avispa marina.
Presencia creciente en el Cantábrico
La llegada de la carabela portuguesa al norte peninsular se ha vuelto más frecuente en los últimos veranos. Los expertos atribuyen esta expansión a varios factores ambientales y ecológicos combinados. El aumento de la temperatura del mar Cantábrico y los cambios en las corrientes marinas favorecen que estos organismos tropicales, que originalmente habitan en aguas cálidas del planeta, lleguen a latitudes más altas. El calentamiento global es una causa principal de este avance. Además, la contaminación orgánica y la reducción de depredadores naturales, como algunas tortugas o la babosa de mar Glaucus atlanticus, también han contribuido a su proliferación. La complejidad de su ciclo de vida y su capacidad de adaptación a distintos entornos dificultan su control.
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