«El ecofascismo me perturba pero la guerra popular es prolongada»
Beatriz Yarza Beitia |La médica internacionalista, su libro, las maras, los troles y el chocolate
Solo con alguien como Beatriz, que estudió Medicina en Valladolid, en una facultad donde se recibía a los 'grises' con huevos podridos, se especializó en medicina tropical en Amberes, se unió a Médicos Sin Fronteras y se enroló en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional porque soñaba con que si Nicaragua había vencido El Salvador vencería, se puede hablar, sentadas en la terraza del bar Txurruka de Oñati y durante una hora, de películas como 'Aguirre o la cólera de Dios' y 'La travesía', de Noé Valladares. De las barritas energéticas de chocolates Zahor y de la mara Salvatrucha. De una triple resección intestinal realizada sin instrumental quirúrgico y de criaturas tan despreciables como Bukele y Rosario Murillo. Recién operada de cadera, camina hacia el jardín sin bastón. Su libro 'Guerrillas para la vida' va ya por la segunda edición.
– ¿¿Ecofascismo!!
– Un término recién acuñado. Leo bastante sobre ello y da miedo. Partiendo de cómo estamos agostando el planeta y con un discurso que se apoya en muchas ideas del buen ecologismo, algunos pensadores toman una deriva hacia un nuevo tipo de fascismo. El planeta, cansado, agotado, contaminado, no daría para más así que sobraríamos muchos, millones, de sus habitantes. Las guerras serían una forma de 'desbrozar' y os podéis imaginar quiénes somos los que sobramos: los viejos, los migrantes pobres, los incapacitados, los enfermos... Hay que estar alerta. Y recordar la consigna que repetíamos en El Salvador: guerra popular prolongada.
«Parí en el frente. Sí. En una trinchera, porque nos atacaban. Si las otras guerrilleras podían, yo también. Parí porque la justicia no suele lograrse en una sola generación»
– En tu libro cuentas que hasta que no llegaste a los campamentos de refugiados salvadoreños en Honduras no sentiste instinto de maternidad.
– Cierto, pero vi que para aquellos refugiados tener descendencia era fundamental. Representaba la garantía de que, aunque ellos desaparecieran, otros –los suyos– continuarían la lucha hasta el triunfo final y la liberación de su pueblo. Esa idea en torno a la maternidad fue cobrando fuerza en mí. Dejé de tomar anticonceptivos. Quedé embarazada. Parí en una zanja antiaérea mientras la aviación nos atacaba.
– Llegaste al frente embarazada. Y cargada de libros de cirugía y ortopedia porque sabíais que vosotros, que no teníais esas especialidades, necesitaríais de esos conocimientos. De hecho, debíais aprenderlos ya. Hasta los mandos se asombraron de que fueras a ser madre. Allá.
– Entonces les dije muy brava que si las campesinas, las refugiadas y otras guerrilleras podían, yo también. Cuando lo comento ahora digo que si parí a Guille y lo parí con bien, fue porque el espíritu indomable de Lope de Aguirre anida en todos y cada uno de nosotros, los oñatiarras.
– Ese espíritu te hizo enfrentarte al mismísimo Nayid Bukele, actual y terrible presidente de El Salvador y en aquellos momentos alcalde primero de Nuevo Custodio y luego de la capital del país.
– Entonces yo era la directora operativa del Departamento de Aguas y él estaba orgullosísimo de los jardines que había creado por todas partes. Orgulloso de la lozanía de sus plantas y flores, conseguida con un gasto desorbitado de agua. Debía millones. Nunca convocaba a nadie en el Ayuntamiento porque estaba en una plaza donde había multitud de puestos de comida y de vendedores ambulantes, gentes que para él, lógicamente, eran pura chusma, así que nos convocó y recibió en su chalecito de las afueras. Hablamos y le dije que me importaban poco sus jardines, que o pagaba o le cortaba el suministro de agua. Además, arguyendo que iba al baño busqué y encontré la sala de operaciones desde la que controlaba las redes sociales del país.
– ¡¡??
– Una habitación con más de 500 móviles desde donde su gente, sus troles, tuiteaban continuamente sus consignas. Si pasaba eso cuando era alcalde, imagínate qué será ahora como presidente. La izquierda, los movimientos de liberación, perdimos la guerra de la comunicación moderna. Ellos la han ganado. Un gran presidente nuestro, Salvador Sánchez Cerén, ordenó no gastar ni un céntimo en propaganda. Yo le dije que se equivocaba.
– Conoces bien las maras, esas organizaciones que extorsionan y matan en Centroamérica.
– Al principio solo eran pandilleros territoriales que traficaban con marihuana. El poder vio en ellas la manera de sostenerse. Les dio carta blanca para el crimen. Buscad en la red el periódico 'El Faro' que, lógicamente , no se escribe desde El Salvador, y descubriréis tres vídeos soberbios titulados 'Sin cuerpo no hay delito'. El poder quería perpetuarse. Y lo dicho, si no hay un cadáver, ¿cuál es la acusación? Proliferan las fosas comunes. Ocultas, pero que van saliendo a la luz...
– ¿Guardas alguna esperanza si la victoria no fue para siempre?
– No me quedan amigos allá. Están en la cárcel o huidos. Lucho aquí por las pensiones y los convenios laborales. Por los migrantes. Colaboramos con quienes ayudan en Lesbos. Nos piden barritas energéticas de Zahor porque reviven a los rescatados en el mar... Guerra Popular Prolongada.
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