Donostia no baja del medio millar de denuncias por robo de bicicletas cada año
Los donostiarras denunciaron el año pasado la sustracción de 521 vehículos, un 2,55% más que en 2023
Es una cifra bastante constante. Los donostiarras denuncian cada año la sustracción de medio millar de bicicletas. El año pasado fueron 521 vehículos robados, según ... los datos de la Guardia Municipal, una cifra que supone un leve aumento del 2,55% respecto al año anterior. Pocos de estos vehículos se logran devolver a su propietario, fundamentalmente por el bajo nivel de registro de los ciclos y la imposibilidad de demostrar que un bien recuperado es propiedad de quien lo reclama.
Durante el año 2024 los donostiarras pusieron 521 denuncias por la desaparición de sus bicicletas. Hablamos de desaparición porque hay diversas tipologías delictivas. La sustracción se refiere al hecho de apropiarse de una bici para utilizarla duante 24 o 48 horas y después abandonarla, una conducta que no es considerada delito (sí lo es, aunque leve, si se trata de un vehículo a motor). El hurto es el apoderamiento de una bicicleta sin el consentimiento del dueño y con ánimo de lucro, es decir para quedársela el ladrón con el objetivo de venderla. El robo es como el hurto pero «con fuerza en las cosas» para acceder o abandonar el lugar donde se encuentra la bici o violencia o intimidación en las personas.
La mayor parte de los casos de desaparición de bicicletas en la ciudad se trata de sustracciones o hurtos. En 2024 los barrios más castigados por este fenómeno fueron el Centro (132 bicis desaparecidas), Amara (112), Gros (67) y Egia (67). Los meses en los que se registraron más hurtos fueron agosto, con 67 denuncias, julio, con 59, y enero con 55.
Hasta mediados de mes se han registrado este año 150 denuncias de desaparición de bicis, una cifra que hay que coger con cautela porque, como se ve, es en verano cuando se sustraen más vehículos. En lo que vamos de 2025 los meses con más denuncias han sido febrero, marzo y abril con 33 casos en cada uno.
La Guardia Municipal suele recuperar muchas bicicletas que son finalmente abandonadas o que son incautadas en algunas operaciones. Los ciclos se llevan en estos casos al depósito municipal de vehículos de Morlans, donde se catalogan en espera de que sus dueños las reclamen. Si la bici está inscrita en el registro municipal de bicicletas, la Policía llama al propietario para devolvérsela. Pero como hay un nivel relativamente bajo de registro de bicicletas es más complicado recuperar el ciclo que te robaron hace unos meses o unos años. Los dueños de las bicis no saben que la Policía ha recuperado su ciclo ni que el vehículo espera en el depósito a que su propietario se lo lleve. Fuentes de la Guardia Municipal señalaron que en la actualidad hay más de 2.000 vehículos en el depósito municipal en espera que sus dueños acrediten que son suyas. Puede pasar que a una persona le robaron hace tiempo su bicicleta, esté o no en el registro municipal, y no tiene forma de acreditar que es suya. Este problema se solventa en algunos casos con fotografías que permiten demostrar la propiedad.
Tras pasar un par de años sin que nadie las reclame, la Guardia Municipal suele donar a oenegés estas bicicletas. En enero, sin ir más lejos, algunos agentes rehabilitaron en su tiempo libre medio centenar de estos ciclos abandonados y los llevaron a Paiporta (Valencia) para ayudar a los damnificados de la DANA.
«Tengo dos bicis nuevas en casa, pero uso una vieja para que no me la roben»
os usuarios de bicicletas buscan la manera para evitar ser víctima de robos. Algunas tácticas pasan por evitar bicicletas llamativas o excesivamente caras, usar un buen candado y atar elementos sustraibles como las ruedas o el sillín. Estas técnicas se aprenden con la experiencia. Mar comenta que tras el robo de la bicicleta de su hija ha tomado medidas: «Uso una 'mierdecilla' de bici para que no me la roben; tengo dos nuevas en casa, en un trastero, que no las saco».
Hay muchos casos de robos de bicis, pero también de sillines o ruedas, y no necesariamente en lugares inhóspitos o a altas horas de la noche. Marta cuenta que trataron de sustraer su bici a plena luz del día delante de la facultad de Empresariales de la UPV, pero tuvo la suerte de tener un buen candado que impidió el robo, aunque se la encontró boca abajo con el hierro del candado «completamente enrollado».
Imanol actualmente usa la bicicleta de su novia, ya que ha sido víctima de dos robos: la primera frente a su colegio y la segunda en la estación de Euskotren de Zarautz, ambos a plena luz del día. Natalia también se ve obligada a emplear la bicicleta de su madre, tras desaparecer la suya frente a la playa de La Concha.
Iñigo explica que su familia ha empezado a usar Dbizi después de que su hermano fuese víctima de un robo. Su historia es un poco diferente, ya que el hermano de Iñigo decidió dejar la bicicleta sin candado delante del colegio Jesuitak, confiando en que es una zona relativamente segura, sin embargo cuando fue a buscarla ya no se encontraba allí.
Pero no solo hay historias con finales trágicos, también hay finales felices. Silvia relata que solía dejar candada su bicicleta en la misma farola todos los días, cerca del Seminario del barrio del Antiguo, sin embargo un día al volver de la universidad su vehículo no estaba aunque el candado seguía en perfecto estado en la farola. Asumió que le habían robado la bici y decidió ir a denunciarlo unos días después, pero no le hizo falta ya que encontró en la misma farola la bicicleta junto a dos policías. Los agentes le explicaron que se había olvidado de candar la bicicleta y un vecino al ver el error la había guardado y había dejado una nota aclaratoria que, esa sí, debió desaparecer con el viento.
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