«Tenemos el deber de valorar la obra de nuestros compositores»
María José Barandiarán: La pianista recupera del olvido creaciones musicales vascas
Desde que en 2018 se aliara musicalmente con el violonchelista donostiarra Iagoba Fanlo, María José Barandiarán no ha cesado de rescatar del olvido obras de ... compositores vascos. Han pasado de estar guardadas en los fondos de archivos especializados a escucharse en directo, además de sumar centenares de visualizaciones en internet.
– ¿Cómo nace este proyecto de rescate y grabación de compositores vascos?
– Siempre he tenido interés por la música que se ha hecho aquí y así quedaba patente en las distintas agrupaciones que he ido formando. Este proceso surge a raíz de que tanto a Fanlo como a mí nos invitan a actuar en el Auditorio Nacional de Madrid como parte del I Concierto Homenaje a Jacqueline du Pré. Fue la primera vez que tocamos juntos.
«Nos centramos en recuperar algo que está semioculto, olvidado. Sin embargo, no es música antigua»
– Y sacaron partido a la coincidencia...
– Nos conocíamos de la ciudad, del conservatorio, pero ese día congeniamos a nivel musical y de amistad. Así empezó todo.
– Se convirtieron en rescatadores de antiguas composiciones.
– Sí, porque si nosotros no valoramos nuestro patrimonio, ¿quién lo va a hacer? No va a venir un ruso o un americano a decirnos qué joyas tenemos en el archivo Eresbil. Tenemos el deber de valorar y potenciar la obra de nuestros compositores.
– ¿Fue fácil encontrar creaciones para chelo y piano?
– Empezamos a mirar y la verdad es que existe mucha obra y muy interesante. Son obras que, a lo mejor, en su día se estrenaron, se tocaron tres veces y luego se quedaron en el cajón. Antes la difusión era más complicada que ahora, que se internacionaliza enseguida con las redes sociales y las plataformas.
– ¿Cuál fue el primer trabajo que afrontaron a dúo?
– Comenzamos con la 'Sonata para Cantos Vascos', de Beltrán Pagola, una obra muy potente que estrenamos en la Quincena Musical. Es un peso pesado que puede convivir en una programación con los grandes maestros. Esa es, al fin y al cabo, nuestra idea. No pretendemos recuperar una obra y tocarla sola, sino integrarla en el repertorio y que, de alguna manera, dialogue con Brahms o con Beethoven. Son obras que pueden hacerlo, dado que tienen fuerza expresiva y calidad.
– ¿Qué más han recuperado?
– Lo siguiente fueron las composiciones de José María Franco Bordons, un irunés que desarrolló una carrera inmensa. Tiene una obra estupenda y muy amplia. Recuperamos su sonata y un par de obras menores, las tituladas 'Siciliana y Tambourin' y 'En Oyarzun'.
– ¿De qué forma comienza su particular rescate?
– Vamos viendo y buscando. Para ello, miramos en Eresbil, en la biblioteca de la Fundación Juan March o en fondos que tiene Iagoba de su padre, que también fue chelista y profesor del conservatorio. Con todo eso, vamos eligiendo una música que nos interese a los dos, que nos parezca atractiva y tenga calidad.
– Una vez que se deciden por un compositor o por su trabajo, ¿qué pasos siguen?
– Hay que pasar del manuscrito a una edición moderna. Revisamos las partituras porque, en ocasiones, hay errores de escritura o algo puede parecer confuso. El último paso consiste en analizarla bien e interpretarla. No hay grabaciones en las que apoyarte, por lo que solemos investigar la vida del autor y conocer otras obras de su repertorio que sí están grabadas o que han sido recuperadas. Lo estudiamos en toda su dimensión para ver cómo es su universo creativo. A partir de todo eso, elaboramos nuestra versión porque, al final, cada músico tiene una visión de esa partitura. La devolvemos a la vida.
– Ejercen, salvando las distancias, de arqueólogos musicales.
– Podríamos decir que sí. Nos centramos en recuperar algo que está semioculto, olvidado. Sin embargo, no es música antigua. Estamos recuperando algo que es de principios del siglo XX.
– ¿Ya tienen elegida cuál será la próxima composición que traerán al presente?
– Ahora vamos a grabar una obra de 1921 de Nemesio Otaño, un jesuita de Azkoitia, y otra de Antón Larrauri muy moderna, que data de 1982. Esta última nos la propusieron interpretar desde el archivo Eresbil para la jornada inaugural de su 50 aniversario. Cuando la comenzamos a trabajar, nos dimos cuenta de que es preciosa, muy sencilla, casi minimalista. Resulta muy actual porque tiene un lirismo muy importante. No tiene un lenguaje contemporáneo, pero sí muy lírico. Trabajarla fue un descubrimiento, así que vamos a grabarla también.
– Fanlo vive en Madrid y usted, en Donostia. ¿Cómo hacen para ensayar juntos?
– Estudiamos las obras cada uno por nuestro lado y luego ensayamos en Donostia, Madrid o Burgos. Supone bastante trajín, pero compensa. Además, nos gusta estrenar cada recuperación en el lugar natal del autor: Pagola en Donostia y Franco en Irun. Con Otaño nos gustaría hacerlo en Azkoitia. Nos permitiría cerrar el círculo. Las actuaciones también las grabamos en vídeo para colgarlas en YouTube y en mi web, www.mjbarandiaran.com.
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