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«De cintura para abajo, ¡a tierra! De cintura para arriba, ¡a crecer!»Primero estuvo en el colegio Ruiz del Campo, ya desaparecido. Después se fue a estudiar en Salamanca una carrera que en aquellos tiempos era incipiente, ... Biblioteconomía, y luego se enroló en Comunicación. Hasta los cursos de doctorado hizo, imaginando una tesis sobre un banco documental de imágenes. Fue su padre, Román (de Irun y orígenes dispersos entre Tolosa y San Juan) quien le enseñó a ir a los toros y a las comedias. Y su madre, Ana, de Miajadas, quien en un garaje, la puso a bailar. Hoy su academia se llama Alma, Corazón y Baile. El martes colocaron suelo nuevo. Laminado y de alto impacto. Por lo del taconeo y el zapateado.
– ¡En un garaje! Me gusta. ¡Sevillanas en un garaje! Como ese garage rock, que es mezcla de blues, R&B, rockabilly y más...
– Mi madre, que ha sido y es mi gran maestra, se sacó el Graduado Escolar en Villa Salia y bailaba tan bien, tan bien, que allí mismo le propusieron dar clases de sevillanas. Exitazo. Luego las daría también en la EPA de Zuloaga. Sus amigas empezaron a pedirle que les enseñara. Una le cedió su garaje. Y sí, ahí y así empezó todo. Ahora ya tenemos un local de verdad. Con suelo nuevo.
– Has trabajado mucho tiempo para distintos ayuntamientos e instituciones. ¿Cómo te transformas en profesora de sevillanas? Que conste que en Alma Corazón y Baile también se aprende a tocar las castañuelas y os atrevéis a bailar por alegrías. Y en Navidades ya cayó algún villancico, que es tradición bailarlo a ritmo de rumbita...
– En un momento de mi vida me quedé sin mucho de lo que había sido crucial para mí, sin mi columna vital. Tenía que encontrar algo que me diera fuerza. Intuía que sería el baile pero me daba coraje por mis padres, que se habían esforzado tanto en darme estudios (pasé ocho años en Salamanca). Sin embargo, generosos, me dijeron 'lo que te haga feliz'. Y eso es el baile. Mi gente, las amigas con las que bailo, la profesora con la que me sigo formando, esa Ángela Cruces tan magnífica. Me hace feliz bajar a la Feria de Sevilla, vivir el ambiente, ver el gentío, los caballos, bailar a las orillas del Guadalquivir. Y, por supuesto, en las clases, siempre guardando máximo respeto a los bailes grandes, a los maestros y maestras grandes. Llegamos a lo que llegamos. Y somos una familia que baila en las fiestas de nuestra comunidad, en nuestros centros cívicos.
– Y más allá. Durante unos años, alrededor de la Capitalidad Europea, formaste parte de aquella cosa tan bonita llamada Altzaquillo, fusión vanguardista de euskal dantzak y flamenco.
– Es verdad, fue algo maravilloso, los dantzaris eran mucho, muchísimo, más jóvenes que nosotras, las flamencas, pero formamos un grupo compacto y lleno de vitalidad. En nuestro repertorio había tangos, bulerías, sevillanas, zortzikos y fandangos. Teníamos guitarras flamencas e instrumentos tradicionales vascos.
– Cuéntanos, a quienes no lo hacemos, cómo se baila una sevillana. Háblanos de pasos y...
– La base son tres bloques de pasos que se cruzan entre sí. Con una pasada y un paso. Y siempre se termina con un remate final. Hay 5 pases iguales. Puedes jugar con los tiempos, recortarlos o ralentizarlos...
– Impresiona, ¿eh? Porque además, tal como dices en el titular, creces hacia arriba y vas hacia la tierra, hacia abajo.
– Justo. De cintura para abajo ¡a tierra, a sentir el suelo! De cintura para arriba ¡a crecer! Y luego están los brazos, ¡altos, altos! Y las muñecas, con sus dos movimientos, hacia afuera, hacia adentro. Y los dedos, que an de moverse también, siempre hacia dentro, hacia afuera y arriba, arriba. Es normal que bailar sevillanas te haga sentir felicidad. Mira, te juro que entras a la academia una tarde así, mal, y salir, sales bien.
– Admiras a tu madre, respetas a tu profesora, Ángela, pero seguro que tienes tus ídolos.
– Me gusta, muchísimo, aunque acaso ya esté de retirada, Antonio Canales porque creo que lo hace todo perfecto y transmite mucho. Ese es el secreto del baile, transmitir. Me apasiona Manuel Liñán, Premio Nacional de Danza 2017, uno de los primerísimos, si no el primero, en bailar con bata de cola y mantón, como la Amaya fue la primera en hacerlo con pantalones. Me interesa muchísimo la estilización a la que llega Sara Martín y tengo que ver 'La guitarra flamenca de Yerai Cortés'. Paco de Lucía es de los más grandes pero Yerai es tremendo. Me emocionó verlo en la alfombra roja del Zinemaldia. Y me impresionó, vale, no es flamenca, la fuerza de Sofía Karla Gascón.
– ¿Cómo son tus vestidos flamencos? Hay toda una moda su alrededor...
– Mis amigas, mis 'alumnas', mis compañeras, mi familia, me regalaron un mantón de Manila en negro y rosa palo así que uno de mis trajes más bonitos es negro, perforado, y al serlo, se ve el fondo rosa, rosa palo. Uso también una falda negra y roja.
– ¿Lo más difícil la bata?
– Las palmas, ¡ay ese compás!
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