El restaurante Buenavista se convierte en hotel boutique
Rehabilitación ·
El popular bar restaurante de Igeldo se transforma en un renovado alojamiento con 25 habitaciones rodeadas de naturaleza y privilegiadas vistas al marDesde hace unos meses un vallado junto a la carretera que sube a Igeldo indica que hay movimiento en el que fuera un popular bar ... restaurante donde los donostiarras iban a tomar el aperitivo, merendar u organizaban celebraciones con unas vistas del mar únicas. El Buenavista (paseo Cristóbal Balenciaga, 42) cerró antes de que llegara la pandemia por jubilación de la última generación de la familia que lo ha regentado y, tras la venta de la parcela, de 8.226 m2 de superficie, se acomete ahora una trasformación para convertirlo en un hotel boutique de 25 habitaciones. El edificio, que no estaba protegido, no cambia de usos ya que desde 1926 tenía 10 habitaciones (está inscrito en el registro oficial de hoteles desde 1971), aunque con las reformas y ampliaciones llevadas a cabo en el siglo XX asumió además funciones de hostelería.
Los nuevos propietarios de la finca, la empresa Inparteche S.L., ha contratado a los arquitectos Joaquín y Javier Zubiria (zU-studio) para transformar el Buenavista en un hotel relax vinculado a la naturaleza. La memoria del proyecto básico explica que el edificio se construyó en 1896 como casa-merendero, en 1926 se hizo una reforma a cargo del arquiecto Pablo Zabalo para añadirle dos alturas más y un anexo para dar alojamiento a los trabajadores de las canteras de Igeldo. En 1970, con proyecto de Roberto Martinez, se añadió una planta más por arriba y otra planta bajo rasante para hospedaje y restauración, aprovechando el desnivel de la parcela. Finalmente, en 1997 se autorizó la construcción de un porche acristalado adosado a la fachada orientada al este, según proyecto de Manuel Berroa, para aprovechamiento del restaurante.
El Ayuntamiento de San Sebastián otorgó el pasado 13 de enero de este año licencia de obra mayor para la rehabilitación integral del hotel restaurante Buenavista. El objetivo es «construir un hotel que vuelva a poner en valor el edificio y se integre de forma bella en la naturaleza», según explica el arquitecto Javier Zubiría.
Mantener la fachada sur del antiguo restaurante
La intervenvención va a conservar la fachada sur, de mampostería de piedra caliza, «la más conocida y conectada con la ciudad, al ser visible por todos los conductores que pasan por la carretera», y va a modificar el resto de las fachadas, previo vaciado interior del edificio para la construcción de una nueva estructura. «Nos gustaría que el edificio siguiera siendo reconocible pero que incluso pudiera tener una mejora sustancial en la forma de entender la estética y las proporciones compositivas del mismo», señala Zubiria. La fachada norte, que mira al mar, estará enteramente construida de forma modular con una estructura de hormigón.
Alrededor del nuevo edificio se eliminarán 1.500 m2 de superficie asfaltada para convertirla en un jardín
Las 25 habitaciones –9 en la planta semisótano, 8 en la planta baja y 4 en cada una de las plantas superiores– tendrán vistas al mar. «Queremos hacer sentir a los huéspedes del hotel que están en una cabina en la naturaleza. Es por ello que todas las habitaciones de la planta baja y planta sótano irán revestidas en madera enteramente con el fin de enfatizar esta idea», indica el arquitecto. Los huéspedes tendrán un pequeño gimnasio en la planta semisótano con vistas a la fachada oeste. En la planta baja, se ubicará un comedor en el extremo este para uso exclusivo de los usuarios del hotel.
Habitaciones con vistas al mar
Las plantas primera y segunda tendrán cuatro habitaciones cada una con vistas al mar. El pasillo de acceso a las mismas se situará en el lado colindante con la carretera de Igeldo lo que ayudará a «mitigar el ruido del tráfico». La cubierta mantendrá su perfil edificatorio actual (mismas dimensiones y pendientes) y se proyecta en madera con un acabado de teja cerámico.
El proyecto elimina 1.500 m² de asfalto alrededor del edificio que servían como aparcamiento en el antiguo bar-restaurante y los convierte en una zona ajardinada «dignificando y aislando la edificación de la carretera».
Los materiales del interior serán cálidos en búsqueda de «una reinterpretacion contemporánea del tradicional caserío vasco. Suelos de madera y solivería de vigas maciza expuesta, paredes en tonos neutros con acabados naturales, como el mortero de cal, acompañados de un mobiliario contemporáneo y atractivo y detalles como la chimenea y la biblioteca dotarán de calidez al espacio, todo en un tono 'minimal' y agradable para las personas que lo habiten», explica el arquitecto.
Piscina rodeada de árbolado
Se habilitarán 21 plazas de aparcamiento para el nuevo hotel en la parte alta de la parcela con un acabado en «losa de césped o pavicesped».
En la zona central de la parcela exterior se ubicará una piscina de 16 x 4 metros con una profundidad variable entre los 0,8 y los 1,2 metros rodeada del arbolado existente. La zona más baja del terreno se reconvierte en una explanada que tendrá un carácter polivalente, y que podría servir como complemento al solárium de la piscina.
El proyecto se completaba con una plantación de viñedo en el resto de los terrenos situados al oeste de la parcela, pero las consultas realizadas por el propietario le han hecho desistir de esta idea.
El proyecto recibió licencia municipal sin necesidad de un plan especial porque se mantienen los usos preexistentes en el edificio
La transformación del Buenavista urbanizará un camino vecinal que atraviesa la finca y que coincide con el trazado del Camino de Santiago, «ajustándose a los criterios prescritos por la Dipoutación Foral de Gipuzkoa». Se mantendrá «una senda de 2,6 metrios, con una sección de 3 metros de anchura como zona de servidumbre colindante y una berma de cabeza de talud de 1,9 metros». El paso tendrá, por tantro, una sección total de 7,5 metros. El resto de la superficie, hasta el encuentro con el edificio, se ajardinará «incorporando así cierta privacidad a la actividad que se desarrolle en el interior» del hotel.
La normativa del PGOU
El anterior restaurante Buenavista tenía 1.640 m² de superficie construida y el nuevo hotel dispondrá de 1.755 m², un incremento de 114 m² que se obtiene en las plantas bajo rasante, amparado en el artículo 80.2 de la normativa del PGOU y que especifica que no será necesario un plan especial para incrementos de aprovechamiento inferiores al 20% en actividades terciarias consolidadas en un edificio preexistente y «con un incremento de superficie construida incorporada dentro de los límites de la parcela y actual perfil edificatorio».
Javier Zubiría explica cuál es el 'leit motiv' para aceptar el encargo de transformar el Buenavista: «Los buenos edificios son creados no solo para aquellos que tienen la posibilidad de vivirlos, porque, en muchas ocasiones, mejoran los barrios y las ciudades en las que se insertan. Esa es la ambición que nos mueve a trabajar en este proyecto y el reto al que queremos responder de la mejor forma posible. Respetar un edificio no es hacer una réplica de lo que se pensó hace un siglo. Significa comprender el aura del mismo y tratar de asumir la responsabilidad de crear algo que funcione e inspire a la gente, ya que en ese caso la vida del edificio será larga y eso generará que realmente construyamos de forma sostenible en nuestras ciudades».
El proyecto básico detalla un presupuesto para ejecutar la obra del nuevo hotel que asciende a 4.022.000 euros y un plazo de 24 meses, con lo que es previsible que el nuevo alojamiento abra sus puertas para el verano de 2027.
De hospedar a los canteros de Igeldo a bar emblemático
La historia del bar restaurante y hotel Buenavista y de sus propietarios está recogida en el libro 'Igeldoko historia eta istorioak', escrito por Jabier Iraola. El edificio data de 1892. La primera cita de este edificio en la toponimia de San Sebastián aparece en 1920. El Buenavista fue construido por Balentin Zamora Arratibel y Josefa Ibarguren Landa en una amplia campa contigua al caserío Txoxa Berri para constituirse como un merendero. Balentin y Josefa tuvieron cuatro hijos, los dos mayores, Joxe y Martina Zamora Ibarguren, nacieron en la época en la que vivían en el caserío Txoxa Berri, y los dos siguientes, Balentin y Joakina Zamora Ibarguren, ya nacieron en Buenavista. En 1919, tres de los hermanos, Balentin, Joakina y Martina, emigraron a Cuba y estuvieron allí durante cinco años. En 1926 se reformó el caserío para incorporar a la actividad original unas habitaciones para alojamiento de los trabajadores de las canteras de Igeldo. Bajo el proyecto técnico del arquitecto Pablo Zabalo, se desarrolló un edificio de tres alturas y un anexo donde se situaba el comedor principal y una terraza con pérgola. En planta baja se ubicaba el bar, la cocina y dos comedores. En las plantas superiores se distribuyeron 6 y 4 habitaciones, respectivamente, para el hospedaje.
Balentin Zamora Arratibel trabajó como carpintero pero murió en un accidente de trabajo al caerse de un tejado. Su viuda, Josefa, y su hijo Joxe siguieron a cargo de la pensión. Martina Zamora Ibarguren se casó con Joxe Irizar, del caserío Berakotegi de Ibaeta, y tuvieron 3 hijos: Angel, Luis y Carmen, según detalla Iraola en su libro. Esta última se hizo monja. Luis Irizar se convirtió en cocinero y llegó a ser uno de los padres de la Cocina Vasca. Trabajó en el restaurante del hotel Hilton de Inglaterra, en el hotel Alcalá de Madrid, y fue uno de los fundadores de la nueva escuela de cocina vasca Euromar, de Zarautz. Abrió el restaurante Gurutze Berri, de Oiartzun, junto a Jabier Zapirain, y en la Parte Vieja fundó una escuela de cocina que llevó su nombre. El hermano de Luis, Angel Irizar Zamora, se casó con Anttoni Zamora Sagardia y tuvieron cinco hijos: Angel, Arantxa, José Luis, Jabier e Iñaki Irizar Zamora. En 1971, el matrimonio de Angel y Anttoni, con la ayuda de sus familiares, realizó una gran obra, y tras la remodelación total del edificio, instalaron el bar, restaurante y habitaciones de hotel. El bar restaurante Buenavista fue uno de los más populares de la ciudad. Tras la barra estuvo Angel Irizar Zamora, muy conocido en toda la ciudad. La cocina del restaurante estuvo a cargo de Iñaki Irizar Zamora y Arantxa Irizar Zamora llevó las riendas del hotel hasta su cierre en 2019.
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