1965 | «Todos los balcones repletos» ante los Caldereros

Se sabe que en 1884 aparecieron por primera vez los Caldereros. Eran las 10 de la mañana cuando sorprendían los hombres de rostros tiznados y los temas de don Raimundo. Como escribió Tristán de Eraso, «Sarriegui, una vez más, hizo el milagro de saber interpretar, primero, a su pueblo, para después dominar la técnica de la canción sencilla, pero expresiva, llena de gracia y luminosidad».

En la calle de la Memoria de hoy nos detenemos en la edición de 1965 de una comparsa que había desaparecido y reaparecido, organizada por distintas sociedades. La de 1965, bajo la organización de la sociedad Gaztelubide, fue una de las primeras celebradas en sábado. Hasta 1962, siempre había salido siempre el 2 de febrero, la festividad de la Candelaria, cayera el día de la semana que cayera. Pero en 1962 la lluvia dificultó su salida e hizo posponerla al sábado siguiente. La mejor acogida hizo que los Caldereros se quedaran para siempre con el primer sábado de febrero.

DV, 6 de febrero de 1965: «Hoy, sábado (...), saldrá la tradicional Comparsa de Caldereros organizada por la Sociedad Gaztelubide, con la colaboración del Centro de Atracción y Turismo y la Sociedad Hípica. Dicha comparsa recorrerá el siguiente itinerario: Calle de Igentea (Ayuntamiento), Perujuancho, Plaza de Lasala, Fermín Calbetón, San Jerónimo, Plaza del 18 de Julio, Pescadería, Narrica, Alameda (pares), Alameda de Calvo Sotelo (impares), Aldámar, 31 de Agosto, Fermín Calbetón, Mari, disolviéndose frente a la sociedad. En la Plaza del 18 de Julio se montará el campamento y desde el mismo saludarán con sus típicas canciones al pueblo donostiarra».

DV, 7 de febrero de 1965: «Anoche, a las diez y media, salió la tradicional Comparsa de Caldereros, formando la pintoresca caravana que todos conocemos. Tenemos que resaltar el espíritu de colaboración de todas las entidades musicales y populares que forman en la misma, así como la presencia de la Sociedad Hípica, que formaron un conjunto muy bien presentado y disciplinado, bajo la dirección del entusiasta Joshé Aldanondo. Los Caldereros recorrieron el itinerario anunciado y formaron su campamento (...) con su gran carroza, carros, gitanos y churumbeles y los 'trastokompontzalles', que interpretaron las características páginas de Sarriegui, en medio del numeroso público que les aplaudió fervorosamente. Todas las obras fueron coreadas por el público, por lo que la típica fiesta resultó muy simpática, en el maravilloso marco de la vieja plaza, con todos los balcones repletos».