Agarrados al son de Bertín Osborne
Egia ·
La cita se ha convertido en un referente en toda Gipuzkoa. «Vienen personas incluso desde Eibar», aseguran sus responsables El hogar de jubilados organiza todos los fines de semana dos tardes de baileLes hace rememorar aquellas tardes en las que ellos estrenaban pantalones largos, mientras ellas se subían a sus primeros tacones y compartían con amigas un ... carmín que les hacía sentirse tan sofisticadas como las protagonistas de las sesiones de cine de barrio. ¿Cuántos años han transcurrido? ¿Cuarenta? ¿O quizás sean ya cincuenta? Sin embargo, parece que el tiempo se ha detenido. Ellos llegan ahora con su mejor camisa recién planchada. Ellas prefieren ponerse unas merceditas planas, pero no han renunciado a ese rojo que pinta sus labios. Hoy, como entonces, las mariposas aletean en el estómago.
Domingo, cinco y media de la tarde. La música comienza a sonar en el hogar de jubilados de Egia, cuyo salón se llena ya de parejas. Algunas no tardan en romper el hielo y se lanzan a bailar al ritmo de una canción conocida, la misma que en otra época escucharon grabada en la cara A de un disco de vinilo. No faltan quienes les siguen con la mirada sentados, por timidez o por que esperan a esa persona que les formule la tan esperada pregunta: «¿Bailas?».
El dato
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100 es el máximo de personas que asiste a las tardes de baile que se organizan los sábados y domingos, de 17.30 a 20.30 horas. El único requisito para entrar es pagar 1 euro
En pocos minutos, el salón parece repleto. «Solemos recibir cerca de un centenar de personas cada tarde», afirma Julián Pascual, presidente de este centro municipal de mayores desde hace doce años. Otro directivo, Dámaso Ribera, se ocupa de poner en marcha los bailes que se desarrollan todos los fines de semana, tanto el sábado como el domingo, desde las 17.30 y hasta las 20.30 horas.
Aseguran que las citas son desde hace al menos varios lustros un éxito, hasta el punto que se han convertido en todo «un referente» en la ciudad y en buena parte de Gipuzkoa, a pesar que otros bailes muy similares se organizan también en Okendo, en el vecino barrio de Gros. «Esto se llena siempre. Nos vienen personas hasta de Eibar. El que tengamos al lado la estación de Renfe y la de autobuses facilita que se animen a pasar la tarde aquí bailando», manifiesta Pascual.
Por el pago de solo un euro -«¡Cuidado! Tienen que pagar la entrada», advierte-, jubilados y pensionistas tienen la oportunidad de disfrutar por unas horas moviéndose al ritmo del inolvidable Manolo Escobar y de «las mexicanas que gustan mucho». Nadie renuncia a bailar agarrado un bolero ni los temas de Bertín Osborne, con los que se dan nuevas oportunidades al amor. «Es cierto. Unos vienen en pareja y otros se han emparejado aquí porque el que no es viudo, es separado...», comentan.
Los responsables del hogar de jubilados de Egia señalan que «lo más importante» es el «buen ambiente» que hay cada tarde. «La gente está encantada. Normalmente, vienen siempre los mismos. Todos nos conocemos», añaden.
Un año creciendo en socios
Las modernas instalaciones de las que dispone este centro contribuyen a su buena acogida. Se reabrieron al público el otoño de 2018, tras nueve meses de obras y no pocas dificultades que quedaron olvidadas cuando descubrieron un local mucho más moderno y luminoso. Desde entonces, su actividad no ha cesado de crecer. Además de los bailes, acogen cursos de yoga, memoria, sevillanas, relajación, gimnasia... «Ya no tenemos espacio para más. Los horarios están completos», declara su presidente.
Mayor incremento ha experimentado el número de socios, que en la actualidad roza los seiscientos. «Desde que reinauguramos las dependencias, la cifra ha crecido. Antes todo estaba viejito y con paredes de ladrillo que se cambiaron por otras de cristal. La gente vio lo bien que estaban las instalaciones y de golpe, se apuntaron 120 socios más. Fue un subidón», recuerda Julián Pascual.
Su nueva «casa» permite a los socios y a los no socios reencontrarse el fin de semana para bailar esas canciones que les devuelven a la juventud y a las primeras veces. A los primeros pantalones largo, a los primeros tacones y al primer amor.
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