«Lo peor todavía no ha llegado»
Vecinos y comerciantes del entorno de Easo se quejan de las afecciones provocadas por las obras del Topo | Denuncian que el polvo, el ruido, las vibraciones y la mala accesibilidad son los causantes de la bajada de clientes
«Hay un 95 por ciento de probabilidades de que en breve tengamos que cerrar la tienda. La bajada de clientes se ha notado ... muchísimo y cuando nos quiten el paso de cebra que tenemos en la entrada la situación va a ser insostenible», lamenta Nora, trabajadora de la tienda Tejidos Cisneros que hace esquina entre la calle Easo y calle Zubieta. Este comercio, como muchos otros de la zona, se ha visto afectado por las obras del Topo que desde el pasado octubre se están llevando a cabo en la plaza Xabier Zubiri, frente al Hotel de Londres y de Inglaterra, y que recientemente han comenzado en la calle Easo. «Nosotros nunca hemos estado de acuerdo con estas obras pero ahora ya no podemos hacer nada», explica Nora con cierta resignación.
Estas son algunas de las quejas generalizadas que surgen debido a las obras de la variante soterrada del Topo en Donostia, que empieza a dar forma a su parada en La Concha. Es el primer acceso que se acomete de los tres que tendrá la estación Centro, la que llevará la línea ferroviaria hasta el corazón de la ciudad.
«Estamos perdiendo muchísimos clientes. No se trata solamente de una cuestión de ruido, que también, sino de accesibilidad y de polvo. Con las obras esto está lleno de máquinas y de trabajadores, y la gente prefiere no pasar por aquí», se queja Naiara desde detrás de la barra del bar Lobo, en la calle Easo. «Además, la gente con carritos de niños o sillas de ruedas tiene muchas dificultades para entrar por la pasarela». Una de las cuestiones que más han afectado al establecimiento ha sido el hecho de que se haya cavado una zanja frente a la guillotina del bar. «Como no tenemos terraza, atendemos a muchos clientes directamente desde esta ventana y ahora esa posibilidad ya no existe. Ya sabemos que es una cuestión temporal, aunque cuatro años son muchos y nadie sabe con seguridad si el resultado final va a beneficiarnos», apostilla.
«Hay un 95 por ciento de probabilidades de que en breve tengamos que cerrar la tienda»
Las obras también traen de cabeza a muchos vecinos que viven en la zona. «En casa no se puede ni estar, esto es una pesadilla que no termina. Empiezan a trabajar a primera hora de la mañana y no hay manera ni de echar una cabezada durante el día o de ver la tele tranquilamente. Solo nos dan tregua los fines de semana. A eso súmale la cantidad de polvo que sube hacia los balcones y entra en casa», señala Asun. Las vibraciones también resultan especialmente molestas. «En las casas de algunos vecinos ya han aparecido las primeras grietas. No sé cómo vamos a aguantar así tanto tiempo, yo no estoy preparada», asegura esta vecina.
«Lo estábamos viendo venir»
Desde el Hotel de Londres y de Inglaterra siguen las obras con especial atención y miedo. «Estábamos viendo venir esta situación desde hace mucho. La gente ha empezado a ser consciente del problema ahora pero a nosotros empezó a afectarnos desde octubre», asegura David, responsable de ventas del hotel. «Algo que nos está perjudicando especialmente es la cuestión estética, ya que avisamos siempre al cliente de cuál es la situación actual y muchos acaban decidiéndose por otro hotel. Además, a raíz de las obras solo nos han dejado sitio para tres coches en la zona de la entrada y ni siquiera es un espacio exclusivo del hotel. De momento hemos calculado un impacto del -30% en las ventas de este año. Si en situaciones normales nos está afectando no quiero imaginar cómo será en verano. Se va a colapsar todo. Lo peor está por llegar», advierte.
Reconoce que muchos clientes se han quejado del ruido, «porque vienen aquí a descansar y se encuentran con esta situación». «Suponemos que a futuro el cambio será positivo pero ahora mismo no tenemos ninguna certeza de que nos vaya a beneficiar y las obras son muy largas. Al menos la constructora está mostrando mucho interés por conocer nuestra situación», añade.
Por su parte, la concejala de Movilidad, Pilar Arana, explicó en la última Comisión de Espacio Público del Ayuntamiento celebrada el pasado día 11 que el gobierno local «ha seguido siempre muy de cerca las obras por parte de ETS (Euskal Trenbide Sarea), la constructora, de manera que las afecciones sean las mínimas. Al ser una obra del Gobierno Vasco, son ellos quienes tienen que llevar a cabo las mediciones de ruido y nosotros vigilaremos que se cumpla la ordenanza, ya que somos la institución más cercana».
Asimismo, señaló que se ha puesto en marcha un canal de comunicación «a través del TOPOgunea y del telecontacto de los responsables para que todos aquellos afectados puedan transmitir sus quejas y sugerencias, y de momento está funcionando bien».
La edil jeltzale añadió que se trata de una obra «que va a dar muy buen servicio a muchísimos donostiarras. Las molestias de las obras son un paso de un cambio que será muy beneficioso», concluyó.
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