Sandra Ramajo: «En Irun ya estaría trabajando en el Comarcal junto a mi hermana»

-¿Por qué no se ha venido a Irun?

-Cuando decretaron la alarma tuve dudas, puse las noticias y estuve en contacto con mis padres. Por un lado me imponía respeto coger el coche y que me pararan. Y por otro consideré que quizás la convivencia con mi compañera de piso iba a adecuarse mejor al tipo de vida que tendría que llevar que estar con mis padres. Ellos están bien y también lo vieron así.

-¿Cómo vive esta crisis sanitaria?

-Soy auxiliar de enfermería y me hubiera gustado echar una mano. Todavía me planteo ir a trabajar a algún centro sanitario, pero igual soy más una carga que una ayuda porque no conozco el sistema de aquí y igual tenían que pasarse más tiempo enseñándome que ayudando a la gente.

-Veo que aún no lo descarta.

-No. Si hubiera una demanda de sanitarias... Además, la capitana del Albacete es enfermera y trabaja en un hospital de un pueblo de aquí. Mi hermana también es enfermera en el Comarcal de Irun y sé que si estaría allí ya estaría trabajando.

-¿Cómo se organiza el día?

-Me gusta la rutina. He querido mantener un orden de horarios. No pongo el despertador, pero no me levanto tarde. Lo primero que hago es estudiar. Mínimo dos horas. Luego, bajar a comprar algo si es que toca. Comer. Descansar un rato. Y entrenar.

-¿Cómo y cuánto se entrena diariamente?

-Aproximadamente dos horas todos los días. Hago los ejercicios que nos manda el entrenador y los que me pone mi preparador personal, Sergio Sukunza. Estoy con él desde que estaba con la Real, hablo todos los días con él y me ajusta lo que me han mandado aquí en el Albacete.

-¿Qué disponibilidad tiene en casa para hacer los ejercicios físicos?

-Es un piso pequeño, así que lo que hacemos es transformar el salón, cambiar sillas y muebles y habilitar un espacio para entrenar. Menos mal que lo hacemos las dos a la vez. También utilizamos las escaleras hasta el portal. Vivimos en un primero, pero como hay bajo y entresuelo es como si fuera un tercero.

-¿Duro?

-Hay días en los que sí se hace pesado, pero la música nos salva. Ponemos el Spoty y suena de todo. Además, ponen ejercicios a través de juegos en los que tienes que pensar para acertar lo que te toca. Tiene su punto lúdico y de diversión. Lo más duro es arrancar. Ponerte a ello. Luego, se lleva mejor.

-¿En qué punto de la temporada le ha pillado el parón?

-Personalmente estaba en una buena fase, contenta por aprovechar las oportunidades que estaba teniendo. Es verdad que a nivel colectivo llevábamos un inicio de año nada bueno, sobre todo fuera de casa. Somos terceras y con dudas cuando el objetivo era ser primeras y ascender. A nivel individual tenía cada vez mejores sensaciones.

-Ya se había integrado a la vida de Albacete y... a parar.

-Sí, estaba integradísima. Llevo dos equipos de niños y eso también ha parado. Uno es de multideporte de chavales de 3 y 4 años. Dos veces por semana. Trabajamos psicomotricidad. No compiten. El otro equipo es de 7-8 años. Compiten, pero sin importar el resultado. Dos entrenamientos por semana con cada grupo, tengo llena la semana.

-No tiene pinta usted de estar enganchada a las redes sociales...

-Soy un desastre para las relaciones. Vivo al límite. No paro. Me gusta estar activa, pero claro, eso me quita tiempo para estar con la gente.

- Y en la cocina, ¿qué tal?

-Ahora tengo más tiempo y mejor. Estos días hemos hecho lasagna de verduras y pizza con masa de coliflor. Todo casero, con nuestras manos.

-¿Con quién pasa el confinamiento?

-Con mi compañera de equipo Marta Pérez, ex del Betis.

-¿Qué echa más de menos?

-El fútbol. Y ver a la familia.

-¿Qué le ayuda a pasar el tiempo?

-Practicar deporte y estudiar. Estoy haciendo dos cursos online de coaching y de dirección deportiva más marketing.

-¿Libro o series?

-Al final de día vemos series: 'Toy Boy' y 'La Casa de papel'.

-¿Qué es lo primero que hará cuando acabe esto?

-Salir a la calle y abrazar a mi gente.