Los homenajes solían salir bien
Tras unas largas vacaciones, ya estoy aquí de nuevo con todos vosotros con la mirada puesta en el nuevo proyecto de nuestra Real. Ha sido ... un verano complicado donde jugadores de la plantilla estaban invitados a salir al no contar para el entrenador y dirección deportiva, y como dijo Oyazabal, no es fácil lidiar con esa situación a diario.
Algunos encontraron acomodo, pero otros no y hay que tratarlos como lo que son, uno más dentro de la plantilla. Sergio Francisco, al que conozco bien, tiene una papeleta complicada porque debe reinventar a la Real. El trabajo es duro y arduo en un curso que no ha comenzado con el mejor pie pero en el que merecimos los nueve puntos que se han puesto en juego. Errores en la salida, algún penalti absurdo y las ocasiones falladas privaron ver a una Real que parecía otra respecto a la del año pasado.
Los dos últimos fichajes, Yangel y Soler, aportarán experiencia y empaque al centro del campo, pero como ocurrió con Toshack cuando trajo a Oceano y Carlos Xavier permitirá que nuestros jóvenes talentosos ganen tiempo para un futuro ilusionante. Hoy ante el Real Madrid solo vale pensar en ganar y no se puede especular, pero sobre todo no se pueden cometer errores en zonas complicadas porque los pequeños detalles marcan siempre la diferencia en este tipo de partidos. Se puede ganar perfectamente al Real Madrid porque también tiene sus puntos débiles pese a que posee a Mbappé, para mí el mejor jugador del mundo. Es el más decisivo.
No hay que pensar en los dos puntos logrados ni que luego vamos a Sevilla, viene el Mallorca y nos medimos al Barcelona. Alonso es un gran entrenador, pero tiene que seguir demostrándolo.
Por tradición, los homenajes en Anoeta siempre nos han salido bien. Hoy con Toshack hay que seguir esa corriente y creo en la posibilidad. Dani, exjugador del Athletic, una vez me dijo que no iban a participar en más homenajes porque siempre les ganábamos. Lo decía en broma, claro. He convivido con el galés en tres ocasiones, también en Marruecos, y él siempre tuvo una exigencia máxima, con y sin balón. Todo el mundo atacaba y todo el mundo defendía. Eso lo inculcó él.
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