El mejor partido en un momento excepcional

Llegó para apagar un incendio, como algo provisional, y el incendio lo ha provocado él. 'Cero excusas' es el título de su libro de cabecera. Nunca critica las decisiones arbitrales, nunca se esconde detrás de las bajas por lesión y donde otros ven problemas, él ve soluciones. Se ha ganado el reconocimiento del mundo del balón por el buen fútbol que practica su equipo y, lo más importante, se ha ganado el respeto de su vestuario donde nadie se siente imprescindible y donde a la vez todos se sienten partícipes de la buena marcha del equipo. Ambición, ilusión y humildad son las tres patas sobre las que se apoya. Es la Real en toda su expresión.

El resumen del momento excepcional en el que la Real llega al derbi lo constatan los números. Los 24 puntos en once jornadas de Liga, con solo una derrota en el partido inaugural en el Camp Nou, le permiten igualar el mejor registro de su historia a estas alturas. Son tantos puntos como sumaron los campeones en su segundo título liguero (81/82). Solo la Real del récord de la imbatibilidad (79/80) era mejor que la actual cumplida la undécima jornada, con 25 puntos en su haber. Con la victoria sobre el Celta, el guarismo es superior al que hasta ahora marcaba la referencia del siglo XXI: los 23 puntos de la Real subcampeona (02/03).

La Real encadena trece partidos oficiales sin conocer la derrota (diez de Liga y los tres de Europa League en los que empató ante el PSV y Mónaco y ganó al Sturm Graz). Su última derrota hay que encontrarla el 15 de agosto en el Camp Nou. Los trece partidos sin perder es la mejor racha de Imanol como entrenador. Hasta la fecha, en dos ocasiones, había llegado a enlazar diez partidos sin perder. La Real, además, ha ganado 13 de sus 21 últimos partidos oficiales y en todo 2021 sólo ha perdido nueve de 41, un guarismo este último que le sitúa a la par del Chelsea o el City, últimos finalistas de la Champions. La Real ya no es aquel equipo que se cae en Liga después de haber jugado en Europa entre semana. La plantilla está respondiendo a la exigencia que supone jugar dos partidos por semana.

Semejante trayectoria tiene más valor si cabe cuando se repasa el alto número de bajas por lesión que castigan el grupo desde el arranque de la temporada con hasta un máximo de nueve jugadores fuera de combate al mismo tiempo. Illarramendi, Carlos y Monreal todavía no han podido estrenarse esta temporada y Guridi solo pudo jugar nueve minutos ante el Rayo. A ellos se han unido en la enfermería en algún momento Barrenetxea (no juega desde el 3 de octubre), Isak (se perdió dos de liga y el choque ante el Mónaco), Rico (debutó el jueves en Vigo), Silva (solo ha podido participar en siete partidos), Ryan (intervenido en la rodilla) y Oyarzabal, quien podría reaparecer mañana. Las bajas han condicionado cada partido pero Imanol siempre lo ha tenido claro: ha tirado de fondo de armario y del Sanse. Lobete, Turrientes, Valera y Romero ya han tenido la oportunidad de debutar con el primer equipo –Karrikaburu lo ha hecho también en la Europa League– y otros como Ayesa, González de Zárate, Djouahra y el propio Karrikaburu han formado parte de alguna convocatoria. El trabajo que se hace en Zubieta entre semana se ha puesto en valor en el terreno de juego porque los menos habituales han dado el nivel cada vez que se ha requerido de ellos y los recién salidos de lesión han sumado desde el primer minuto.

Da igual quién juegue, tampoco importa el dibujo sobre el terreno de juego o el sistema. El engranaje es cada día más perfecto en lo táctico de todas y cada una de las piezas que conforman el colectivo. La Real se ha adaptado a las diferentes circunstancias ante rivales de todo pelaje. Imanol ha modificado el habitual 4-3-3 con el que suele jugar la Real por un 4-4-2 o un 5-3-2 en función de los jugadores con los que contaba en cada momento, de las dificultades que le ha generado el rival y de la carga de partidos. Lo mismo lleva la iniciativa que junta las líneas atrás para salir a la contra o como en el Wanda atrae a su campo al rival para buscarle las espaldas. Mañana le espera un Athletic, físicamente en buen momento, que tratará de buscarle las cosquillas arriba pero que también sabe que no puede ir con todo porque ya sabe lo que le espera a la vuelta.

La estructura defensiva está manteniendo al equipo en todos los partidos. La Real defiende con las líneas más juntas y recorre menos distancia que en la pasada temporada, lo que le permite economizar mucho mejor sus energías. En el vestuario ha calado que mientras atrás no se cometan errores, arriba los goles van a llegar. La Real ha dejado su portería a cero en ocho de los trece partidos jugados esta temporada. No encajó para ganar siete de los ocho ante el Rayo, Levante, Cádiz, Sevilla (este fue el que empató a cero), Elche, Mallorca, Sturm Graz y Celta. Solo ha encajado doce goles, cuatro de ellos en un mismo partido, el jugado en el Camp Nou, el único que ha perdido hasta la fecha.

La búsqueda del equilibrio ataque-defensa que tanto anhelan los entrenadores queda constatada en la capacidad que tiene la Real para hacer goles con el añadido de que estos tienen una alta rentabilidad. Hasta en cinco ocasiones de los trece encuentros jugados solo ha necesitado un tanto para obtener el triunfo, lo que no deja de ser una señal de la madurez y el poso que está adquiriendo el equipo de Imanol. Los rivales saben que para sumar ante la Real es casi obligado hacerle un gol porque rara vez se ha marchado de un partido con su casillero de goles a cero. Marca en el 87,8% de los partidos, o lo que es lo mismo, en este 2021 ha anotado al menos un tanto en 36 de los 41 encuentros que ha disputado.

No es un asunto baladí. El número de goles que marca un equipo en las segundas partes dice muchas cosas. Por un lado, la experiencia que van adquiriendo los jugadores y la madurez para solventar las situaciones complicadas que se dan en todos los partidos. Por otra, la fortaleza física y la capacidad de la Real para insistir hasta encontrar la debilidad del rival. Dieciséis de los veinte goles que ha marcado han llegado en la segunda mitad, siete de esos dieciséis en el último cuarto de hora. La Real es capaz de resistir la acumulación de partidos y bajas en unas segundas partes en las que lo normal es que fuera a menos con las bajas, los cambios y el cansancio. La juventud del equipo y aportación de la cantera son dos de las otras causas que explican lo bien que llega la Real a la recta final de los partidos. No ha marcado ningún gol entre los minutos 15 y 30.

Es imposible desligar el éxito de esta Real de la corriente positiva instalada en el Reale Arena. El aficionado disfruta con el equipo como hace mucho no hacía en un campo que se ha convertido en una referencia por el ambiente que se forma en cada partido, con especial protagonismo para la grada Aitor Zabaleta. El equipo se siente protegido y respaldado en un campo en el que todavía no ha perdido esta temporada. Mañana se puede batir el récord de asistencia desde que se realizó la remodelación, cifrado en el derbi de febrero de 2020 en 36.730 espectadores. Partido tras partido es una gozada acercarse al Reale Arena, donde al mejor ambiente que existe hoy en día en un campo de la Liga, se le añade puro caviar futbolístico. El Reale Arena ha cambiado este club. No es únicamente que los jugadores se sientan más arropado, es el estado de ánimo de la masa social y la confianza con la que encaramos los partidos.

El derbi tiene color blanquiazul en los últimos años en Anoeta. De los nueve que se han jugado, la Real suma cinco victorias y tres empates. La pasión que de por sí levantan este enfrentamientos se ve en esta ocasión multiplicada por el aliciente que supone para los aficionados de la Real mantener el liderato y para el Athletic ganar a quien comanda la competición sabedores los vizcaínos de que no habrá victoria en un derbi que pueda hacer olvidar la derrota en la final de Copa.