Puerta grande... o enfermería para Januzaj

Porque en el momento en el que el torero, vamos Januzaj, buscaba el éxito y se había echado el equipo a la espalda, con regates de fantasía, pases filtrados y centros al área de mantequilla, su cuerpo dijo basta. No salió en camilla, salió a pie y con cara de pocos amigos, tocado, porque se sentía protagonista por primera vez esta temporada y no había podido rematar la faena.

Todo el peso del juego de ataque estaba pasando por sus botas en esa segunda parte. Gorosabel, Oyarzabal, Merino, Silva... todos le buscaban a él. También su defensor Blanco. Todavía le está buscando. El extremo belga estaba llamado a ser el protagonista. La puerta grande le esperaba. Incluso en alguna acción nos devolvió al último partido de la pasada Liga, cuando nos elevó a los cielos al marcar el gol en el último suspiro que metió a la Real en la Europa League. Januzaj dispuso ayer de un lanzamiento de falta muy similar, en la misma posición, que no acabó dentro de milagro porque el guardameta Domenech metió los puños. Quizás fue ahí donde se lesionó. Esa fue la oportunidad más clara de la Real, además del gol que no subió al marcador en el tiempo de prolongación.

Januzaj fue el jugador que todos queremos ver con más asiduidad tras una primera parte en la que asomó a cuentagotas. Nos fuimos el descanso dándole vueltas a la cabeza porque la Real Sociedad había tenido más tiempo el balón pero las ocasiones más claras habían sido del Valencia. A la Real le había faltado mordiente. Llegó bien al último tercio, con cierta claridad, pero no terminaba de romperla. Solo contabilizamos un tímido disparo del belga desde fuera del área, como quitándose el balón de encima. Fue lo poco que tiró la Real.

Antes, en el primer cuarto de hora de partido, Isak había rematado de espuela por encima del larguero, como ya hiciera en el partido ante el Elche. Al ariete se le quedó atrás el envío de Barrenetxea desde la izquierda y no se le ocurrió otra cosa que rematarlo en posición acrobática. Eso fue todo.

No hubo más por mucho que Barrenetxea y Januzaj trataron de darle al equipo profundidad por banda. El donostiarra encontró en Silva un aliado para generar superioridades por banda izquierda, pero unas veces porque se precipitó en el último pase y otras porque no acertó al elegir a quién darle el balón, no terminó de encontrarse cómodo. Le pudo eso que le hace ser tan buen jugador, su querencia a mirar siempre hacia arriba. Fue sustituido en el descanso por Oyarzabal.

Januzaj tampoco terminaba de ser protagonista pero se le notaba menos porque tiene más poso y sabe que en días en los que uno no está del todo acertado o tiene un defensor que le ha cogido la matrícula es mejor recluirse en lo más básico, parar y pasar, hasta coger confianza, que es lo que encontró en la segunda parte.

Al belga le bastaba acariciar el balón de vez en cuando para sentirse partícipe en el juego de la Real. Casi siempre, pegado a la línea de cal, pero también buscando el balón por dentro, donde hizo más daño. En una de esas acciones puntuales y solitarias en la primera parte, Januzaj encaró a Blanco dentro del área, se fue de su par en una baldosa y fue derribado. Reclamó penalti por agarrón del defensor que el árbitro ni barajó. Luego sí vio la mano de Aritz...