Diego Álvarez: «Al presidente Orbegozo le metieron vestido en la ducha, fue una locura»
40 aniversario del primer título de liga de la Real ·
El centrocampista llegó al club blanquiazul con 17 años procedente del Eibar y jugó once temporadas en el primer equipo, con el que logró los dos títulos liguerosJosé Diego Álvarez (Pino, 66 años), forma parte de la historia de la Real Sociedad. Recaló en el club blanquiazul con 17 años ... procedente del Eibar, equipo con el que debutó en Tercera. Su estreno con la camiseta realista tuvo lugar el 7 de septiembre de 1974 en Atocha contra el Barcelona (3-2). Disputó 349 partidos oficiales en once temporadas y marcó 23 goles. Colgó las botas en 1985 con 30 años y fue internacional en una ocasión.
– 26 de abril de 1981, ¿qué le sugiere esa fecha tan especial?
– Fue un día histórico, emocionante, pero no solo para mí, sino también para toda la afición de la Real. No te lo creías, eras campeón de Liga por primera vez. Son recuerdos imborrables en tu vida. Y eso que salimos al campo un poco nerviosos. Hubo también momentos de angustia porque teníamos presente lo que nos había pasado el año anterior en Sevilla, pero el gol de Zamora fue una explosión de alegría que no puede explicarse con palabras. Hay que vivirlo en ese momento.
– Faltaban solo once segundos para la conclusión del partido...
– Prácticamente estaba terminado y sucedió. Es imposible describirlo. Estaba cerca de Górriz y nos abrazamos como si estuviéramos locos.
– ¿Intervino en la jugada?
– Andaba por ahí, pero no estaba cerca.
– Y marca Zamora, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza?
– En esos momentos no sabes cómo reaccionar. Estaba cansado, pero aún así me puse a correr de alegría. Estaba emocionado, deportivamente es lo más grande que he me ha sucedido en la vida.
– Retrocedamos a las horas previas de un partido inolvidable.
– El viaje fue normal. No estuvimos alojados en Gijón, sino en Oviedo, en el hotel Reconquista, para estar más tranquilos. Había mucho en juego. Fuimos directos al campo, sin agobios, muy concentrados.
– Tenían un punto de ventaja sobre el Real Madrid...
– Sí, dependíamos de nosotros mismos y no queríamos volver a pasar lo del Sánchez Pizjuán. En Gijón vivimos la gloria. En Sevilla, el infierno.
– ¿Qué les dijo Ormaetxea en el vestuario?
– Sabíamos de memoria cómo teníamos que jugar. Alberto era una persona muy seria, se le respetaba mucho. También él estaba muy motivado y la unión con los jugadores era total. No fue un gran partido, pero lo importante era el resultado.
– ¿Cuántas veces ha visto el vídeo de Juanito de rodillas celebrando la conquista del título en la entrada de los vestuarios de Valladolid?
– El nuestro un montón de veces. El suyo, de vez en cuando lo ponen en televisión. Celebraban que habían ganado la Liga, pero nuestro partido no había acabado aún...
– Los jugadores del Sporting parecían galgos...
– Estaban supermotivados. Había muchos intereses por medio. Contra el Sevilla pasó algo parecido.
– ¿Estaban primados?
– No tengo ninguna duda.
– ¿Qué se puede contar de lo que sucedió después en los vestuarios de El Molinón?
– Todos estábamos saltando, cantando, brindando con champán. Al presidente Orbegozo le metieron vestido en la ducha, fue una locura.
– Zamora dice que allí desapareció su camiseta...
– Posiblemente, no había control de nada.
– ¿Y la suya?
– Creo que la tiene mi hijo...
– ¿Hubo celebración después?
– No, cenamos en el hotel y no salimos fuera. Teníamos luego un partido de Copa en Madrid. No volvimos a Donostia.
– ¿Quién era su compañero de habitación?
– No me acuerdo ese día, igual dormimos cada uno solos. Solía compartir habitación con Eliseo Murillo, con Jesús Mari Zamora, con Genaro Celayeta.
– ¿A qué hora se acostaron?
– Muy tarde, se hicieron las tantas. Estábamos alegres, pero también cansados. Volamos desde Oviedo a Madrid y lo festejamos en el hotel Alcalá. Coincidimos con Osasuna, que también estaban alojados allí.
– ¿Qué supuso para los jugadores ganar la primera Liga?
– Fue la confirmación de algo que nunca pensabas que pudiera pasar. Éramos un equipo de cantera, formado casi íntegramente por guipuzcoanos. Era impensable en aquellos tiempos. Teníamos una plantilla de 18 o 20 jugadores, pero los titulares siempre eran los mismos. Cada uno tenía asumido su papel, sabía lo que tenía que hacer. Un equipo es unión. La mayoría empezamos en juveniles.
– Al año siguiente llegó la segunda...
– Sí, pero la primera no tiene nada que ver con la segunda.
«El recibimiento por todos los pueblos de Gipuzkoa fue increíble»
Diego Álvarez fue testigo del recibimiento que les tributó toda Gipuzkoa por la consecución del título. «Aquello fue algo impresionante, increíble, nunca había visto una cosa igual. En aquella época no había autopista y primero paramos en Oñati para visitar a la virgen de Arantzazu, la patrona. Desde que salimos de Vitoria nos encontramos con una multitud de gente en las aceras y en las esquinas de cada pueblo que pasábamos. Me impresionó sobremanera. Todo el mundo nos saludaba, veías en sus caras que estaban muy orgullosos de nosotros por lo que habíamos conseguido. Cuando llegamos a Donostia se desbordó todo. Habíamos hecho felices a muchísima gente».
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