Real Sociedad
Mikel Etxarri: «Llegué a un acuerdo con Uranga para que no me propusiera como entrenador de la Real»El lasartearra repasa su trayectoria después de dirigir su último Curso de Verano de la UPV: «El fútbol me ha tirado con locura»
Mikel Etxarri (Lasarte-Oria, 1946) aún se pregunta de dónde le viene su desmedida afición por el fútbol. Su pasión por analizar el juego. No tuvo referentes futbolísticos en la familia. «En mi casa, además de mi familia directa, vivía una tía soltera, hermana de mi madre, que era modista. Con seis años le cogía botones de diferentes colores y me hacía mi propio futbolín. Con un dedo controlaba un equipo y con el otro, el otro equipo. Ahí empecé a jugar al fútbol y a entenderlo como un juego con balón. Desde entonces me ha tirado con locura».
Etxarri abre las puertas de su casa a este periódico después de que en junio dirigiera su último Curso de Verano de la UPV dedicado a la táctica, en el que recibió un emotivo homenaje del mundo del fútbol. Al acto acudieron representantes de los equipos vascos y entrenadores o exfutbolistas como Jagoba Arrasate, Beñat San José, Mikel Labaka y Xabi Prieto. Algunos de ellos han sido alumnos suyos antes de sentarse en el banquillo.
Este lasartearra lo ha sido todo en el fútbol guipuzcoano. Jugador, entrenador, profesor, director deportivo, secretario técnico, ojeador, analista... Tuvo una carrera corta sobre el terreno de juego, ya que a los 25 años se rompió la tibia y el peroné cuando militaba en el equipo lasartearra de Michelín. Entonces, «un tío de José Luis Astiazarán, que fue profesor mío con 15 años, me dijo que tenía que ser entrenador porque tenía mucha comprensión del juego».
Se fue a Madrid para sacarse el título. Fue el cuarto de la promoción. El primero, Xabier Azkargorta. Volvió a Lasarte para empezar a entrenar en el otro equipo de su vida, el Michelín. «Era uno de los equipos potentes de la liga regional. Subíamos, luego bajábamos. Pasé 20 años ahí como jugador y entrenador».
«Hay técnicos que cuando empiezan quieren llegar a lo más alto posible. Su meta es ser profesional y llegar a Primera División. Pero yo nunca tuve ese objetivo. Yo quería ser entrenador y, como dice Mendilibar, he sido el mismo entrenador en Regional o en Primera», reconoce Etxarri, que durante décadas compaginó su pasión por el fútbol con su actividad profesional como perito industrial en diferentes empresas.
La Real se cruzó en su camino por primera vez en 1986. Entró como ayudante de Salva Iriarte en el Sanse. Fueron tres años compaginando su labor como entrenador con el trabajo en la fábrica de Suchard. Cuando la compañía echó el cierre, pidió al club blanquiazul que le contrataran a tiempo completo, pero se topó con la negativa de Toshack y acabó saliendo.
De la UPV al Eibar
La UPV le ofreció dirigir su equipo regional. «Se podía entender como un paso atrás, pero a mí siempre me ha gustado el fútbol y, mientras tuviera trabajo y pudiera entrenar, no me importaba bajar de categoría». No le fueron mal las cosas y al poco tiempo el Eibar le propuso un banquillo en Segunda División. Era 1990. Costó, pero Etxarri mantuvo al conjunto armero en la categoría. «Éramos un equipo defensivo, pero no teníamos otra opción. En la segunda temporada marcamos 19 goles, pero solo nos hicieron 22. Sumamos 36 puntos, nos salvamos y Garmendia se llevó su primer Zamora».
Dos temporadas en Eibar bastaron para que la Real volviera a llamar a su puerta. Esta vez Toshack decidió traerle de vuelta para dirigir al segundo equipo. «En una reunión que tuvimos en Igeldo en la que también se encontraba Luis Uranga, Toshack me dijo que el Sanse no era el Eibar, que no importaba la clasificación, pero que cada año tenían que subir dos o tres jugadores al primer equipo. Yo le contesté que tenía claro que no era el Eibar, porque allí mandaba yo y en la Real mandaba él».
En su época al frente del Sanse coincidió con jugadores como Alberto, Arteaga, Pikabea, De Pedro, Aranzabal, Idiakez, Emery, Etxeberria, Rekarte, Aldeondo... «En tres años debutaron muchos jugadores con el primer equipo y ocho consiguieron tener continuidad». Cumplió con su trabajo.
De esos años recuerda aún cómo se enteró de la salida de Etxeberria al Athletic. Por aquel entonces también realizaba funciones en la secretaría técnica. «Estaba de vacaciones en Cambrils, bajé a desayunar y el camarero me dijo: 'el Athletic os ha quitado a Etxeberria. Lo han dicho en la radio'. Pensé que estaba de broma, pero un rato después me llamó Uranga confirmándome la noticia y tuve que volver a toda prisa a Donostia». «Ese año se había marchado también Kodro y teníamos fichado a Gica. Después trajimos a Pürk y De Paula, dos delanteros jóvenes y baratos que confiábamos en que dieran resultado. Un año más tarde se fue Karpin, que era una tercera baja importante, aun así el equipo terminó tercero».
A partir de ese verano, Etxarri dejó sus funciones en el Sanse para incorporarse a la secretaría técnica de club. Se iba a encargar de confeccionar la plantilla de la Real junto al entrenador. El club estaba acostumbrado a traer pocos jugadores y solo extranjeros. «No se traían futbolistas españoles porque era una manera de limitar el número de fichajes y de dar más opciones a los jugadores de cantera. De esta forma solo había dos perfiles para elegir: cantera o extranjeros».
La lista de fichajes en los que ha participado es alargada, si bien trata de explicar dos operaciones que no terminaron de funcionar: Bonilla y Demetradze. «Al colombiano, además de en vídeo, lo vimos en la final de la Copa Libertadores que jugaron Deportivo Cali contra Palmeiras. Fue el máximo goleador del torneo y en la final marcó un gol de cabeza al más puro estilo Santillana. En la Real empezó marcando contra el Atlético de Madrid y Racing. Después hubo un cambio en el banquillo y a Clemente no terminó de convencerle. Lo cedimos al Salamanca de Segunda, donde marcó cinco goles, y en verano lo vendimos al Toulouse, donde terminó como tercer máximo goleador de la Liga. Acabó fichando por el Nantes de Denoueix».
Expuesto a las críticas
«Con Demetradze sucedió algo parecido. Fue el máximo goleador de Rusia y el Dinamo de Kiev lo fichó para sustituir a Shevchenko. Llegó a la Real la misma semana en la que volvía Toshack y cuando lo vio el galés, no le gustó». Recuerda, eso sí, que «llegó en periodo vacacional de su liga y con exceso de peso. El primer partido lo metió al campo en el minuto 55 y lo quitó en el 75 para recomponer el equipo después de una roja. Al final lo cedimos al Metalurg Donetsk. Se malvendió y terminó siendo el máximo goleador en Ucrania a pesar de no jugar en ninguno de los grandes del país».
Durante aquellos años Etxarri se encargó de una de las tareas más expuesta a las críticas. «Cuando se perdía la gente se olvidaba de los fichajes que habían funcionado y se hablaban de los que no habían dado el rendimiento esperado. Todo el mundo mencionaba a Bonilla y Demetradze, pero se olvidaban de que en la misma época habían venido Darko, Gica, Gracia, De Paula, Gómez, Sa Pinto, Khoklov, Jankauskas... y habían subido de la cantera Aranburu, Rekarte, Jauregi, Aldeondo...».
«Durante esos años bajaron a Segunda plantillas de mucho mayor coste económico que nosotros como el Atlético de Madrid, Sevilla, Betis o Tenerife», se defiende. «El equilibrio económico-deportivo fue bueno», se reafirma también, a pesar de que los resultados deportivos trajeron demasiados cambios de entrenador.
En el año 2001, coincidiendo con el regreso y última etapa de Toshack en el club, Etxarri tuvo un paréntesis muy breve en sus labores para ocuparse de la dirección deportiva del fútbol base mientras el galés asumía la secretaría técnica. Los malos resultados deportivos acabaron con la trayectoria de Toshack y cuando Olabe salva al equipo en 2002 se lleva a cabo una reestructuración en el organigrama de la Real. Etxarri se queda como secretario técnico y el gasteiztarra, como director deportivo. Además, comienza su andadura como seleccionador de Euskadi, rol que desempeñará primero con Iribar y después con Amorrortu hasta 2019.
Equilibrio económico
«En aquellos años Francia y Holanda eran las ligas de las que salían los mejores jugadores y teníamos controlados prácticamente a todos los equipos. Estuve siguiendo a Eric Abidal en el Lille, también pregunté por Essien, pero ya lo tenía cerrado el Olympique de Lyon. Otro día fuimos a ver al Guingamp, nos acercamos a su presidente y nos dijo: 'Drogba y Malouda, ¿verdad? Pero había que hacer un filtro según su precio. La Real siempre había mantenido una política de equilibrio económico. Se gastaba según lo que entraba, nunca más. En su día también quisimos traer a Djorkaeff, a Vieira... pero no había dinero. A Matías Almeyda –actual técnico sevillista– tampoco lo pudimos traer porque River pedía demasiado».
Etxarri vivió en primera persona el subcampeonato de 2003 y la participación en Champions, pero el equipo no tardó en entrar en una espiral negativa poco después. Cuando la directiva destituyó a Amorrortu en 2006 y puso a Arconada como sustituto, pensaron en Etxarri como ayudante del entrenador. «Me lo pidió Bakero, pero desde que entré en la secretaría técnica por primera vez tenía claro que no me iba a atrever a ser el entrenador de la Real. Ya entonces llegué a un acuerdo con Uranga para que no me propusiera en ningún caso como entrenador de la Real. La Primera División era demasiada presión y yo no tenía la 'patata' para eso. Mi aita murió muy joven de un infarto y cuando me dijo Bakero para ser el ayudante de Gonzalo, antes fui a hacerme un chequeo médico».
Se sentó en el banquillo durante ocho partidos y después volvió a la secretaría técnica. Justo antes de su salida del club. «En el año del descenso falló la organización interna. Se volvió a la estructura en la que la responsabilidad de la dirección deportiva y el entrenador recaía en la misma persona, cosa que no me gusta, porque si destituyes al entrenador te quedas sin dirección deportiva».
Su salida en 2007 le dejó «muy decepcionado y sin ganas de seguir en el fútbol». «Estuve varios meses sin hacer nada hasta que me llamó Mané para hacerme cargo del fútbol base del Alavés». En ese periodo el Gobierno Vasco creó Kirolene para dar clases de formación de entrenadores y buscaban profesores. Etxarri se interesó y enseguida pasó a formar parte del profesorado.
La Real volvería a llamarle muchos años después, después de regresar a Primera y clasificarse a Champions. El club necesitaba informadores de los rivales europeos y Loren pensó en él. Esa última etapa terminó cuando Moyes llegó con su propio equipo de ojeadores.
El fútbol nunca se ha ido de la vida de Mikel Etxarri. No ha dejado de ver partidos desde que se desvinculó de la Real y aprecia que este deporte «ha cambiado mucho sobre todo en dos aspectos: velocidad e intensidad en el juego». También ha variado la forma en la que ahora se lleva a cabo la labor de seguimiento al jugador. «Ahora hay mucha más información. Antes tenías que ir a los sitios. Una vez me tocó ir a Hungría, que me decían que había un jugador, y cuando fui a verlo me pareció que no tenía nivel ni para Tercera».