Una injusticia evidente

La alarma saltó el 18 de diciembre cuando LaLiga anunció el horario del partido contra el Villarreal para el lunes 13 de enero a las 21.00 horas ante el asombro generalizado del aficionado txuri-urdin porque suponía jugar tres partidos en siete días, algo que se confirmó en cuanto salió el de Mestalla para el domingo 19. La Real enseguida advirtió de la circunstancia a LaLiga pero la respuesta fue que había que esperar a que se resolviera la eliminatoria de Copa en Ponferrada, porque si caía eliminada no había problema. Algo que parecía poco probable dada la diferencia de categoría entre los dos equipos.

Como cabía esperar la lógica se impuso y los goles de Oyarzabal y Brais certificaron la clasificación de los de Imanol. Desde el club se volvió a solicitar a LaLiga adelantar el partido contra el Villarreal pero la respuesta fue que había que esperar al sorteo de Copa a ver el emparejamiento. Y cuando sale el Rayo y la Federación fija el partido para el jueves, la contestación de LaLiga es que ya es demasiado tarde para mover el partido del lunes. ¿Alguien lo entiende?

Este último argumento se le cae porque si en el sorteo le hubiese correspondido medirse a Barcelona o Atlético en Copa, habría tenido que tocar el encuentro del Villarreal. Me explico. Estos dos clubes juegan Champions el 21 de enero por lo que deben jugar el sábado 18 sus partidos de Liga. Así las cosas, el partido de Copa no habría podido disputarse en jueves, sino en martes o miércoles, por lo que el duelo ante el Villarreal se habría adelantado obligatoriamente. Entonces no habría sido tarde, lo que demuestra que se podía haber cambiado.

LaLiga es experta en generar problemas donde no los hay. Con haber fijado el encuentro desde el inicio para el sábado la cosa estaba resuelta. Más cuando ambos equipos llevan tres semanas sin jugar un partido de Liga. ¿Alguien entiende que la Real vaya a jugar solo el choque ante la Ponferradina en 22 días y que ahora tenga que disputar siete partidos en 21 días? Con un calendario tan apretado haber ganado dos días para arrancar este maratón de enero habría supuesto una diferencia importante, pero LaLiga ni siente ni padece.

La consecuencia a tanta incapacidad, además del riesgo de lesiones al que se exponen los jugadores, es que la Real tendrá tres días menos que el Rayo Vallecano para preparar el partido de Copa y dos menos que el Valencia para el de Liga. Un reflejo de cómo la falta de eficacia de los gestores de la competición puede alterar la igualdad de oportunidades cuando deberían ser los primeros en velar por ella.

Pensar en una caza de brujas hacia la Real es excesivo. No creo que sea así. La temporada pasada ya se vivió un caso surrealista en la ida de la semifinal de Copa entre el Atlético y el Athletic cuando al primero le fijaron el partido de Liga el domingo y al segundo el viernes. La Federación programó el enfrentamiento para el miércoles siguiente y Simeone pidió que fuera el jueves para tener un día más de descanso. Nadie se movió un milímetro de su posición y el resultado fue un Atlético que no podía con las botas.

En otra época la Real sucumbía ante semejante acumulación de partidos pero ahora es diferente. En mayo ya tuvo que afrontar tres partidos en siete días, arrancando un lunes en Montjuic, y acabó certificando su pasaporte europeo ganando al Valencia y el Betis. Ahora no tiene por qué ser diferente, aunque la injusticia es evidente.