Una estructura granítica
En un año con problemas en los fichajes y el delantero centro la Real ha vuelto a imponer su columna vertebral
No hay mejor patrón para la trainera txuri-urdin que el gitano de Orio, como el propio Imanol se autodenomina a sí mismo. De una ... forma u otra siempre se las arregla para llevar la nave a buen puerto superando los momentos de incertidumbre con una fe en sus posibilidades a prueba de bomba. El año pasado, cuando el colchón de la Champions se redujo de ocho puntos a casi dos en el tramo final, dio un puñetazo en la mesa ganando al Real Madrid y al Barcelona para ser el mejor equipo de las últimas nueve jornadas. En éste, con el Betis por delante y el Villarreal apretando, ha sumado seis puntos en cuatro días como si nada.
Decía tras el partido que daba un sobresaliente a la temporada y la nota no andará muy descaminada. La actuación en Champions se recordará durante años después de liderar un grupo en el que estaba el actual campeón de Italia y subcampeón de Europa, el Inter de Milán, y tener una buena puesta en escena en París ante Mbappé y compañía. En la Copa nos quedamos a un penalti de la final después de ser mejores en la eliminatoria y en la Liga se ha hecho de la necesidad virtud para alcanzar un sexto puesto que deja un buen sabor de boca. Y yo sí creo que ir a la Conference no habría sido lo mismo, por muy meritorio que hubiese sido el logro. No me llenaba tanto.
La Real se ha valido de su constancia para llegar alto en el torneo de la regularidad, que por algo tiene ese nombre. Después de nueve meses de competición cada uno acaba donde le corresponde y no se puede decir que la sexta plaza sea injusta. Más bien todo lo contrario. Los que están por delante han sido mejores y los que quedan por detrás, peores. No hay discusión.
Remiro, Zubeldia, Le Normand, Zubimendi, Merino, Oyarzabal y Brais son claves en la fortaleza colectiva
Escarbando en lo que ha sido el curso podríamos concluir que la actuación del equipo ha sido casi un milagro con las circunstancias que se han dado. Primero está el desgaste que supone jugar la Champions, que no tiene nada que ver con la Europa League. Y alcanzar las semifinales de Copa a eliminatorias a un partido en el que salvo una, la de Pamplona (0-2), todas se decidieron por un solo gol. Y contra el Mallorca se cayó en los penaltis.
Pero más allá del desgaste físico, al que Imanol hace frente con una receta de máxima exigencia en el trabajo diario en Zubieta caiga quien caiga, en la planificación de la plantilla ha habido más sombras que luces en cuanto a las incorporaciones. El rendimiento de Odriozola, Tierney y André Silva se ha visto muy limitado por sus problemas físicos, Zakharyan era una apuesta de futuro –solo ha metido un gol– y Traoré bajó mucho su rendimiento tras la Copa de África. Es decir, la aportación de los nuevos se reduce a los buenos detalles del maliense hasta diciembre y poco más.
Pero es que se marchó Sorloth, el máximo goleador del equipo, y ninguno de los tres delanteros centros ha respondido. Ni el propio Silva ni Sadiq ni Carlos Fernández. Ninguno participó del triunfo en el Villamarín sobre el terreno de juego. En el primer tercio de temporada la Real se sostuvo en parte gracias a la electricidad de sus extremos pero luego su nivel descendió hasta el punto de que Barrenetxea ha metido un gol en seis meses y Kubo uno en cinco.
Por último están las lesiones, que siempre parece que nos afectan más que a los rivales, aunque esta temporada no ha sido tan negra en esta cuestión como otras. Aun así, la Real gana 0-2 el domingo sin su triángulo defensivo formado por Zubeldia, Le Normand y Zubimendi con el que conquistó la Copa en 2021. Teniendo en cuenta todo esto, ¿cómo ha sido posible esa sexta plaza?
En buena medida porque la plantilla cuenta con una columna vertebral más fuerte que la de la mayoría de los equipos. El de Imanol se ha sustentado en esa estructura formada por Remiro, Zubeldia, Le Normand, Zubimendi, Merino, Brais y Oyarzabal, futbolistas que más allá del brillo individual que pueden tener en un momento determinado destacan por su alto nivel de competitividad, intensidad y regularidad. Salvo el gallego, los seis restantes han sido protagonistas de las cinco clasificaciones europeas y esa continuidad en el tiempo se refleja también en el campo por su capacidad para complementarse entre ellos.
Que con tantas vicisitudes la Real haya sido capaz de quedar por delante del Betis, Villarreal, Valencia y Sevilla y a cinco puntos del mejor Athletic en Liga de las cuatro últimas décadas habla mucho y bien de la solidez del proyecto. Ahora bien, convendría hacer un análisis preciso y autocrítica para elevar el nivel de un equipo que aún tiene puntos de mejora. Por la calidad y la edad de sus componentes. Y dos de ellos son la planificación de la plantilla y el reparto de los esfuerzos durante la temporada.
Está claro que arriba se necesitan una o dos incorporaciones –dependiendo de la posición de Oyarzabal–, que falta un lateral izquierdo a la espera de que vuelva Aihen y que no se puede tener jugadores con los que casi nunca vas a contar, casos de Urko y Olasagasti, que apenas han jugado.
La Real tiene una de las plantillas más compensadas de su historia, con dos jugadores de calidad por puesto tras la confirmación de que Pacheco y Turrientes no están tan lejos de los habituales. Pero hace falta confiar en todos, repartir los esfuerzos para que el equipo no se vuelva a caer en febrero y centrar el tiro en las pocas contrataciones que se hagan. Porque partimos de una columna vertebral que es la envidia del campeonato y contamos con el mejor patrón para nuestra trainera.
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