No me ha sorprendido la decisión de Asier. Desde aquel partido de febrero en Cornellá lo tenía claro. Le entrevisté en la zona mixta y ... cuando le pregunté por su renovación me respondió aquello de que en la primera vuelta no había jugado y que lo había pasado mal. Más que lo que dijo fue cómo lo dijo. Su cara.
Illarramendi es una persona que no sabe esconder sus sentimientos, incapaz de engañar a nadie. No tiene dobleces. Por eso hablar con él es tan especial, por esa frescura y sinceridad que el paso de los años no ha desgastado. En un mundo de frases hechas y tópicos, Asier es espontáneo y siempre va decir lo que piensa aunque sea más fácil pensar antes de hablar.
Pocos jugadores habrán querido más a la Real por mucho que hace diez años tomara la decisión de probar suerte en el Real Madrid. Era un tren que solo pasa una vez y al que había que subir. Cuando decidió salir de Chamartín no tuvo dudas de volver a casa pese a que el Athletic le ofrecía más dinero. A él y al Real Madrid. Florentino fue un caballero al respetar su decisión.
Nos ha dejado grandes tardes de fútbol pero también de compromiso a unos colores. Las lesiones le han jugado una mala pasada en los últimos años y cuando nadie daba un duro por él ha sido capaz de volver a su mejor nivel y no tener el más mínimo problema físico con 33 años. El curso pasado fue importante en el tramo final para entrar en Europa y en éste ha participado en 29 encuentros y aún faltan dos.
Pero sabía que por lógica su concurso iba a ir a menos con el nivel de esta Real. Lo más fácil habría sido seguir en un rol de suplente de lujo y en la zona de confort que representa Zubieta, pero Asier es sentimiento y no iba a traicionar sus ideas. Ve que no puede tapar el camino a los chavales y se echa a un lado. Algo digno de agradecer aunque no sea una decisión fácil y nos duela.
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