Un buen espejo en el que mirarse
El Real Madrid, como ahora intenta la Real, se reinventó tras el adiós de Cristiano en 2018 por su apuesta por jóvenes como Vinicius, Valverde, Rodrygo o Camavinga y no por su talonario
En el fútbol como en la vida hay que aprender de los mejores y, en este sentido, el Real Madrid siempre ha sido un buen ... referente en su gestión. En la era Aperribay la relación con el club blanco ha sido muy estrecha y, salvando las distancias, ambos han llevado caminos parecidos. A los dos les define sus cuentas saneadas, encadenar ejercicios positivos año tras año, tener éxitos deportivos y contar con plantillas jóvenes con margen de crecimiento. Incluso la apuesta por el nuevo Bernabéu de Florentino recuerda a aquella del Reale Arena que Aperribay calificó como «el mejor fichaje de la Real».
El club vive ahora tiempos de renovación en su plantilla. Y no porque lo haya buscado, sino porque le ha venido así. En un año ha perdido a cuatro referentes como Le Normand, Merino, Silva y Sorloth. Cinco si se le añade a Isak, que salió en 2022. Tres recibieron ofertas millonarias para cambiar de aires, otro se rompió la rodilla con 37 años y quizás el único caso en el que pudo andar más viva fue con el noruego, aunque no hay que olvidar que estaba cedido y que en las últimas ocho campañas ha conocido ocho equipos: Midtjylland, Crystal Palace, Gante, Trabzonspor, Leipzig, Real, Villarreal y Atlético. Y dos de esos años los pasó aquí, su estancia máxima en un equipo desde que es profesional.
Ambos clubes se han caracterizado en los últimos años por confiar en jóvenes que se han revalorizado
Ante una situación así hay dos formas de reaccionar: tratar de sustituirles con nuevos fichajes o mirar a medio plazo para moldear un nuevo equipo generando valor. La primera, en realidad, no es viable porque no hay dinero para reemplazar a dos jugadores valorados en 50 y 40 millones como Merino y Le Normand. Puedes traer a alguien en sus posiciones, pero nunca concebidos como sustitutos naturales sino como apuestas de futuro. Como lo fueron ambos cuando recalaron en la Real con el objetivo de moldearlos hasta convertirlos en jugadores del máximo nivel.
El Real Madrid, un club que factura anualmente 1.000 millones, vivió una situación parecida en 2018 cuando Cristiano Ronaldo decidió marcharse a Italia. Máximo goleador histórico del club, fue el artífice de cuatro Champions, las tres últimas consecutivas. La tentación habría sido sustituirle con otro galáctico con su músculo financiero pero Florentino y José Ángel Sánchez, su mano derecha, entendieron que era mejor arrancar un nuevo proyecto que tirar el dinero a la basura, porque el portugués era irreemplazable.
Sus dos primeros movimientos de la 18/19 fueron subir a Vinicius del Castilla, que tenía 18 años y por el que había pagado 45 millones al Flamingo, y recuperar del Deportivo a Fede Valverde, de 20 años, al que había cedido para que se fogueara después de abonar 5 millones a Peñarol dos años antes. Hoy el valor conjunto de ambos es de 300 millones. Remataron el verano fichando a Courtois, que tenía 26 años, por 35 millones, la mitad de su valor, porque el Chelsea quería hacer caja para fichar a Alisson Becker. El Madrid no ganó un título esa temporada, vio cómo el Atlético le pintaba la cara en la Supercopa de Europa y fue tercero en Liga. Pero había puesto la primera piedra de su nuevo proyecto.
En 2019 se trajo de Brasil a Rodrygo, de 18 años, tras pagar 45 millones al Santos, invirtió otros 50 millones en Militao y 48 en Mendy. En 2020 recuperó a Odegaard de la Real y en 2021 se hizo con Camavinga, de 19 años, por 31 millones. A su vez consiguió a Alaba y Rudiger sin soltar un euro al quedar libres. Su primer gran desembolso fue el de Bellingham hace un año poniendo 103 millones en la mesa al Dortmund por un chaval de 20 años. Hoy ya vale 180. Poco a poco el Real Madrid fue levantando el vuelo con aquel Vinicius que fallaba más que una escopeta de feria en sus inicios convertido en su gran héroe. En 2020 ganó el primer título importante tras el adiós de Cristiano, la Liga, y la pasada campaña hizo el doblete Liga y Champions para certificar que ha recuperado su trono.
La otra cara de la moneda
El Barcelona ha representado la otra cara de la moneda. Cuando el PSG le fichó a Neymar por 222 millones se adentró en una locura de fichajes que le ha llevado a la ruina. Invirtió 270 millones en Dembélé y Coutinho, no le funcionó ninguno y solo recuperó 67 millones. Por Lenglet pagó 35 y hoy con 29 años no lo quiere nadie, por Arturo Vidal desembolsó 18 millones con 31 años y la guinda fueron los 120 'kilos' de Griezmann, al que después vendió por 22.
Hace tres años, cuando se fue Messi, el mundo se le vino encima porque no tenía proyecto y solo sabía cambiar cromos en el mercado. Entonces tiró de 'palancas' para pagar 208 millones entre Ferrán Torres, Koundé, Lewandowski y Raphinha, hoy valorados en 140 después de ganar solo la Liga en tres años y estar muy lejos de los mejores en Europa. Depay, Aubameyang, Dani Alves, Luuk de Jong, Kessié o Marcos Alonso han sido otras de sus extravagantes contrataciones, por las que no pagó traspaso pero sí importantes fichas. Hoy su gran bandera son los canteranos Fermín, Gavi, Cubarsí, Balde y sobre todo Lamine Yamal, quien no habría irrumpido en el primer equipo de no ser por la espantada de Dembélé.
El nuevo proyecto de la Real pasa por armar un equipo competitivo integrando en la columna vertebral formada por Remiro, Zubeldia, Zubimendi, Brais, Kubo, Oyarzabal, Pacheco ó Turrientes y fichajes con talento y futuro como Zakharyan, Sergio Gómez, Javi López, Sucic y Óskarsson. Como el Madrid, necesitará su tiempo para volver a echar a volar pero es cuestión de tiempo. Lo importante es que ha acertado con el camino. Aunque no sea el más corto...
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