Ambición y fichajes
Clubes como el Girona o el Villarreal se citan a menudo como modelos a imitar cuando la Real gestiona desde la responsabilidad y muchos otros sugestionan sin mirar la cuenta de explotación
Me resulta chocante ver cómo tantas veces se confunden en el fútbol los términos ambición y fichajes, que se utilizan como sinónimos cuando en realidad ... no tienen nada que ver. La Real ganó dos Ligas sin un fichaje y no hubo en aquella época equipo más ambicioso que el txuri-urdin.
Dicen que la historia se aprende para no cometer los errores del pasado, y a comienzos de este siglo aprendimos una lección que no deberíamos olvidar en mucho tiempo. Porque fue la mal entendida ambición la que nos llevó al pozo de Segunda y al borde de la desaparición. Hagamos un poco de memoria...
La Real venía lastrada por tres malos años en los que peleó por la permanencia entre 1999 y 2001. Los puestos bajos de la tabla le habían atrapado y se creía que todos los males residían en la confección de la plantilla, cuando en realidad había otros problemas estructurales más importantes, como la falta de confianza en la cantera. Al menos como principal suministrador de jugadores del primer equipo. Entre 1997 y 2004 solo Rekarte, Aranburu y Xabi Alonso se estabilizaron en Primera. El resto, no valía. Incluso se cuestionó la calidad de los porteros de casa y ahora llevamos 18 años sin sacar un guardameta de Zubieta.
Apostar como única vía de mejora por las incorporaciones hace que los jóvenes de casa lo tengan más difícil
Así fueron llegando desde el mercado grandes nombres que generaban mayores sugestiones. El primero fue Darko Kovacevic en enero de 2002. Nadie entendía semejante milagro cuando tres años antes había salido por 21 millones de euros de la época. Y aquí estaba. Después fichamos a un portero del Liverpool, nada más y nada menos, como Sander Westerveld. Ver para creer. Y nos trajimos de Turquía a Nihat, la gran promesa del fútbol otomano. En verano, como éramos los más ambiciosos del mundo, recuperamos a Karpin y conseguimos a Schürrer, que dos años antes había sido uno de los pilares del Dépor campeón.
Tan ambiciosa fue aquella Real que peleó hasta la última jornada de Liga el título al Madrid de los Galácticos. Hay quien piensa que solo por vivir un año así valió la pena, pero la factura de semejante festín salió carísima. La realidad es que el club ingresaba 24 millones de euros y gastaba 36, una situación que de forma eufemística se resumió como de «tensión de tesorería».
Los beneficios de la Champions permitieron salvar las cuentas del ejercicio 03/04 y al año siguiente hubo que malvender a Xabi Alonso para salir a flote. Tras él salieron Westerveld, Schürrer, Aranzabal, De Pedro... En cuatro años pasamos de soñar con la Liga en Vigo a descender en Mestalla.
Fijarse en uno mismo
Hoy el ejemplo de ambición lo encarnan el Girona y el Villarreal porque se han gastado en jugadores la mayor parte del dinero recibidos en traspasos. Y eso siempre resulta popular. Porque hoy, más que gestionar, lo que se le pide al dirigente es que sugestione. Como la cuenta no la pagamos nosotros...
La Real de este verano ha invertido 25,2 millones en los fichajes de Javi López, Luka Sucic y Sergio Gómez. En realidad es bastante más dinero, porque ésa es la cantidad destinada solo a las transferencias. Faltaría el sueldo de los jugadores, a multiplicar por los años de contrato. Podrá parecer más o menos ambicioso, eso es algo muy subjetivo, pero sí que son inversiones sostenibles por la cuenta de resultados.
¿Qué tenemos peor equipo que el año pasado? Seguro. No hace falta ser un lince para verlo, porque Le Normand y Merino son insustituibles. Lo mismo pasó cuando se fueron Txiki, Bakero y Luis Mari López Rekarte en 1988, Kodro en 1995, Kovacevic en 1998, Xabi Alonso en 2004 o Illarramendi, Bravo y Griezmann entre 2013 y 2014. Llegados a este punto había dos caminos a tomar: tratar de sustituir a dos insustituibles empeñándonos hasta las cejas o construir un nuevo equipo, lo que Aperribay ha denominado 'el nuevo libro'. Y se ha optado por esta segunda opción, que requiere de más tiempo pero será más rentable deportiva y económicamente.
La Real ya vio cómo acabó su amor por los fichajes en 2002. Pasó en 4 años de soñar con la Liga a Segunda
Esto no significa que comparta todo lo que se esté haciendo. En lo estructural creo que la apuesta elegida es la correcta, al menos la única viable que había, aunque haya decisiones coyunturales que no las termino de ver claras.
La primera es que nuestro 'buque insignia' vaya a ser el delantero centro. Si miramos atrás vemos que su reconversión fue fruto de una situación de urgencia derivada de la marcha de Sorloth, que André Silva vino lesionado y de que Sadiq y Carlos no han rendido como se esperaba. Imanol anduvo rápido, vio las prestaciones que podía ofrecer el capitán arriba y se salvó la temporada de forma notable. De ahí a que una solución de emergencia se convierta en definitiva va un trecho. Mikel ha hecho historia jugando ocho años en una zona y no le veo mejorando esas prestaciones arriba.
Otra es el origen de las incorporaciones. Si miramos a los últimos años vemos que los que han venido de la Liga o la conocen, rara vez no han rendido: Remiro, Portu, Odegaard, Rico, Brais, Kubo, Galán, Sergio Gómez, Javi López... Sin embargo, se atisba un riesgo mayor en esas perlas futuras que deben integrarse a una nueva cultura y descubrir un fútbol diferente como Sagnan, Cho, Zakharyan o Sucic, que no ha jugado en dos de los tres últimos partidos cuando viene a sustituir a Merino. Son procesos que necesitan tiempo pero tiempo es precisamente lo que no sobra en el fútbol y hay que medir muy bien estas llegadas.
La tercera se refiere a los jóvenes de Zubieta. Dice Imanol que Jon Martín (2006) está muy verde y que si tenemos que tirar de él «nos va a costar mucho». Puede que esté en lo cierto y entiendo que el salto al primer equipo es hoy mayor, pero me da pena comprobar que bajo este argumento Oyarzabal o Griezmann nunca habrían debutado con 18 años en la Real. Y eso es preocupante con nuestra filosofía. Ya sabemos que la exigencia es grande pero la víspera el Barcelona ganó en Vallecas con tres chavales de 2007 en el once –Cubarsí, Bernal y Yamal– y más exigencia que allí no hay. El mejor remedio contra la bisoñez es ponerlos a jugar.
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