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Ningún tiro entre los tres palos. Varios errores defensivos. El portero pudo hacer algo más en un gol. Y el centro del campo apenas generó ... peligro. Mal día en la oficina para hacer un seguimiento exhaustivo a un jugador de la Real. Y sobretodo, complicado sacar algo positivo en las acciones individuales. La única en la que se tuvo que emplear Guaita fue en un córner botado por Sergio Gómez que llevaba marchamo de gol.
Centrémonos en el jugador más rubio de la Real. Óskarsson tenía una misión más imposible que las que ha firmado en el cine Ethan Hunt: cambiar el partido de signo. Le hubiera venido bien a Imanol tener en el banquillo a Tom Cruise, capaz de hacer posible lo imposible. Porque claro, para meter gol hay que chutar. Algo que ni el delantero islandés ni ninguno de sus compañeros pudo hacer, amén de ese córner mencionado anteriormente.
La sombra de Mikel Oyarzabal es muy alargada y Óskarsson tuvo toda la segunda parte para darle la vuelta a un partido que en la primera se había puesto muy cuesta arriba. Precisamente formó arriba con el capitán y Sheraldo Becker, pero no tuvo ninguna acción franca para batir la portería celtiña. Lleva sin celebrar un gol en La Liga desde finales de septiembre cuando le hizo un doblete al Valencia en Anoeta.
No es que el juego del islandés encandilara al personal o hiciera que a alguno se le cayera el talo de txistorra viendo el partido. Apenas entró en juego, pero a un delantero centro siempre se le intuye peligro. No fue ayer su día, quizás porque salió con la papeleta de enmendar la plana y así es bastante más difícil. Tampoco pudo asociarse con sus compañeros -puede que el dibujo 3-4-3 tampoco ayudara- y solo al final del partido pudo bajar algún balón y apoyar en la salida de balón del cuadro realista.
Lo que pasa es que si tocas el cuero en el centro del campo, después hay 50 metros hasta la portería. El plan de partido de la segunda parte fue darle más mordiente al ataque con un juego más directo aprovechando la velocidad de Becker y la capacidad rematadora de Óskarsson y Oyarzabal. El de Surinam sí que corrió, pero sacó muy pocas ventajas en los balones largos.
Por ello no pudo rematar centros ni asociarse en corto para buscar el disparo o generar espacios a sus compañeros. De los once partidos que ha disputado en LaLiga, el de ayer es el tercero en el que más minutos ha tenido tras los 65 de Girona y los 61 de Valladolid. Su última titularidad data del 27 de octubre ante Osasuna donde fue sustituído al descanso. Anoeta quiere disfrutar con el rugido del vikingo pero por ahora está sin voz. Démosle el cuerno de Thor.
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