Se dice y se repite hasta la saciedad que no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes, pero también hasta que no miras lo ... que tiene el de al lado. El domingo llega el Sevilla a Anoeta, un equipo que sirve como perfecto ejemplo para ilustrar esta idea.
En los últimos 15 años el conjunto hispalense se había convertido en un espejo en el que mirarse para muchos clubes al implementar una receta aparentemente sin fisuras. Comprar barato y vender caro, y, de mientras, ganar mucho, no solo dinero, también títulos.
La salida de Monchi este verano por la puerta de atrás no se maquilla con la Europa League levantada semanas antes. El presidente José Castro no se anduvo con rodeos y en junio descubrió las dimensiones del agujero que tiene el club. Una deuda de 90 millones de euros. Víctor Orta, sucesor de Monchi en la dirección deportiva, admitió los problemas que estaban teniendo con la inscripción de los nuevos jugadores y apuntó que el modelo de regeneración del club se alimentaba buscando jugadores con plusvalía en el mercado.
En este escenario, no debe coger por sorpresa ya la actual ubicación del equipo en la clasificación. Es una continuidad de cómo transcurrió la pasada temporada. Y claro, la afición no quiere volver a pasar lo mismo, porque no todos los días se puede levantar un título europeo.
En todo esto que ha vuelto a la palestra José María del Nido. El presidente del Sevilla más brillante de su historia, que acabó en prisión. Regresa con ganas de recuperar su asiento en el palco presidencial, por supuesto. Todo parece indicar que lo va a conseguir. Su hijo, que es vicepresidente en el actual consejo, ya ha desvelado los planes de su padre. «Quiere gestionar el club con los americanos, no con los sevillistas». Ya solo queda decir eso de bienvenido Mister Marshall. Mejor ni mirar mucho más allá.
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