El idilio de Brais con Sevilla

Ayer, el de Mos no esperó a los últimos minutos para dejar su sello personal. Lo hizo en la primera ocasión que tuvo, con el partido aún sin un dominador claro. Ejecutó la falta con maestría y el portero luso Rui Silva acompañó el viaje del balón con la mirada tras superar la barrera verdiblanca. Poco más podía hacer.

A partir de ese momento, Brais dejó aparcado el lucimiento personal y comenzó a trabajar para el equipo. No quedaba otra. El Betis, dueño del balón, puso cerco a la portería de Remiro. Aún así, al gallego le dio tiempo para festejar con Merino el segundo gol blanquiazul. La Real se marchó a vestuarios con ventaja, no sin antes haber sufrido el acoso de los verdiblancos, con disparo al larguero incluido.

Tras el paso por vestuarios, Brais se incrustó de nuevo en la tela de araña que Imanol tejió en el centro del campo para impedir que los jugadores béticos se hiciesen con el control del partido. Presionó la salida de balón y también taponó las incursiones por banda de los verdiblancos.

Brais dejó su puesto en el minuto 75 a Barrenetxea tras haber realizado una labor sorda pero eficaz para el equipo. No se guardó ninguna gota de sudor. Lo dio todo por el bien común y volverá a jugar un año más en Europa, donde se siente muy cómodo frente a equipos de alcurnia. Brais regresa a su jardín.