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No ganan ni cuando lo merecen
La Real Sociedad, con un jugador más durante 45 minutos, se choca contra un muro y sigue sin reaccionar
La Real Sociedad no remonta el vuelo en Balaídos pese a que mereciese los tres puntos. Sigue en ese estado de negativismo en el ... que cuando las cosas no quieren salir, no hay manera de dar con la tecla. Los de Sergio se mantendrán en descenso al menos hasta el viernes, cuando tendrán una nueva oportunidad para salir del pozo. Pero los dos puntos que volaron este domingo son de los que te acuerdas todo el año, más si cabe cuando sufres tantísimo para ganar. Los txuri-urdin cuajaron un partido más que decente, pero cometieron un error que el Celta aprovechó, y luego fueron incapaces de derribar un muro celeste pese a competir durante más de 45 minutos con un jugador más. La Real no gana cuando lo hace francamente mal y no lo merece, pero tampoco cuando remata 17 veces, siete de ellas entre los tres palos. Radu fue el mejor del partido, pero al final Soler, de cabeza, le pudo superar para al menos rascar un punto que a los realistas no les saca de pobres. Continúan, por puntaje, lejos de donde deberían estar porque tiene plantilla para estar mucho más arriba. La situación, en todo caso, sigue siendo la que es. Dramática si no sumas un gran puñado de puntos ante Sevilla y Athletic siendo los dos partidos en Anoeta.
Lo primero que tenía que hacer la Real era no recibir gol pronto sabiendo que lleva más de año y medio sin remontar un partido. Quizás Sergio se acordara de la paliza táctica que le pegó Giráldez a Imanol el año pasado porque decidió calcar el mismo sistema celeste protegiéndose atrás con tres centrales con Aihen por la izquierda y colocando a Sergio de carrilero. El irundarra también le dio la batuta a un Yangel que a las primeras de cambio ya dio algo más de empaque al centro del campo. Dos fichajes de este verano como Soler y Guedes, en la banqueta.
En esta situación tan complicada en la que está el equipo no se pueden desperdiciar ocasiones tan claras como el remate de cabeza de Oyarzabal, solo y sin oposición, tras un magnífico centro de Gómez. De esas que cambian partidos porque era el minuto 6. Pese a los sistemas a priori defensivos, los dos equipos iban a presionar alto aceptando el intercambio de golpes. El problema de toda la temporada. A la primera, el Celta encuentra el botín en una jugada de ataque que cualquier equipo juvenil guipuzcoano la puede bordar.
Defensor juega en largo con el delantero, que descarga para el pivote para que encuentre el espacio a la espalda de la defensa. Simple, pero efectivo. De nuevo, de juzgado de guardia, la pasividad de un Caleta-Car que le dejó metro y medio a Iglesias. Aihen tampoco tapó su espacio y Mingueza encontró solo a Durán, también mal defendido por Zubeldia. El delantero celeste parece que solo hace goles a la Real. No estaba pasando demasiado y los de Sergio ya perdían 1-0. En esta situación tan crítica la cabeza es indispensable. Se mantuvo en el partido el equipo, que lo intentó, sobre todo, a balón parado.
Brais puso un córner a la cabeza de Yangel, que no impactó de lleno el cuero al segundo palo. En otra acción a balón parado, Gómez puso otro centro con mimo a la cabeza de Oyarzabal, que esta vez tampoco atinó en el remate. Hacía falta que cayera un milagro del cielo. Y sucedió para que la Real al menos mantuviese la ilusión. Starfelt se autoexpulsó golpeando por detrás a Yangel cuando ya tenía amarilla. A la caseta todos a reflexionar, pero los txuri-urdin volvían a tener que remontar, algo que produce urticaria últimamente.
Por centímetros
La segunda mitad requería meter dos marchas más para arrinconar a un Celta que solo asomó una vez por el balcón de Remiro para sumar su séptimo empate a uno. Y, pese a eso, pudo hacer un segundo tanto que hubiese sido crítico para los intereses realistas porque a saber qué hubiese pasado en la vuelta a casa con ese hipotético y doloroso 2-0. La tarde se pudo enderezar poco después de que el balón echara a rodar. El Celta, por momentos, practica un juego kamikaze en el que arriesga en exceso saliendo desde atrás. Barrenetxea tuvo hambre para presionar a Moriba, que metió un pase comprometido atrás para que Barrenetxea le robara la cartera. El donostiarra estuvo perfecto en la conducción, levantó la cabeza y le puso el empate a Oyarzabal en bandeja de plata. Ni por esas. La suerte tampoco está del lado de la Real. El videoarbitraje decretó que Oyarzabal tiene la frente demasiado grande. Era el minuto 47 y el partido hubiese cambiado por completo en la segunda mitad.
El fuera de juego fue un jarro de agua fría importante porque el Celta supo bajar pulsaciones al choque para que pasaran pocas cosas. Eso sí, los celestes renunciaron a atacar al estar en inferioridad. Los de Sergio no supieron plasmar esa diferencia hasta bien entrado el segundo acto cuando otros equipos de la Liga encarrilan y acribillan a sus rivales cuando tienen semejante superioridad.
La Real, en todo caso, lo siguió intentando por el costado izquierdo con Gómez y Barrenetxea, una sociedad que hay que seguir explorando y aprovechando porque están en un magnífico momento de forma. Otro envío del catalán, tenso, con mimo, perfecto para un delantero de área, fue atrapado por Radu después de que Barrenetxea metiera tímidamente el interior para remachar de primeras.
Agitó el entrenador el árbol introduciendo a Marín, que terminó incomprensiblemente de lateral, pero sobre todo dejaron su impronta en el partido Soler por el gol, Guedes por sus centros y Karrikaburu por sus remates. El navarro no puede hacer más con menos. Un pase de Zakharyan y un córner sacado en corto por Guedes dejaron al delantero con la miel en los labios. Sus dos potentes disparos fueron repelidos por Radu, héroe local.
En los últimos minutos el bombardeo sí que existió, pero esta Real es tan gafe que un remate con el interior lo saque desde el suelo Karrikaburu. Abdellaoui en un contragolpe en el que Gómez no le agarró pudo terminar en desastre, pero el delantero no atinó y no hizo portería. El empate cayó finalmente con un cabezazo de Soler, pero la Real no pudo terminar acosando al Celta en el descuento. El punto solo puede ser bueno desde lo anímico.
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