La Copa de las nuevas generaciones
Presente y futuro. Son jóvenes que desconocían qué se siente cuando la Real levanta un título porque lo que ocurrió en El Molinón y en La Romareda les queda lejos. Ahora ya tienen su título
Son el color del Reale Arena. La juventud y el empuje de la grada Aitor Zabaleta. Esa que esta noche, en el derbi de Liga ... ante el Athletic, volverá a estar vacía por Covid. Son jóvenes que desconocían qué se siente cuando el equipo masculino de la Real levanta un título porque lo que ocurrió en El Molinón y en La Romareda les queda lejos. Ni habían nacido. Hasta La Cartuja.
Los once, tantos como los titulares que alineó Imanol Alguacil en Sevilla, coinciden en que ahora sí ya saben lo que es ganar un título en color. Tienen ante sí la Copa. En el césped de Anoeta. Les brillan los ojos. Quieren tocarla, abrazarla, cogerla, sentirla. Es real. «Habíamos escuchado tantas historias de aquellas finales, de aquellos partidos al límite, que si no fuera por las imágenes de televisión y los recortes de periódicos, pensábamos que solo eran leyendas. Ahora ya no hay duda. Somos campeones», reflexiona Iñigo Carrey.
Como él, los otros diez, todos menores de treinta años, pertenecen a la generación que ha estallado de emoción al ver que su Real va más allá de los Arconada, Zamora, López Ufarte, Satrústegui, Górriz y Gajate, custodios únicos de la mayor gloria del club. «Seguro que esos grandes jugadores se han quitado un peso de encima porque hacía 34 años del último título y no había manera de salir de ese bucle. Ahora, ellos y nosotros los jóvenes, respiramos aliviados. ¡Qué bien sienta ser campeón!», subraya Pablo Vicente.
Asiente su amigo Pablo Artaza. En su casa la Real es religión y «tantos años recordando las finales de La Romareda y la siguiente en el Bernabéu empezaban ya a cansar. Mi padre siempre dice que los nervios que pasó en Zaragoza no los olvidará nunca. Hoy puedo decir que yo tampoco. ¡Qué manera de sufrir! Los ocho minutos de la prórroga fueron eternos. Menos mal que la Copa se ha venido a casa porque lo que hubiera sido perder ante el Athletic...».
Paula Gonzalo alivió esa tensión en el balcón de su domicilio. Salió y gritó cuando el árbitro señaló el final del partido: «Y me quedé como nueva. Eran tantos años esperando una final, un título...».
Un sueño hecho realidad
Koldo Martínez se acordó de quienes ya no están. «Pensé en mi aitona, en lo que hubiera disfrutado, en todo el daño que ha hecho el Covid desde que logramos el pase en la semifinal en Miranda de Ebro y pensé en que tenemos que estar en la grada de Sevilla en la próxima final porque esto de no poder estar allí y no poder celebrarlo, no tiene sentido».
Nerea Vidal ni sabe las veces que ha escuchado «historias de La Romareda». Su aita Aitor, abonado de la Real, de sangre txuri-urdin y defensor a ultranza de la cantera, le ha metido la Real en vena, así que cuando Oyarzabal levantó la Copa la alegría fue inmensa. «Ganar la Copa de la Reina fue una maravilla, lo disfrutamos muchísimo, pero ésta ante el Athletic... El momento clave fue el penalti no señalado a Iñigo por mano. A partir de ahí la Real se vino arriba», subraya.
Gorka Cincunegui sigue en una nube porque la Real «jugó como hay que jugar las finales. Tanto que se decía que no sabía jugar este tipo de partidos, que la presión les podía superar, y resulta que los más jóvenes, los canteranos, fueron los que dieron el do de pecho. Es imposible no sentirse identificado con este equipo».
Irati Hernández también siente como suya esta Copa porque compartió pupitre en la ikastola Larramendi con Barrenetxea y Roberto López, entre otros. «Tantos años con ellos viéndoles crecer y soñar con la posibilidad de llegar al primer equipo que ahora cuando levantan la Copa siento orgullo y alegría por ellos. Nos han hecho felices como en su día Arconada, Zamora y compañía. Quién lo iba a decir».
Mikel Alonso ni sabe las veces que ha visto repetido el gol de Oyarzabal «porque todavía me cuesta creer que sea verdad», así que cuando tiene la posibilidad de posar con la Copa en el Reale Arena confiesa que «el sueño se ha hecho realidad».
Para quien sufrió con el equipo en Segunda, ver a la Real levantando un título es «gloria bendita», resume Lur Zabala. «Estos días me acuerdo aquellas palabras de Martín Lasarte cuando decía aquello de 'no se desunan'. Esta Real ha trabajado bien, ha confiado en la cantera y ha demostrado que no todo es el Madrid y el Barcelona. La alegría es inmensa».
Álex García comparte ese sentimiento porque «parecía que la Real no iba a levantar cabeza después del subcampeonato de 2003, parecía que le iba a costar recuperarse, pero reaccionó y no solo eso sino que ha tocado el cielo. Hoy tenemos una gran afición, un estupendo estadio y un gran equipo. El futuro es nuestro. De los jóvenes».
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