La fe mueve montañas
La Real recupera su mejor fútbol para superar la adversidad y seguir viva en la pelea europea tras voltear el 0-1
Imagen del descanso. La Real se retira a los vestuarios perdiendo en un Anoeta desangelado. No ha sido inferior al Espanyol, pero cuando uno está ... maldecido, todo le llueve en contra. Moralmente no puede estar peor después de cuatro derrotas consecutivas y un punto en cinco jornadas. La estadística tampoco es muy alentadora, ya que de los once partidos de esta temporada en los que recibió el primer gol, solo ha ganado uno. Al Betis en casa. El resto, dos empates y ocho derrotas. Por si fuera poco, Januzaj, el hombre más enchufado, se acaba de retirar lesionado y no volverá a jugar en esta temporada. Uno mira al cielo cubierto de Donostia y piensa: ¿qué hemos hecho para merecer esto?
Pero este equipo, que puede tener muchos defectos -sobre todo tras el parón liguero-, conserva una gran virtud sobre el resto: su gran corazón y su fe inquebrantable. La de Moyá, que se dejó la voz alentando a sus compañeros los 90 minutos. La de Imanol, firme junto a la banda y con la cabeza alta en la adversidad. La de Odegaard, que con la rodilla maltrecha se echó el equipo a la espalda cuando más hacía falta. La del capitán Oyarzabal, que llevaba una tarde cruzada y tras un fallo en un pase a la primera, apretó los dientes para en la siguiente jugada dar un gol hecho a Willian José, que recuperó su pegada. La de Monreal, que fue el jugador de principio de curso apropiándose de su banda, lo mismo que Zaldua por el costado contrario. La de dos centrales valientes como Llorente y Le Normand a los que no les tembló el pulso para jugar el balón cuando más apretaba la responsabilidad. La de dos chavales del 99, Zubimendi e Isak, que refrescaron el juego con su juventud. La de un Portu que no paró nunca de correr y, sobre todo, la de un Merino que demostró ser un jugador superlativo.
Así, entre todos, obraron la machada de remontar un partido perdido y recuperar la sonrisa. Ya sé que enfrente estaba el colista, virtualmente descendido, pero cuando vienes de una dinámica tan negativa una remontada cuesta más que ganar la Copa de Europa. De ahí el grito al final del choque que toda la plantilla unida lanzó en el centro del campo y que retumbó como los cohetes que celebraron la victoria. Llevábamos cinco jornadas tirados en la cuneta esperando que nos cambiaran la rueda y ya estamos en marcha. Ahora rodamos y lo que tenga que venir, vendrá. Pero arrancar era lo más difícil y se ha logrado. Seguimos séptimos.
Del 1-0 al 0-1 en tres minutos. Y eso que el primer golpe fue de los que tumban a cualquiera. La Real arrancó bien, llevando la iniciativa ante un Espanyol plantado en 1-4-2-3-1 a la expectativa. En el minuto cinco firmó una gran jugada combinativa en la que Merino lanzó por la banda a Monreal, este levantó la cabeza y puso un balón goloso para que Willian José marcase de cabeza. El banquillo realista estalló de júbilo porque, por fin después de cinco jornadas, estaban por delante en el marcador. Con lo que ello suponía en el aspecto psicológico. Pero fue un espejismo porque el VAR detectó posición adelantada -por milímetros- del brasileño y el gol, después de lanzar los dos cohetes, fue anulado. El gozo en un pozo.
Mas no acabó ahí la cosa. Pues si importante era ir ganando, también lo era no ir perdiendo. Y a continuación el Espanyol marcó aprovechando varios errores encadenados de la Real. El primero fue que De Tomás sacó de sitio a Llorente y Didac entró por la izquierda completamente solo. Le Normand evitó, despejando a córner, el peligro. En el saque de esquina Willian José aleja bien el balón en la corta pero nadie gana el rechace ni tapa el centro de Embarba. El culmen de los despropósitos fue que David López, dentro del área, ganara el duelo a Zubeldia, que apenas salta, y a Merino, que tiene menos culpa. De nuevo a remolque.
Imanol se muestra valiente. Y ahí la Real dio un gran paso al frente porque remontó desde el juego y siendo fiel a sus principios. Antes del descanso ya había generado algunas aproximaciones interesantes a partir de interrelaciones entre Januzaj y Portu, por la derecha, y Merino con Monreal, en la izquierda. Pero faltaba algo más, sobre todo cuando cayó lesionado el belga.
Así que tras el descanso el técnico dio entrada a Zubimendi por un amonestado Zubeldia para verticalizar más el juego. Cambió a los extremos de banda, jugando Oyarzabal y Portu a pierna cambiada, y desde ahí surgieron las sociedades. Portu se metió de segundo delantero junto a Willian José, lo que obligó al Espanyol a retrasar su posición. Odegaard y Oyarzabal también atraían rivales en su zona, así que lo que restaba era girar el juego y aprovechar el 2x1 de Merino y Monreal contra el joven Víctor Gómez. Eso llevaba un riesgo, y es que en un dibujo de 1-4-2-4 en ataque, con los interiores caídos a las esquinas, cualquier pérdida podía suponer la sentencia. Y ahí estuvo genial Zubimendi en las transiciones defensivas y los carriles para replegar rápido.
Con esta receta, de repente, el fútbol de la Real comenzó a manar. El gol del empate tuvo casi los mismos protagonistas del tanto anulado al principio: Monreal, Merino como filtrador del penúltimo pase y Willian José. Se les unió Oyarzabal para ganar la espalda de Víctor Gómez y poner un caramelo al brasileño. El empate fue un refuerzo moral.
Decide Isak. Hacía falta dar una vuelta de rosca a la propuesta y la entrada de Aritz, por un reventado Zaldua, e Isak surtió el efecto deseado. Monreal seguía a lo suyo por la izquierda, bien para forzar la parada de Diego López en un mano a mano, o para poner un centro al segundo palo que el sueco no enganchó con fuerza ante el meta perico.
Pero al minuto siguiente, y por la banda contraria, llegó la recompensa a tanto esfuerzo. Aritz colgó un buen balón al área, Víctor Gómez se lo tragó e Isak, llegando con todo, aprovechó el control inicial de Oyarzabal. Remató con todo al fondo de la red. El gol se celebró como un título porque ahí se iban cinco jornadas de frustraciones y sinsabores. El primer paso está dado. Próxima estación: Levante.
Victoria de la Real Sociedad en el Reale Arena
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