David Silva: Tres años de ilusionismo canario
Desde su llegada en el verano de 2020 su ascendencia dentro y fuera del campo ha sido enorme en el vestuario de la Real Sociedad
El Mago de Arguineguín, David Silva, deja el fútbol, una decisión derivada de la lesión de rodilla que se le detectó el jueves y ... que le fuerza a dar un paso al lado y retirarse de la actividad profesional. El extraordinario centrocampista ha sido un referente a nivel mundial y deja un enorme hueco en el corazón de la primera plantilla de la Real Sociedad, aún aturdida con la noticia. Asimismo, el impacto de su retirada a nivel emocional en la afición txuri-urdin también ha sido, como no podía ser de otra manera, brutal. La noticia ha sido un jarro de agua helada.
Silva llegó de manera sorpresiva en el verano de 2020 tras el precipitado adiós de Martin Odegaard y desde su primer día en Zubieta su ascendencia dentro y fuera del campo ha sido gigantesca. Muchos jugadores en Zubieta le han visto estos tres años como una especie de faro o guía al que seguir en los momentos complicados. Llegaba libre desde el Manchester City un campeón del mundo, de Europa y de la Premier League en un vestuario lleno de canteranos y con hambre de seguir alcanzando hitos. El de Arguineguín ha ayudado con su indudable calidad a consolidar al cuadro blanquiazul entre los seis primeros de la Liga.
93 partidos entre Liga, Copa y Europa League en los que el centrocampista de la inagotable factoría de talentos de las Islas Canarias ha derrochado magia cada vez que el balón orbitaba a su alrededor. Dotado de una pierna zurda maravillosa y una visión de juego privilegiada, lo que más ha sorprendido de Silva entre los realistas ha sido el carácter y la agresividad que ha imprimido en el equipo txuri-urdin. El ex de Valencia y Manchester City, entre otros, ha dejado patente en entrenamientos y partidos que no había venido aquí a tener un retiro dorado.
Ese compromiso y su increíble capacidad para relacionarse en el verde con sus compañeros le han valido para encajar en el vestuario como una pieza fundamental de un conjunto que este año va a disputar la Champions League. Sin su concurso en la pasada temporada resulta complicado creer que se hubiera podido alcanzar la cuarta posición, aunque también es verdad que la escuadra blanquiazul ha demostrado saber competir sin el genio de Gran Canaria. A partir de ahora habrá que aprender a vivir sin él.
El club y el jugador acordaron renovar alargar su relación contractual una temporada más, hasta junio de 2024, cuando podría anunciar el final de su carrera profesional como futbolista. La firma se produjo en mayo, horas después del brillante triunfo liguero ante el Real Madrid en Anoeta que puso a los de Imanol muy cerca de la Champions League. Vimos el último partido de Silva y no lo supimos.
Familiar y reservado
En el plano personal, quizás David Silva sea el canario menos canario. Reservado y sin ese carácter isleño, el centrocampista lleva una vida tranquila junto a su pareja, Yessica Suárez, y sus dos hijos, Mateo y la donostiarra Adriana que en agosto cumplirá un año. La vida, en cambio, le puso una piedra importante en el camino en 2017 con el nacimiento prematuro de su primer hijo.
Tiene tatuado la imagen de su hijo junto a un balón y el mensaje «never surrender -nunca te rindas-»
Siendo futbolista del Manchester City a las órdenes de Pep Guardiola estuvo a caballo entre Mánchester y Valencia para cuidar de su hijo, nacido con menos de 28 semanas de gestación. Él mismo relató que esa etapa le hizo más fuerte después de que el bebé permaneciera ingresado durante cinco meses en el Hospital Casa de Salud de Valencia luchando por su vida y teniendo a su familia con el corazón en un puño por su estado de salud.
«Fue el periodo más complicado de mi vida. Estaba constantemente en la carretera, viajaba mucho, comía mal, no dormía lo suficiente, no entrenaba y, si lo hacía, lo hacía mal. Estaba totalmente fuera de mi rutina», declaró en su día un Silva que creció como persona e incluso dejó de lado el fútbol para estar junto a su familia. El canario se perdió ocho partidos como «citizen», aunque también admitió que el fútbol le sirvió para abstraerse. «El fútbol es lo que más me ayudó. Los 90 minutos que estuve en el campo fueron los únicos momentos en que podía olvidarme de las cosas». Pegado al balón incluso en los peores momentos.
Por suerte, Mateo salió adelante y su estado de salud es bueno. Silva ha saltado al césped del Reale Arena más de una vez junto a su hijo y Adriana mientras que junto a Yessica coge regularmente el coche para desplazarse hasta la Clínica Universidad de Navarra en el que Mateo recibe diferentes seguimientos para comprobar que todo está correcto. Atrás queda esa etapa tan dura para la familia, que sin duda dejó huella en ambos. De hecho, el propio Silva quiso inmortalizar de alguna manera ese periodo. Tiene tatuado la imagen de su hijo junto a un balón y el mensaje «never surrender -nunca te rindas-» que besa cada vez que marca un gol. «Significa mucho para mí», declaró por aquel entonces, cuando también se rapó el pelo al cero pensando en su primogénito.
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