Bautista trata de zafarse de la presión de Escoval en los últimos minutos del partido. EFE
La contracrónica

Bautista, tiene narices la cosa

Imanol miró atrás. Había dado entrada a todos sus delanteros centro. Solo faltaba él. Un toque, tres puntos, para refrendar la superioridad de la Real

Álvaro Vicente

San Sebastián

Viernes, 23 de octubre 2020, 07:28

El fútbol, la vida, tiene estas cosas. El último del banquillo, el protagonista. Pocas veces se puede provocar tanto con tan poco. Un tipo que ... se tuvo que ir a Bélgica, al KAS Eupen, para saber si podía ser jugador de Primera, para ser algo más que un delantero de área, y que este verano tenía pie y medio fuera de la Real porque supuestamente no tenía sitio, vuelve de Rijeka a hombros. Volando. Habrá alguien en Zubieta que diga que es el premio a lo que ha trabajado para ganarse una ficha en el equipo esta temporada. Otros, que lleva el gol en la sangre y que se merecía una alegría como esta.

Publicidad

Bautista, con ese número 25 a la espalda característico de los jugadores del filial, fue el tercer delantero centro en saltar al terreno de juego. Pocas balas más tenía Imanol en el banquillo, que con la entrada de Januzaj en el 89 cambió todo el frente de ataque en busca de ese gol que no llegaba. Prácticamente todos los jugadores de campo habían tenido alguna ocasión en el transcurso del partido. Aritz, Le Normand, Monreal, Merino, Zubimendi y, por supuesto, los tres delanteros, Portu, Oyarzabal e Isak. Anotamos quince remates en el cuaderno pero seguro que fueron más porque la Real merodeó el área del Rijeka desde el calentamiento. El partido estaba en las últimas, como las piernas de los jugadores del Rijeka. Y el gol se resistía. No había manera.

Imanol echó la vista atrás y vio a Bautista. Allí estaba él. El chaval que nació en Mahón, en mitad del Mediterráneo, iba a ser el protagonista a orillas del Adriático. La Real tenía grogui al Rijeka, muy castigado físicamente, pero faltaba quien le diera la puntilla. Otra vez, Imanol acertó al mover sus fichas y al intuir por dónde podía evolucionar el partido.

Ya saben qué paso. Habían transcurrido ocho minutos desde que Bautista pisó el rectángulo, puede que no hubiera tocado el balón todavía, y de pronto apareció él. Merino le encontró en el corazón del área, en medio de una nube de camisetas del Rijeka, y este remató con todo. Sin florituras. Un disparo seco, raso, que empujamos todos los realistas desde Gipuzkoa y que se coló por debajo de las piernas del guardameta del Rijeka. Un gol, tres puntos y partido resuelto. Lo que en Italia bautizan como 'gol partita'. El regreso a la Europa League tiene nombre y se llama Jon Bautista, de Errenteria para más señas.

Publicidad

La Real, de menos a más

Ese tanto fue la recompensa de un partido trabajado de la Real, no redondo para lo que nos tiene acostumbrados el último mes. Será el peaje que hay que pagar cuando se sale de LaLiga. Porque si en algo ha evolucionado esta Real es en la capacidad para manejar los tiempos de un partido. Este grupo de jugadores ha ganado poso, madurez. Hoy, mejor que la temporada pasada, sabe cuándo hay que darle una marcha más a su juego y cuándo es necesario dar un paso atrás. Así es como ha gestionado los partidos que le han llevado al liderato de LaLiga. Ayer le costó. No gobernó el duelo con puño de hierro. Se asemejó más al equipo que genera ocasiones de gol, el que es capaz de embotellar al rival en su campo, pero que, estirado, deja espacios golosos a la espalda para rivales poderosos físicamente como los que confirmó tiene el Rijeka.

Las claves

  • El gol se resistía. La Real había rematado más de doce veces y no había marcado hasta que intervino Bautista

  • Poco control en el centro. El equipo de Imanol no tuvo la pausa hasta que al Rijeka le faltó fuelle y aparecieron Merino y Silva

La Real quiso hacer tantas cosas en tan poco tiempo que dejó (casi) todo a medias. No terminó de concretar su superioridad en goles y, lo que es peor, no se mostró contundente atrás al conceder al Rijeka más de la cuenta. Fueron pocas del rival, pero claras. Suficientes como para meter el miedo en el cuerpo. Si no es por Remiro, el Rijeka hubiera tenido premio al descanso porque fue poco a poco saliendo de la cueva cuando tenía el balón y se encontró con una defensa generosa que le permitió rematar en buenas posiciones un par de veces. Remiro fue autor de una doble intervención bajo palos, a disparo de Andrijasevic primero, y de Loncar, después. Y todavía en el minuto 37 sacó la mano derecha para desviar un fuerte golpeo con la zurda por fuera de la escuadra. Hubiera sido excesivo que la Real se fuera perdiendo al descanso, pero cuando no aprovechas tus ocasiones, esas cosas suelen pasar en Europa.

Publicidad

Esos tres sustos que dio el Rijeka empañaron todo lo bueno que había hecho la Real. Portu, Isak, Oyarzabal, Silva, Le Normand... Medio equipo rozó el gol, pero a la Real le faltaba poso, tranquilidad para adoptar la mejor decisión en el momento justo. Mucha culpa de lo que le pasó nace en el centro del campo. La Real no tuvo el balón, o por lo menos no pasó por quienes debe hacerlo. Los nuestros quisieron correr demasiado, de la línea de atrás al ataque sin pasar por el centro del campo. Merino y Zubimendi no tenían contacto con el balón, estaban en inferioridad casi siempre, y la Real, incómoda, era incapaz de cogerle el punto al partido hasta que el Rijeka fue perdiendo fuelle y entonces sí que la cosa cambió. Eso no ocurrió hasta bien entrada la segunda parte cuando la Real hizo valer su calidad y su mayor fondo físico. El juego más pausado, con protagonismo de Merino y Silva, benefició a los nuestros que ya sí pusieron el balón donde debían en cada momento. Ahí sí la Real gobernó. Faltaba el gol. Hasta que apareció el tercer delantero centro del equipo.

El europeísmo vivido en Bélgica tiene sus frutos

BEÑAT ARNAIZ. Jon Bautista vivió unos meses en Bélgica mientras estaba cedido en el Eupen, país en el que está el Parlamento europeo y tiene la considerada capital administrativa de la Unión Europea, Bruselas. Rodeado de tanto espíritu comunitario y europeísta, al de Errenteria –se trasladó muy pronto de Mahón, donde nació– finalmente se le pegó y brindó ayer por la tarde el gol de la victoria en la primera jornada de la Real Sociedad en la Europa League ante el Rijeka.

Sin embargo, no es el primer tanto que anota en competición continental. El delantero canterano de la Real ya metió ante el Vardar en la temporada 2017/18, el 2 de noviembre de 2017 en Anoeta. En competición europea acumula dos goles en 256 minutos disputados.

Esta pretemporada la empezó con un pie fuera de la plantilla, pero su trabajo le ha valido para entrar en los planes de Imanol. Hasta ayer había jugado 59 minutos en cuatro partidos de competición liguera, todos saliendo desde el banquillo. Es el primer gol que anota desde su vuelta del KAS Eupen, donde jugó 27 partidos antes de que las competiciones se parasen y sumó tres goles. En la Real ha jugado 61 partidos, con pocos minutos, con 8 goles.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad