Algo se muere en el alma
No por inevitable y bien pagada es menos dolorosa la marcha de Martin Zubimendi: demasiado incienso por redes al que se marcha
Algo se muere en el alma cuando un crack de la cantera se va. Por muy asumido que estuviera desde hace tiempo entre los 'realzales' ... que Martin Zubimendi iba a ser historia de la Real, por mucho que consideremos que esta última campaña ha sido como una bola extra del de Ulia como 'txuri-urdin' tras su increíble 'no' al Liverpool del año pasado, por muy alto que apunten los llamados a sustituirle y por muy astronómica que sea su cifra de traspaso -que lo es, 70 millones-, la del pivote es una gran pérdida. Esto es fútbol, papá, diría Bordalás. En el Arsenal jugará la Champions, optará a ganarlo todo y cobrará el triple. El traspaso es un fenómeno natural, un paso lógico del jugador, algo inevitable, pero duele igual. La gestión del club y el comportamiento del futbolista, con matices, han sido muy buenos, pero la realidad es que la Real pierde a un titular de la selección española ganadora de la Eurocopa.
En lo que al club se refiere, sobraron buena parte de los siete u ocho posts de homenaje y gratitud que le dedicaron en redes sociales. Quizá con informar de que se iba y hacer una glosa de su trayectoria y logros en la Real -que son para enmarcar- era suficiente. Al tercer o cuarto tuit ya empalagaba bastante, sobre todo considerando que eran sobre un jugador que ha decido marcharse por voluntad propia teniendo contrato. Demasido incienso en redes para el que se va; se ve que los 70 'kilos' salvan algo más que un curso económico. Pero ese pastón no controla el centro del campo ni roba balones.
Pena no haber llevado esta cuestión con más naturalidad. El traspaso estaba pactado desde hace tiempo, pero no se podía hacer efectivo y oficial hasta después del 1 de julio. Esto impidió al jugador despedirse con todos los honores de su gente de Anoeta, como hizo Imanol. Qué gran jugador Zubimendi, que ya no mandará fotos desde La Zurriola. Se echará de menos a ese realista que siempre sonreía -de pura plenitud-mientras entrenaba y que alzaba el premio al MVP de partidos de Champions; no tanto el del pasado curso, sobre todo desde el cambio de año. Y mantendremos la esperanza de que vuelva algún día, pero a tiempo y sin que viva media semana en la camilla.
No, Martin no podrá ser un 'one club man' como Arconada, Zamora, Prieto o Aramburu. Pero tampoco se pueden hacer excesivas comparaciones. Los dos primeros no podían irse aunque quisiesen por el derecho de retención. Y a por los segundos nunca llegaron clubs como el Arsenal o el Liverpool, con propuestas económicas anuales tan astronómicas y opciones incluso de ganar la Champions. Cada uno sabrá si considera o no como una leyenda más al de Ulia. Hay que asumir que a un jugador como Zubimendi no le puede sujetar un club como la Real. Y tampoco valen comparaciones cercanas, como la de Nico Williams y el Athletic, porque en Anoeta no se pueden afrontar contratos que rondan los 10 millones netos por temporada.
Queda esperar que la Real, esta vez sí, sepa invertir esos 70 millones en fichajes que marquen diferencias y celebrar que durante estos años haya tenido a jugadorazos como Martin, Silva, Le Normand, Merino, Monreal, Isak, Odegaard, Oyarzabal o Kubo.
Por otra parte, visto lo visto, no hace falta que a la Real le salgan más amigos como el donostiarra Mikel Arteta, que se ha llevado a dos cracks en un solo año, el canterano Unai Emery, que se llevó a Inglaterra a un club convenido, o el 'pana' Florentino Pérez, que todavía le debe un año de cesión de Odegaard a su colega Jokin.
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