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Son días de gran actividad en los despachos de Zubieta, donde no es difícil de imaginar a Sergio Francisco, Erik Bretos y a sus colaboradores ... de la dirección deportiva envueltos en la vorágine de la cuenta atrás sin saber dónde va a estar el equipo la próxima temporada. Porque no debe ser lo mismo confeccionar una plantilla con partidos europeos entre semana a tener solo un compromiso cada siete días. Y eso, salvo sorpresa, no lo van a saber hasta el último minuto del último partido. No quita para que algunas de las decisiones se adopten sin tener en cuenta si hay o no billete europeo. Porque a estas alturas de la película, en Zubieta por supuesto que ya saben qué jugadores merecen seguir en la Real, quiénes ya han agotado su crédito y cuáles han sido fichajes fallidos.
Porque a la vista de todos se ha resentido, en algunos casos de forma llamativa, las prestaciones de un buen número de jugadores. Y el equipo, lógicamente, lo está notando. Sé que como en el fútbol siempre hay celosos guardianes del optimismo institucional y la Real no es una excepción, alguien dirá que no es para tanto. Una cosa es la obligación de disfrutar y elogiar cuando se juega bien, y otra no advertir el decaimiento que, por diferentes circunstancias, están experimentando algunos jugadores.
Así que las tareas se amontonan en la dirección deportiva, donde tendrán que hacer horas extras y, desde luego, hilar muy fino con mejor ojo que este año para confeccionar una plantilla que vuelva a ser competitiva, con refuerzos que sí marquen diferencias. Varias de las decisiones que en el club deben tomar en los próximos días van a requerir de convicciones muy fuertes, grandes raciones de valentía y el pulso firme de un desactivador de explosivos. Son muchos los frentes abiertos. El nuevo libro tiene un nuevo escritor y sus protagonistas cambiarán por más que la línea del club esté trazada. Pese a quien le pese.
Llegados a este punto es inevitable preguntarse de qué manera afectará a la Real el hecho de que algunos jugadores de su plantilla no sepan qué será de ellos a final de temporada y que otros importantes que tienen contrato como Remiro o Kubo hayan dejado en el aire su continuidad la próxima temporada. Sin olvidar la posibilidad de que la brújula del equipo decida esta vez sí cambiar de aires buscando nuevos retos deportivos en Londres o Madrid. Xabi Alonso le quiere con él.
El colectivo por delante
Así que si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo es que esta Real no puede permitirse el lujo de distraerse ni un segundo. Viendo al equipo en los últimos partidos, saldados con dos derrotas, dos empates y dos victorias con un fútbol gris, propio de unos jugadores cansados a quienes sus sueños de gloria se les confunden ya sin querer con otros de tumbonas y cocoteros, algunos aficionados realzales han empezado a interiorizar que quizás la Real no merezca el billete europeo. Dieciséis goles en los últimos cinco meses de Liga les dan la razón. Son números de equipo de zona baja.
Quiero creer que este rush final puede ser un acicate para los futbolistas y que tanto los que se quedan como los que saldrán se van a dejar el pellejo primando el colectivo ante los intereses personales.
Y espero que de forma paralela el club interiorice que mantenerse en la élite, entre los equipos que de forma recurrente juegan en Europa, obliga a dejar de lado los sentimentalismos.
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