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Podía haber sido Lazio,Oporto, Nápoles, Copenhague, Leipzig o PSV. Fue el París Saint-Germain y la Real ha vivido y sentido lo que significa ... medirse a un transatlántico, guiado por el mejor jugador del mundo. No había miedo, porque durante muchos años el mejor jugador del planeta, Messi, llegaba a Anoeta y casi siempre perdía. Sin embargo, el escenario era distinto porque había que remontar un resultado adverso.No hubo suerte en el sorteo y no hay que rasgarse las vestiduras, esto es la Champions.Si la Real hubiera pasado, el enemigo en suerte podría haber sido del mismo nivel. A John Terry, que fue quien sacó la bola del PSG, le prohibimos la entrada en Anoeta y punto. Mbappé, con sus tres goles en la eliminatoria, se ha disfrazado de Michael Jordan. Un jugador indetectable.
Es duro decirlo, pero la Real apenas tuvo opciones. Los de Imanol sorprendieron a su rival en la ida, pero ayer los franceses se pusieron las pilas.Luis Enrique no quería ningún sobresalto, porque tanto el fondo como el emir catarí, aprietan lo suyo. Más, después de la acción de Mbappé –para mi gusto poco encimado en el área– que supuso un jarro de agua helada, como su gol en el Parque de los Príncipes, para la Real. A partir de ahí el nivel físico de los parisinos marcó el choque.La Real no pudo superar la presión. No tuvo ninguna ocasión clara y fue un quiero y no puedo. Acabó la primera mitad y, salvo un tiro de Kubo, no hubo cerco a la meta de Donnarumma. Marcar tres goles en una parte al PSG era una cosa bastante seria.
La Real cayó con orgullo sabedora de que el milagro era imposible, pero que por lo menos no se dejó llevar. Embotelló al PSG, volvió a hacer un ejercicio de mira desviada, pero llegó un gol que puede no significar nada pero que demuestra el orgullo de un equipo que fue primero de grupo con todo merecimiento y que tuvo mala suerte en el sorteo.
El reto ahora es entrar nuevamente en Europa, que debería considerarse un éxito histórico porque el cuadro blanquiazul nunca se ha clasificado cinco veces de manera consecutiva para la competición internacional. Además, con el buen botín de puntos que ha logrado la Real en esta Champions para el coeficiente, seguro que tiene opciones de estar en un buen bombo, ya sea en la Europa League o en la Conference. Fue bonito mientras duró, no fue un adiós a la francesa porque la Real cayó con las botas puestas. Volveremos a escuchar la melodía de la Champions en Anoeta.
Once partidos para, otra vez, jugar competición europea y aprovecharse de los puntos acumulados
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